Out Of Steppe: desafiando las estepas de Mongolia con el skate
Alle Fotos: Percy Dean

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¿quién dijo miedo?

Out Of Steppe: desafiando las estepas de Mongolia con el skate

En 2014, un grupo de skaters viajaron a Mongolia para descubrir la sensación de patinar en las estepas. De ese viaje nació una película, Out of Steppe, que VICE Sports te presenta en exclusiva.

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En 2014, un grupo de skaters decidieron que el mundo era demasiado grande para quedarse en casa, así que se les ocurrió ir a… Mongolia.

De este extraño viaje, dedicado a conocer la escena local mongola y a experimentar las posibilidades del país asiático, nació una película que VICE Sports te presenta en exclusiva: Out of Steppe.

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Entre los riders que fueron a descubrir Mongolia está Joseph Biais, un experimentado skater de 29 años que no dudó ni un segundo cuando se presentó la oportunidad de viajar a este país de Asia Central. No sorprendente su predisposición, ya que este patinador ya ha llevado su tabla a Canadá, Estados Unidos, Australia, Marruecos, Vietnam, Israel, Japón y Filipinas.

Decidimos hacerle unas cuantas preguntas a Joseph sobre el origen del proyecto, el descubrimiento de Mongolia y su encuentro con los habitantes del lugar.

¡Hola Joseph! ¿Cómo surge la idea de ir a patinar a Mongolia?

¡Buenas! Bueno, la idea de ir a practicar el skateboarding a Mongolia viene de mi amigo Bertrand Trichet, que ya había viajado a Mongolia como fotógrafo en 2004. El punto de partida para ese primer viaje fue cuando se descubrió la foto de un 'skatepark' gigantesco de metal en Ulán Bator. Esto le incitó a reunir a un grupo de skaters para ir en busca de ese lugar.

Más allá de esa foto, no sabíamos absolutamente nada sobre el skate en Mongolia. Diez años después, Bertrand quiso organizar otro viaje y repetir más o menos el itinerario original: patinar en la capital, Ulán Bator, pero también pasar tiempo en las estepas e intentar hacer skate en un espacio que, en principio, no se presta para eso.

Otro de los objetivos era hacer una comparación entre la Mongolia de hace una década y la Mongolia de hoy en día, incluyendo la evolución de su escena skate.

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¿Cuál fue tu primera impresión al llegar?

La verdad es que no sentí un gran choque cultural al llegar. Llegamos a la capital y nos quedamos ahí dos o tres días antes de ir a las estepas. Me pareció que Ulán Bator era similar a las capitales europeas, con grandes tiendas, mucho tráfico y personas vestidas básicamente como en Occidente.

Lo que más me impresionó fue la mezcla de estilos urbanos en diferentes zonas: por un lado, las áreas más viejas, donde los edificios y las aceras de las calles están en mal estado; por otro, los enormes edificios nuevos en pleno centro. Hay un contraste bestial ahí.

¿Se prestan las ciudades mongolas a patinar?

Creo que hay que diferenciar entre Ulán Bator y el resto de Mongolia. La capital tiene calles y aceras asfaltadas, así como grandes plazas —algunas de las cuales acaban de ser construidas—, lo que permite patinar sin ningún problema. La gente no está harta del deterioro y del ruido que ocasiona el skate, porque hay relativamente pocas personas que patinan: a decir verdad, esta actividad no es demasiado popular aún en Ulán Bator. Los skaters de la capital son un grupo muy pequeño.

Al revés de algunas grandesciudades del mundo donde el skate está prohibido, en Ulán Bator el skate es casi desconocido y yo diría que en general los habitantes sienten curiosidad y se divierten al verlo. Por eso dejan patinara la gente, en lugar de tratar de impedírselo, y eso vuelve las cosas mucho más sencillas.

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La estepa y el resto de Mongolia —al menos las partes que tuve la oportunidad de visitar—, están compuestas por grandes espacios vírgenes donde hay todo tipo de ganado. En las ciudadespequeñas y los pueblos, las calles no siempre están pavimentadas. También hay poblados efímeros, donde varias familias nómadas instalan sus 'gers' —tipo de 'yurta', la vivienda tradicional— durante un tiempo antes de marcharse a otra parte.

Evidentemente, ese entorno no se presta a la práctica del skate, pero lo que es interesante es justamente ese contraste: lo apasionante es descubrir qué se puede hacer a pesar de las dificultades. La práctica más pura del skate es obviamente posible en Mongolia —y en todos los lugares del mundo donde el suelo permita deslizar una tabla—, pero si hablamos de cultura skate (aficionados, códigos, revistas, historia, infraestructura, 'skateparks'…) no hay absolutamente nada que invite a la práctica de este deporte.

¿Encontraste algún tipo de freno al desarrollo de esta emergente comunidad skater?

De nuevo, creo que hay que distinguir claramente la capital del resto de Mongolia. En lo que concierne a Ulán Bator, los frenos al desarrollo de esta comunidad no están, a mi parecer, ligados a un problema de libertades o costumbres. Antes que nada es una cuestión de equipamiento: la base de la práctica del skate.

Sencillamente, no hay tiendas que vendan material para el skateboarding en Ulán Bator. Recuerdo que varios skaters locales nos dijeron que solo lograban conseguir tablas cuando sus amigos iban de viaje a China o Estados Unidos; en estos casos, volvían con equipo para todos los skaters que se lo habían pedido. En Mongolia es un problemón el mero hecho de remplazar una rueda rota o conseguir lija. Claramente eso frena el desarrollo de esta comunidad.

El entorno cultural, por otro lado, no favorece demasiado a esta comunidad. El skate es una práctica muy juvenil y marginal en Mongolia, y la cultura popular no tiene ningún vínculo con esa práctica. Hace falta desarrollar e incluso crear muchas cosasdesde cero. La escena local ahora puede tener acceso a todos los medios sobre skate del mundo a través de internet… pero aún así sigue aislada.