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deporte y conflicto

Fútbol, diáspora y la lucha de Kosovo por la independencia

Kosovo produce excelentes futbolistas, pero la lucha institucional del país por el reconocimiento global como Estado aún no ha conseguido que su selección nacional dispute partidos oficiales.
Foto de Craig Mitchelldyer

El pasado mes de marzo, un partido de clasificación para la Euro 2016 entre las selecciones de Albania y Serbia terminó con un altercado tras la aparición de un pequeño dron sobre el campo de juego. El artefacto llevaba atada una bandera de la "Gran Albania", esto es, la propia Albania más el estado étnicamente albanés de Kosovo, que lucha por independizarse de Serbia.

La cuestión kosovar todavía inspira violencia y odio en una región que ha lleva años siendo víctima de múltiples conflictos. Kosovo, de hecho, es "tierra de nadie" para la comunidad internacional. Al país balcánico se le permite concursar en Eurovisión, se le ha concedido plaza en los Juegos Olímpicos y su selección nacional ha comenzado a jugar amistosos internacionales organizados por la FIFA; no obstante, el órgano regulador del fútbol europeo, la UEFA, rehusa admitir a la confederación kosovar en su seno. Kosovo, por lo tanto, no puede disputar ni Eurocopas ni Mundiales.

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Lo cual nos lleva a una pregunta: si hubiese una selección exclusivamente kosovar, ¿cómo sería el equipo?

Pues considerablemente bueno.

Durante la Guerra de los Balcanes en los años 90, los kosovares huyeron y se diseminaron por toda Europa. En un inesperado giro de los acontecimientos, el fútbol de los países que aceptaron refugiados ahora se beneficia de ello: la diáspora de este estado minúsculo ha producido multitud de jugadores internacionales para otros países. Tal es su número que el presidente de la federación kosovar de fútbol describió un partido de clasificación para el Mundial disputado en 2012 entre Suiza y Albania como "ver a Kosovo A jugar contra Kosovo B".

Granit Xhaka, internacional con Suiza de origen kosovar, celebra un gol con la selección del país alpino. Foto de Ruben Sprich - Reuters.

En el equipo suizo jugaban tres kosovares (Xherdan Shaqiri, Granit Xhaka y Valon Behrami) que después serían estrellas en la Copa del Mundo de Brasil. Otro ejemplo es una de las grandes esperanzas de la selección belga de cara al futuro, el jovencísimo futbolista del Manchester United (e hijo de emigrantes kosovares) Adnan Januzaj.

En Kosovo, algunos han empezado a ver el reconocimiento de la FIFA como un paso fundamental del futuro reconocimiento completo del país a nivel internacional. El país, de hecho, está avanzando en la dirección correcta. Este año, con la aprobación de la FIFA, Kosovo recibió a las selecciones de Haití (0-0), Turquía (1-6) y Omán (1-0). La selección kosovar también disputó un partido contra Senegal fuera del país, en Suiza (1-3 para los africanos).

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"El fútbol no es política, aunque puede influir en la política", aseguró a VICE Sports el viceministro de Exteriores de Kosovo Petrit Selimi. "El hecho de que la gente se acostumbre a oír el nombre de Kosovo en deportes, música y cultura en general hace más fácil presionar para que finalmente las Naciones Unidas lo reconozcan como Estado".

"Tener una selección nacional, que Facebook te reconozca como país o cantar una canción en Eurovisión son señales de identidad nacional muy importantes", explica Selimi.

Tras la decisión tomada hace escasas semanas por el Comité Olímpico Internacional (COI), Selimi afirma que la pequeña nación balcánica renovará su solicitud para entrar a los cuerpos de gobierno del fútbol: "El COI tomó una decisión que llenó de júbilo a miles de jóvenes deportistas de Kosovo cuando admitió a nuestro país en los Juegos Olímpicos. Será imposible para la FIFA seguir cerrada a la idea de permitir que los niños de Kosovo compitan internacionalmente; sería una decisión cruel y antideportiva".

Cuando ganó la Champions League con el Bayern de Múnich en 2013, Xerdan Shaqiri se envolvió con una bandera que combinaba los colores de Suiza y de Kosovo. Hasta que la FIFA no reconozca al país balcánico como miembro de pleno derecho, sin embargo, es difícil que jugadores de su calibre ignoren las llamadas de grandes selecciones como la suiza o la belga.

Besart Berisha, internacional por Albania, es otro ejemplo de la realidad de los futbolistas de origen kosovar. Berisha nació en Pristina, Kosovo, creció en el Berlín este y, después de un prometedor inicio de carrera en la Bundesliga, ahoradomina la A-League de Australia. A pesar de estar abierto a la idea de jugar para Kosovo, Berisha ha representado a Albania un gran número de veces y no tiene claro que deba cambiar de equipo nacional.

"Soy de Kosovo, pero elijo la selección de Albania. Somos casi lo mismo: hablamos la misma lengua, somos iguales", asegura el jugador. "El asunto es que si estoy en Europa, sí, vendré a jugar para Kosovo, ¿por qué no? Pero vivo muy lejos de aquí, así que si me llaman para amistosos es difícil que esté listo: necesito 30 horas de vuelo para venir".

Según Selimi, los jugadores como Shaqiri o Berisha no tienen ninguna presión para cambiar de selección: "Los kosovares tienen una vasta diáspora alrededor del mundo y deberían jugar para el equipo nacional en el que se sientan más cómodos".

"Cuando Xherdan Shaqiri mete un hat-trick para Suiza en la Copa del Mundo o Januzaj se convierte en el nuevo ídolo de Bélgica, nosotros los kosovares nos sentimos orgullosos de ellos, porque somos un país nuevo, un auténtico producto del siglo XXI, con una población y un mundo laboral globalizados", concluye.