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Tottenham sólo era el principio

London riots, la violencia prendió en Tottenham y se extenció a otras zonas del noroeste de Londres.

En 2010, el periodista especializado en crímenes Graham Johnson ya nos lo advertía: “la sensación entre los expertos, políticos e incluso los agentes de policía con los que he hablado, es que las clases sociales bajas en Inglaterra se van a rebelar contra las autoridades como no hemos visto desde las revueltas de Brixton o Toxteth de los años 80”.

No se equivocaba. Los tumultos, pillajes e incendios que tuvieron lugar en Tottenham este fin de semana, lejos de quedarse en un hecho aislado, se ha contagiado a varios barrios más. El noreste de Londres va a ser una zona tensa, y sólo faltaría que a un poli paranoico le grabaran con un móvil alisándole el tarro a un adolescente y ya tendríamos un caso “Rodney King” a la inglesa. Eso, si es que Mark Duggan no se ha convertido ya en esa figura.

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En la película de VBS Teenage Riot, dos pandilleros del sur de Londres predecían que las protestas de los estudiantes en el centro de Londres no eran si no un presagio burgués de una más larga serie de protestas alimentadas por las inestabilidades económicas y los recortes. Confiemos en que estuvieran exagerando cuando predijeron que esto sería similar a las revueltas en Los Angeles y que habría largas y frecuentes batallas entre policías y manifestantes armados, pero ahora mismo parece indicar que iban bien encaminados. Después de todo, la policía se ha estado militarizando para hacer frente a este tipo de acontecimientos. Aunque no hay pruebas de que la pasma utilizara vehículos blindados, plataformas de francotiradores u otro equipo militar el pasado sábado por la noche, aquellos fueron unos tumultos que nadie había previsto. Si ese espíritu se extiende por el resto de Londres, las bandas con ganas de arrasar las tiendas JD Sports y llevarse unas zapatillas deportivas de mierda se las van a tener que ver con algo más que con unos simples escudos antidisturbios.

Lo que más preocupa a la policía es que esto se extienda al South London, donde siempre han tenido mucho menos éxito desmantelando bandas armadas que en la zona este. Y ya está pasando.

“Guerra callejera” suena a predicción algo pretenciosa, pero no olvidemos que luchar, en 2011, es algo que está en el aire. La protestas estudiantiles demostraron que hasta los estudiantes de teología primerizos y la progenie de la era del rock progresivo podían constituirse en amenaza. Igual de significativo, de la Primavera Árabe se ha hablado en tono y términos tan triunfalistas que el concepto de “luchador por la libertad” nunca antes había estado tan de moda. Cierto, puede oponerse que los alborotadores de Tottenham no tienen nada que ver con los manifestantes de Siria, pero prueba a decirle a un grupo de tíos jóvenes y sin recursos, ebrios de peligro, que enfrentarse cara a cara con un cordón de policías con trajes antidisturbios no supone su mayor y más glorioso momento de autonomía. Si te ganas la vida trapicheando con drogas, la policía es claramente el enemigo, y una vez ésta empieza a dispararte, responder con violencia adquiere todo el sentido del mundo (lo de robar televisores no es sino el típico efecto secundario que se da en cualquier guerra). Es fácil adoptar una posición moralmente airada y asumirla con todas sus consecuencias cuando estás en la mierda, y cualquier joven desempleado en Tottenham o Hackney probablemente lo está. Y, si es verdad que el desencadenante de la violencia del fin de semana fue el ataque de una patrulla de la policía a una chica adolescente, entonces no cabe duda de que dicha posición es un lugar muy seductor en el que estar.

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Suceda lo que suceda, está claro que la policía va a perder el culo por sofocar cualquier foco de descontento en el East London antes de que den comienzo los Juegos Olímpicos. De lo que no estoy seguro es de si la decreciente reputación de este país podría sobrevivir al equipo holandés de bobsled siendo insultado y apaleado por la E9 Band Bang.

A continuación, os presentamos un informe en el que el fotógrafo Henry Langston presenta fotos, vídeos, anécdotas y comentarios sobre la noche del sábado, cuando se dio el estallido inicial de violencia en Tottenham High Road.

Llegué a la escena de los hechos a eso de las 11 de la noche, unas dos horas y media después de que el primer proyectil, lanzado en un arrebato de rabia, volara por los aires. Seguí a varios policías a caballo en dirección a Tottenham High Road, hasta llegar a un cordón que bloqueaba la ruta hacia el barrio. Desde donde yo estaba, podía ver varios edificios ardiendo. También un autobús de doble piso era pasto de las llamas. Me puse a hablar con un tipo, un residente de la zona, que me condujo a través del cordón por una calle paralela. Pasamos por delante de un local de la cadena de apuestas William Hill. También estaba ardiendo.

Dejamos atrás varios solares y edificios y finalmente logramos llegar a Tottenham High Road. Un gran número de alborotadores se había concentrado alrededor del autobús incendiado, mientras otros empezaban a saquear los locales y comercios. Había hombres jóvenes en Iceland, en una joyería y en una oficina de correos. Los que estaban en la oficina lanzaban al ire paquetes de cigarrillos como si fueran confetti. A continuación, otro local de apuestas pasó a ser objeto de violencia. La caja de seguridad fue reventada y no tardó en quedar vacía.

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Media hora después, la muchedumbre se puso nerviosa, varios fotógrafos fueron atacados y transeúntes y mirones asaltados, hasta que la policía inició una carga e hizo retroceder a los alborotadores. La turba respondió levantando barricadas y prendiendo fuego a una comisaría. A esto le siguió un estancamiento en las hostilidades que duró una hora entera, y para mí habría resultado suicida quedarme merodeando por allí con mi cámara a cuestas (me podría haber pasado algo parecido a lo que le pasó a este pobre tío). De vez en cuando, durante este punto muerto, los alborotadores, sin duda los más lanzados que yo haya visto nunca, cargaban contra la policía sin más arma que los puños, mientras una salva de ladrillos, botellas y objetos incendiados trazaban un arco por encima de sus cabezas hacia las fuerzas policiales.

Mientras la policía montada obligaba lentamente a los jóvenes a retroceder, un Aldi y un edificio adyacente empezaron a arder. Llegado este punto, el grupo se volvió todavía más audaz y dejó de retroceder cuando la policía cargaba. Los polis cambiaron de táctica y llamaron a un helicóptero para que hiciera pasadas rasantes cerca del suelo; el viento levantado por sus hélices arrojaba escombros y brasas hacia los alborotadores.

Saquearon un pub llamado The Pride of Tottenham, empleando las jarras y botellas como objetos arrojadizos. Después prendieron fuego a una tienda de la cadena Carpetright y las llamas se extendieron a los pisos superiores. Se corrio el terrible rumor de que había una persona atrapada que estaba golpeando las ventanas pidiendo ayuda. Una oficina de empleo y unos despachos municipales cercanos fueron las siguientes propiedades en ser saqueadas, antes de que la multitud se hiciera con varios palés de frutas y verduras de un supermercado y cargara con ellos contra la policía. La policía respondió con sus perros de ataque. Al moverse ellos hacia delante, yo me quedé atascado detrás de las líneas policiales. Emprendí el regreso a casa mientras la policía empezaba a recuperar el control del área.

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El domingo por la mañana, Tottenham High Road parecía una zona de guerra. Más de 20 tiendas y casas había sido devoradas por el fuego. La calle estaba sembrada de escombros y de vehículos quemados, que los residentes observaban con asombro y desesperación. Lo que sucedió en Tottenham este fin de semana hizo que los altercados estudiantiles del año pasado parecieran un seminario sobre teología. Lo aterrador es ver cómo se están desarrollando las cosas. Ya vamos por el cuarto día.

TEXTO ALEX MILLER Y HENRY LANGSTON
FOTOS Y VÍDEOS: HENRY LANGSTON
VÍDEOS CON IPHONE: UN RESIDENTE DE TOTTENHAM