El proyecto solidario Goofys o por qué el surf sí que da la felicidad

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abriendo horizontes con el surf

El proyecto solidario Goofys o por qué el surf sí que da la felicidad

El proyecto Goofys nació en Barcelona de la mano de cuatro locos por el surf para ayudar a los niños con trastornos físicos y mentales a disfrutar del mar y del deporte de una forma distinta.

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Si os diera la imagen de un trocito de limón sobre de vuestra lengua, y os pidiera que pensarais en su frescura y en su acidez, probablemente vuestro celebro os daría la sutil sensación de estar saboreando de verdad ese trozo de limón. Al fin y al cabo, el celebro es nuestra arma más potente, y su capacidad de influir sobre nuestro organismo es enorme.

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Los miembros del proyecto Goofys, dedicado a mejorar la vida de los niños con trastornos físicos y mentales, lo saben muy bien.

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"Hay un hombre llamado Aitor Francesena que nació con ceguera en un ojo; haciendo surf se quedó ciego también del otro. No ve nada, absolutamente nada… y aún así, es el entrenador de muchos grandes surfistas de España", me cuenta Idil Criado Bazán, una de las fundadoras de Goofys, mientras tomamos una cerveza frente al mar en una terraza de la Barceloneta.

"Las historias como la de Aitor nos dan fuerza para creer en lo que estamos haciendo", continúa Idil. "Si él es capaz, ¿cómo no vamos a serlo los demás?".

"Todos los miembros de Goofys practicamos el surf, es nuestra pasión común", me asegura Idil. "Teníamos ganas de hacer algo que incluyese a los niños que no han tenido la suerte que hemos tenido nosotros, y pensamos… ¿por qué no precisamente el surf?".

Cuando le pregunto la motivación que existe detrás de Goofys, Idil es clara: "Nosotros no ganamos ni cobramos nada con todo esto. Es una organización que existe por amor al surf y por ayudar a los demás. Es muy simple", afirma.

Idil me explica con entusiasmo su pasión por el surf, y mientras tanto van llegando los demás miembros de Goofys: Patricia Villamore, Marc Conca y Carles Gilibets. Tras las presentaciones de rigor, les pregunto cómo nació su organización.

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"Empezamos hace ya dos años, en 2014", me cuenta Idil. "Hicimos varias sesiones de prueba y fue un éxito desde el principio. Los padres y los niños querían más y más, fue maravilloso".

"El único problema es que dependemos de una empresa que nos da el material para que los niños puedan entrar al mar y probar el surf", interviene Patricia. "Tenemos que gestionar la organización con ellos y con las escuelas y hospitales. Intentamos hacer lo posible con lo que tenemos".

Llega el turno de Carles, que se dirige a mí con tono firme: "Cada niño tiene un monitor para ayudarle con el contacto con el agua. A veces entran al mar también con sus padres o con el médico, porque la emoción puede hacer que te distraiga: las primeras veces no sabes muy bien qué va a pasar", me explica.

"Hay que decir que al principio tuvimos miedo, pero sabemos que todo esta hecho con la máxima seguridad: el mar no hace daño a nadie si lo controlas bien", añade Carles.

Aún no tengo claro qué trastornos sufren los niños que participan del proyecto Goofys, así que se lo pregunto. Patricia me lo explica: "Tenemos a niños con patologías tanto físicas como mentales. Hemos tenido muchos niños con autismo, por ejemplo, u otros con problemas físicos graves que venían del hospital de Sant Joan de Déu. Para nosotros, sin embargo, los objetivos siempre son los mismos: que salgan de sus rutinas y que se lo pasen muy bien", sonríe.

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La idea me parece maravillosa, y les hago notar que me fascina que eligieran precisamente el mar para llevarla a cabo. "El surf en sí es una terapia", me cuenta Marc. "Para mí también lo es: cuando subes a la tabla te olvidas de todo. Problemas, preocupaciones… todo se va. Es una forma de desconectar de todo lo malo, y creemos que los niños lo viven igual".

"Una vez un médico nos dijo que una hora en el mar equivale a tres sesiones de fisioterapia. ¿No es increíble?", interviene Carles, sonriendo.

No todo será perfecto, no obstante, ¿no? "No, es verdad: al principio también hubo médicos en contra de nuestra idea, pero en mi opinión fue más por ignorancia que otra cosa", me explica Carles, un poco como contrapunto a su afirmación anterior.

"Cuando hablas de surf la gente se imagina olas enormes y muy peligrosas, y eso no parece compatible con un niño con discapacidad motriz", prosigue. "Sin embargo, después de la primera sesión se nos acercó una de las responsables del departamento infantil en Sant Joan de Déu: quería darnos la enhorabuena porque nunca se habría imaginado un resultado tan bueno".

¿Cuándo funciona el proyecto Goofys?, les pregunto. "Depende de los horarios de la Pvkas Surf Eskola de Barcelona, así como de los monitores y del material disponible", me explica Idil. "Cuando lo tenemos todo, Patricia y Carles reúnen a unos diez chicos y chicas… y venga, ¡hacia el mar!".

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Patricia, no obstante, admite que aún hay pocos recursos materiales y humanos: "El gran problema es que podemos incluir a muy pocos niños porque no tenemos infraestructura. Estamos buscando colaboradores para podernos expandir", me asegura mientras toma un sorbo de té.

"Nos gustaría que fuese todo gratis, tanto para nosotros como para los niños", tercia Carles. "Eso nos permitiría seguir las clases que hacemos en el mes de junio en otros meses, como septiembre, agosto e incluso quizás octubre. Así podríamos dar la oportunidad de participar a más niños".

Patricia, tras otro pequeño sorbo de té, me comenta que ahora mismo Goofys colabora con el mencionado hospital de Sant Joan de Déu, con la escuela de educación especial Taiga y con tres o cuatro centros más. "Hemos tenido que rechazar a más gente porque no disponemos de medios para acoger a más niños. Es una pena, pero sin más recursos es imposible", reconoce.

"La idea es que los padres y doctores se den cuenta de que esto ayuda muchísimo a los niños", prosigue Patricia. "Lo que pasa es que dependemos totalmente de la buena voluntad de terceros. Hemos decidido buscar algún patrocinador que nos ayude a hacer que los chavales disfruten del mar y del deporte… precisamente porque lo merecen y pueden hacerlo igual que nosotros o más".

Mientras seguimos hablando de surf, Idil me explica que también han logrado tener su propio espacio en el festival Surfcity de Barcelona. El evento contará este año con una zona dedicada a las asociaciones con fines sociales dentro del mundo del surf: ahí estarán Goofys y otras organizaciones no gubernamentales con el objetivo de darse a conocer.

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Termino las preguntas que tenía programadas y empezamos a hablar de todo y de nada, disfrutando de los tenues rayos del sol de enero. En un momento dado se hace el silencio y oímos el sonido de fondo de las olas, que lamen mansamente la playa. Entonces aparece el camarero.

"¿Querrás un poco de limón en el té?", le pregunta a Patricia.

"¿Limón?", responde ella. "Bueno, ¿por qué no?", contesta, sonriendo.

Sigue al autor en Twitter: @nicolerebo