Fotos de cuchillos incautados por la Policía de Bogotá

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El número de la corona y el cetro

Fotos de cuchillos incautados por la Policía de Bogotá

Una metáfora de la violencia bogotana.

Estas fotos hacen parte de la edición de diciembre de VICE.

Hace seis meses fui a una rueda de prensa convocada por la Policía Metropolitana de Bogotá en las afueras del Carulla de la calle 85 con carrera 15. Los agentes nos dejaban ver, despojados de toda personalidad, una tonelada de cuchillos incautados en distintas zonas de la ciudad. La muestra iba de patecabras diminutos, con el filo dentro de un agujereado estuche negro que cabe en el bolsillo de cualquiera, hasta gigantes envueltos en un mango de madera que le da manejo al cocinero de turno. Iba de bisturís coloridos, diseñados para manualidades, que apelan a la motricidad fina del usuario, a machetes embadurnados de tierra que más bien aspiran a ser usados con fuerza bruta. Relucientes los unos, oxidados los otros. Todos apilados en una masa indistinta.

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Un par de policías, que se parecían más a esos guías turísticos que escupen datos sin reflexión alguna, me decía lo siguiente: "De enero a julio de 2015 se incautaron cerca de 300 000 armas blancas en Bogotá, y en término de dos meses se incautan casi 50 000". Inocentes, impertérritos, creados para fines muy distintos a atravesarle el hígado a un ser humano, juntos en la montonera, demostraban, acaso ya muy crudamente, en qué anda la ciudad de Bogotá.

De acuerdo con el Centro de Estudios y Análisis para la Convivencia y la Seguridad Ciudadana (Ceacsc), de los 1344 homicidios ocurridos en Bogotá en 2014, 35 % fueron efectuados con armas "cortopunzantes".

Por su parte, la encuesta de victimización de la Cámara de Comercio de Bogotá –es decir, lo que las personas dicen sufrir en una muestra representativa, en este caso 9257 personas— determinó que, en el 54 % de las veces, el instrumento para robar era un "arma blanca". Un patecabra, un cuchillo de cocina, un bisturí, un machete amedrentó a alguien al punto fatal de entregarle a un desconocido, para siempre, parte de su propiedad.

En lo que va corrido de 2015, según el Ceacsc, el 60,4 % de los asesinatos fue cometido por venganza, 46 habitantes de calle han caído muertos porque otro los mata, el 77,3 % fue cometido en un lugar público y el 59,4 % fue cometido por habitantes del mismo sector en el que vive la víctima.

Despojados de sus dueños, estos elementos "cortopunzantes" son objetos sin utilidad. Materia muerta que nos muestra qué tan lejos podemos llegar como especie.