Podríamos discutir hasta el hartazgo los méritos de considerar al enfrentamiento entre dos equipos un clásico o no. Hay los que son líos regionales, otros son más bien asuntos de alguna tradición recóndita vuelta épica. Este, el de Merseyside, es de los primeros. Vecinos incómodos, representantes de tradiciones distintas, el Liverpool y el Everton prometen siempre vértigo y patadas. En la edición más reciente fallaron en la primera, pero cumplieron en la segunda.Esta edición terminó con un 1-0 que se jugó, en realidad, en el segundo tiempo. El primer acto de esta obra fue un asunto más bien soporífero y trabado. Los de Koeman y los de Klopp crearon pocas oportunidades y remataron poco al arco. Un preámbulo muy aburrido.El segundo destapó la trabazón: mínima, por el mínimo resquicio. No miento. ¿Lo vieron? Cayó el gol al minuto tres de compensación. Es decir, casi al 94. Porque el árbitro había decretado ocho de repuesto. Y el gol, bue… por el mínimo resquicio.
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Sin embargo, la verdadera representación gráfica de esta edición del clásico de Merseyside fue esta barrida de Ross Barkley sobre John Henderson: dos mediocampistas tozudos al centro de la estampa, y un patadón bastante tardío y, si me apuran, temerario.Gol do Mané aos 90+5 — The Reds BR (@theredsbr)19 de diciembre de 2016
Después del partido, Henderson comentó lo sucedido. Según él, fue cosa de mal cálculo, no de mala intención.Horrendous. — Liverpool Gifs (@lfcgif)19 de diciembre de 2016
Por lo menos hubo patadas.Henderson on Barkley challenge: It was pretty late. I know Ross well, I think he just mistimed tackle, he apologised after game.
— This Is Anfield (@thisisanfield)19 de diciembre de 2016