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En materia de política de drogas, Estados Unidos habla parecido a Bolivia

Los norteamericanos están violando los tratados, pero la pregunta es: ¿estas convenciones aún son aplicables para el siglo 21?

El director de la oficina de las ​Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), Yury Fedotov, anunció el miércoles pasado que las recientes votaciones para legalizar la marihuana en Estados Unidos hicieron que el país violara, aún más, las convenciones globales que controlan las políticas de droga ilícita.

A principios de este mes, en Oregon y Alaska legalizaron el uso recreativo y la venta de marihuana, y los residentes de Washington D.C. aprobaron la posesión y la transferencia de cantidades pequeñas. Las iniciativas de legalizar la venta ya fueron aprobadas en los estados de Colorado y Washington.

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"No veo de qué manera las nuevas leyes puedan ser compatibles con las convenciones globales existentes", dijo a la prensa Yury Fedotov, director de la UNODC, y agregó que esta semana se reunirán oficiales de la ONU con altos mandatarios de los Estados Unidos para hablar sobre el problema.

La Convención sobre Narcóticos (1961), la Convención sobre Sustancias Psicotrópicas (1971) y la Convención contra el Tráfico Ilícito de Drogas Narcóticas (1988) establecieron normas internacionales que luego se convirtieron en leyes nacionales en numerosos países. Durante muchos años, la mayoría de naciones siguió la línea de Estados Unidos, y de otros gobiernos prohibicionistas, implementando acciones fuertes contra los delitos de droga. Pero, hoy en día, algunos países han empezado a reconocer el inmenso daño que causa la guerra contra las drogas, y han decidido distinguir entre los puntos de esas convenciones que aún les convienen, y los que se atan netamente a un pasado que ya no funciona en la actualidad.

Los procesos de legalización que están en curso en Estados Unidos han puesto al país en una situación embrollosa. El 9 de octubre, el secretario de Estado Adjunto para Asuntos de Narcotráfico de Estados Unidos, William Brownfield, dijo a los reporteros que no hay una opción diferente a construir "convenciones más flexibles".

"¿Cómo puedo yo, siendo un representante del Gobierno de Estados Unidos, ser intolerante con un gobierno que está permitiendo la experimentación con la legalización de la marihuana, si dos estados, de cincuenta, han emprendido ese camino?", cuestionó Brownfield.

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"Las cosas han cambiado desde 1961", añadió. "Debemos tener suficiente flexibilidad para permitirnos incorporar cambios en las políticas de las Naciones Unidas".

Pero la flexibilidad tiene sus límites, y la llamada "Doctrina Brownfield", que consiste en modificar las convenciones -pero no romper con ellas- ha frustrado a algunos defensores de las políticas antidrogas. Ese día de octubre, Brownfield dejó claro que las convenciones no están resolviendo los asuntos y, por el contrario, están siendo dañinas.

Tom Blickman, un investigador del Transnational Institute's Drugs and Democracy Program, dijo que "Fedotov tienen razón, porque Estados Unidos sí está violando las, pero la pregunta es: ¿estos tratados son aplicables para el siglo 21?"

Blickman dijo que Estados Unidos prefiere ignorar algunas partes de las convenciones, pero esta estrategia resulta problemática en el marco de las leyes internacionales. "Como Estados Unidos no pretende modificar lo firmado en las convenciones, le toca asumir este discurso extraño que al fin y al cabo es contradictorio", dijo Blickman.

Debido a que los tratados son los que regulan tanto el uso de drogas como el crimen organizado global, Estados Unidos teme que su flexibilidad aumente otros problemas. Aunque los funcionarios como Brownfield, por primera vez hablan en público sobre el problema de la guerra contra las drogas, nuevas naciones poderosas, particularmente Rusia, han empezado a llenar el papel que jugó Estados Unidos en el pasado.

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Después de que en marzo anexaron Crimea, el Kremlin prohibió las terapias de sustitución con opioides como la metadona,  para armonizar las normas de este territorio con las leyes rusas. Estas terapias disminuían las cifras de personas infectadas con VIH en Rusia (se cree que casi el 40 por ciento de los consumidores de drogas intravenosas  tiene VIH).

A pesar de que, en 2016, se planeaba tener una sesión especial de la Asamblea General dedicada a las drogas, es poco probable que se replanteen todas las normas respecto al tema.

"Hay una pequeña posibilidad de que esto suceda", dijo Blickman. "Es una situación muy difícil. Hay un gran número de países que no quieren cambiar nada".

Pero hay otras naciones que no han esperado a que los súper poderes de la ONU decidan por ellas. Uruguay legalizó la marihuana en 2014, y Bolivia se retiró de las convenciones en 2011, y permitió que se mantuviera un mercado doméstico legal de coca. La mayoría de miembro de la ONU aprobó la decisión de Bolivia.

Aunque a la decisión de Bolivia le sucedió una caída en la producción de coca, Estados Unidos descertificó al país andino argumentando que no había "hecho suficientes esfuerzos para cumplir sus obligaciones en el marco de los acuerdos internaciones antinarcóticos". Esto es, en esencia, lo que ahora Fedotov les reprocha a los estadounidenses.