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Identidad

Este tipo engaña curas homosexuales para tener cibersexo y grabarlos

El documental dirigido por el brasileño Dener Giovanini muestra cómo más de 100 religiosos católicos, evangélicos y anglicanos de 36 países distintos mantienen cibersexo con un actor que se hace pasar por un chico de 25 años.

Ya lo dijo el sacerdote polaco Krzysztof Charamsa en la carta que envió al Papa Francisco después de hacer pública su homosexualidad a principios de octubre —motivo por el que, por cierto, fue apartado de sus funciones por el Vaticano—, "el clero está lleno de personas homosexuales y a la vez violentamente homófobas".

Amores Santos, el documental dirigido por el brasileño Dener Giovanini, muestra como más de 100 religiosos católicos, evangélicos y anglicanos de 36 países distintos mantienen cibersexo con un actor que se hace pasar por un chico de 25 años que vive con sus padres. No sé si es lícito engañar a todos estos tipos y forzarlos a morder el anzuelo pero las 500 horas de material sexual de clérigos, párrocos y seminaristas esgrimiendo su pene y eyaculando delante de una webcam se merecen cualquier tipo de engaño, por vil que sea, sobre todo teniendo en cuenta que algunas de las sesiones las hacían desde la sagrada intimidad de su propia parroquia, rodeados de santos y ángeles.

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El objetivo del director es poner en evidencia la hipocresía de la iglesia respecto a la homosexualidad y denunciar la homofobia que muchas religiones espetan sin vergüenza. El realizador comenta que no le resultó demasiado difícil conseguir —a partir de un perfil falso de Facebook— que los religiosos empezaran a subirse las sotanas y mostraran sus penes cristianos. Fueron seis meses intensos de búsqueda de contactos y amistades a los que luego se sumaron otros tres para grabar las sesiones de cibersexo sagrado a través de la webcam. "Nunca llegué a pensar que podría ser tan fácil grabar a tantos religiosos practicando sexo por internet" apunta el director, quien asegura que algunos días llegó a grabar a más de 30 sacerdotes.

Las imágenes del tráiler (que pueden ver más arriba) resultan impactantes por su contexto pero tampoco son extremas (no se ve ni un solo pene). De todas formas el director asegura que en el documental se mostrarán escenas mucho más explícitas y perturbadoras. El espectador más avispado no vacilará en poner en duda algunas de las imágenes pues los rostros censurados de las víctimas pueden hacer tambalear la veracidad de todo el asunto. Ante esta posibilidad Giovanini garantiza que, para asegurarse que todos los perfiles de los sacerdotes y religiosos que aparecen en el documental —y que proponen sexo virtual al protagonista— pertenecen realmente a alguna iglesia y están en activo, seleccionó a los que tenían fotos oficiando misas.

Verdad o no, nadie nos quita el placer de imaginar como estos tipos —dentro de los rígidos muros morales de su religión— se echan unos buenos maratones de sexo digital. Esperemos que algún día el siglo 21 llegue a la iglesia y este tipo de imágenes no vuelvan a ser noticia nunca más. Si documentales como este —con testimonios falsos o no—pueden ayudar a que esto suceda, pues bienvenidos sean.