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Música

Yo también soy una persona: La heroica y apasionante historia de un homo sapiens en Ceremonia 2017

No tengo miedo a la muerte. Nomás tengo miedo de morirme en Ceremonia.

"Para empezar esta reseña solo quiero decir que aunque les sorprenda yo también soy una persona."

Esta es la línea que se me ocurrió para empezar el texto en un arranque de inspiración divina que tuve por ahí de las 6 de la tarde. Recuerdo que iba a empezar así porque andaba muy ajo y pensé que lo mejor era hacer una reseña que no hablara del festival y en cambio se centrara en la historia de un hombre común y corriente recorriendo los campos mexiquenses en busca de sentido. Lamentablemente al despertarme al día siguiente toda esa inspiración divina desapareció y aceptémoslo: a nadie le interesa leer cosas profundas en el internet si tienes a tu disposición inmediata entretenimiento como: "Los gatitos más graciosos del internet: te vas a morir de risa" (más de eso adelante).

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Selfie en el baño de Vice

Con la telenovela moderna citadina que fue la cancelación un día antes, el DF se unió como pocas veces para hacer las dos cosas que mejor le salen: quejarse y buscar plan. El primer día no llegué gracias a que mis amigos son un desmadre y ni de pedo íbamos a llegar temprano por esperar a que llegaran todos para irnos. Una vez que se hizo el anuncio oficial, en lugar de andar buscando plan, nos prendimos los porros de mota chida y nos pusimos videos de gatitos en la tele. A pesar de que apenas fue hace dos días, no recuerdo bien la secuencia de eventos pero eventualmente vimos un programa de un perro con playera y nos comimos unos tacos. Ya iba de regreso a mi casa cuando me llegaron dos mensajes de Whatsapp: en uno me avisaban que se iba a hacer el festival en domingo y en otro me invitaban a un reven. La gente responsable obviamente se hubiera ido a su casa para poder llegar fresco al día siguiente pero yo asumí que de todas maneras todos iban a llegar crudos y me fui a la fiesta. (Por cierto, ¿qué pedo con la banda que se fue a echar la peda a la Marquesa?)

Al día siguiente llegué acompañado del equipo de Vice como a la una. El sol brillaba, los pajaritos eran arrastrados por el viento y las chelas eran gratis. La primera banda que vi fue AJ Dávila y durante su set aproveché la buena vibra a mi alrededor para echarme unos toques (eléctricos obvio). A mi segundo AJ favorito (el primero siendo AJ Mclean de los Backstreet Boys) ya lo he visto un buen de veces y estoy seguro de que aceptaré cualquier futura oportunidad que tenga de verlo porque a mi parecer siempre destroza el pedo. Además con la superbanda que trae ahorita (Aaron de Nos Llamamos, Ana Cristina de De Descartes a Kant, Manú de Carmen Costa y Pablo de Minor Shadows) es casi seguro que donde lo veas va a dejarte pendejo. Terminando este acto me percaté de que me dolían las piernas, me arrepentí de haber ido a un festival donde el headliner es la caminada y me fui a sentar en lo que empezaba el prodigio de Sonora conocido como Simpson Ahuevo.

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AJ Dávila en concierto

Al chile a mi me valía verga ver a Nicolas Jaar. Mi hit de hits era ver al Simpson tocando su éxito "Fiebre". Aunque llevo varios años de conocer el proyecto siento que ahorita es cuando está sacando sus hits más perrones: "Jaquemate", "Blunt de Guayaba" y la ya mencionada "Fiebre" (que un día antes no dejaba de cantar cambiándole la letra para que dijera "Aquí no hay un error / se cancela el concierto"). A pesar de haber visto muchas veces al rapero favorito de la Roma, creo que ayer fue cuando salí más rayado por lo amarrado que estaba su set y la participación de Alan Anaya, que si bien ya lleva un rato con él siento que andan en sintonía muy cabrón.

Si alguien me pregunta ¿a qué hora se dejó caer la chaviza? Sin duda respondería que a las 4:22 que fue la hora en que chequé mi cel y pensé "oye si se dejó caer la banda". Nunca había ido a un festival solo, o más bien nunca había tomado la decisión consciente de vivir un festival de a solapa y no solamente descubrí que a nadie le importas un carajo sino que también es de lo mejor que puedes hacer ¿Nunca te ha pasado que vas a un festival y no tienes ni puta idea de a dónde vas todo el tiempo porque eres parte de un grupo que anda de arriba pa abajo? Cuando vas solo a un festival, sientes que el mundo es tuyo. Está chido no tener que compartir tu chela con todos tus amigos durante el día porque no pueden comprar las suyas porque están "ahorrando" para su examen de la prepa.

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La Banda Bastön me dejó extasiado como siempre y si no los topan cierren esta pestaña y búsquenlos en YouTube ahorita. Siento que, si bien andaba muy prendi viendo al Simpson, los Bastön me movieron el suelo muy denso. Me reventaron el chocho sin querer y eso que todavía no me comía ningún chocho. Los beats asesinos del Dr. Zupreeme te afectan a un nivel casi mágico-subconsciente que hace que tu razón se desconecte solo para intentar volver para analizar las palabras que escupe el Señor Malo, Muelas himself, con la misma facilidad que demostraba el Don Vergas del concurso de declamación en tu primaria.

Acabada la presentación de los bajacalifornianos necesitaba un periodo de paz y calma para dejar que mi cerebro asumiera lo que acababa de presenciar, así que me di el tiempo de ir a pendejear por el festival sin ningún objetivo en particular más que el de buscar aventuras. Ya andaba medio jaladón y en la carpa de prensa ya no regalaban chelas. Compré una en otro lado y me fui a dar el rol. Inicialmente me encontré a una chava de una marca de tenis que me dijo que estaba buscando gente de prensa para llevarlos a un juego mecánico (como si eso me hiciera comprar zapatos) pero bueno, el chiste es que varios tipos de prensa y yo la seguimos a lo que parecía ser una versión de feria del Kilauea de Six Flags. Al llegar, recapacité sobre la serie de decisiones que me habían llevado a ese momento porque juraba que me iba a morir en esa madre. Juraba que no sé, una ráfaga de 80 km/h iba a arrancarnos de nuestros asientos para aventarnos al vacío y todo el esfuerzo profesional que había hecho en la vida iba a quedar reducido a ser "el tipo que se murió en la activación del Ceremonia". Me da más miedo ser ese wey de lo que me da miedo morirme. No tengo miedo a la muerte, nomás tengo miedo de morirme en Ceremonia.

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Me trepé al juego en modalidad Destino Final y mientras mi mente proyectaba miles de posibles escenarios que culminaban con mi fallecimiento, le comenté al que se sentó junto a mí que no sabía si yo era miedoso o estaba muy pacheco y el me dijo que seguro era de los dos. Me reí y me arrepentí de haber nacido. Todo fue muy rápido y la verdad estaba súper equis la parte movida del juego. O sea, perdón por el malviaje Ceremonia, ya sé que no hubieran abierto si no podían asegurar mi seguridad; pero igual y tenía que vivir algo así por mi cuenta para realmente saberlo. Terminada mi experiencia en la que casi bailo con la flaca, experimenté unas ganas de vivir incontenibles. Quería brincar y gritar o gritar mientras brincaba o algo así muy extremo. No tenía tiempo de analizar cómo demostrar correctamente la felicidad que sentía de estar vivo, así que hice lo que cualquier persona normal haría y me tomé una foto con unos desconocidos. Ya sé, yo no escogí ser tremendo.

Con mi renovada pasión por la vida fui a dar de nuevo al corral de prensa en donde alguien me ofreció un cuartito de ajo. No lo dudé ni un instante y me lo metí a la boca. En lo que me pegaba, hice lo que cualquier persona que está a punto de sufrir los efectos lisérgicos de una droga que le acaban de regalar haría y caminé a la carpa de Ley Seca Medusas: una carpa dedicada al rave noventero y las cosas locas en general. Siento que de haber llegado media hora después, nunca me hubiera ido. Seguiría ahí gritándole a Yego Pedo (el headliner de ese escenario) que pusiera más rolas mientras intentaba convencer a los que desmontan para que dejaran la carpa montada hasta el próximo año ¿Quién sabe? Igual y pude haber encontrado al amor de mi vida en ese paraíso de rave y hubiéramos criado a nuestra familia ravera en esa pequeña carpa que no era mucho… pero el amor lo puede todo.

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Mi necesidad de buscar aventuras y encontrar "la otra cara del festival" terminó cuando alguien me regaló una pulsera de acceso Plus. No me quiero ver mamón ni presumido, pero no mames lo chingón que está ese pedo. Todo empieza con un carrito de golf al que te trepas y te lleva a una sección donde los baños no son sanirent, puedes ver el concierto SENTADO y checate esto: tienes un concierge ¿Para qué sirve el concierge o en que particular caso necesitarías la ayuda de uno dentro del festival? Ni puta idea pero… !un concierge wey! La neta ya andaba valiendo madres denso en términos de dolorcitos corporales. Me encontré a unos amigos que me invitaron a su mesa y nambre: el headliner para mí fue el silloncito de ese festival (Ya se que ya hablé de varios headliners pero es mi texto y puedo hacer lo que quiera, no mames.)

Pasado un rato, en el que ya me sentía como cuando a Jack lo invitan a cenar al comedor de primera clase en Titanic, comenzó a tocar Björk ¡Qué padres oye! Jamás pensé que iba a ver a Bjórk pero ps así como que me cambió la vida y acabé llorando pues… sí, obvio. Lloré todo el tiempo que ví a Björk y cuando creía que ya no podía… lloré un poco más. #Bendecido. Lloré tanto que incomodé a todos los que tenía a mi alrededor pero no me importó porque en ese momento Myrtle, la llorona de Harry Potter, era mi espíritu animal.

Con Underworld ya andaba lo que se le conoce como "ambientado", yo por mí me echaba hasta el after party con Teen Flirt y todo el asunto: "Concierge: néctate un grammy". Lamentablemente todo el crew ya se quería ir por lo que para variar, tomé una decisión responsable y me regresé con ellos. Mi parte menos favorita de un festival es cuando me voy porque pienso en todas las posibilidades que no experimenté. No fui a Campamento Roswell, ni a casa Corona, ni mucho menos me intenté colar en el "Anti-vip" diciendo que soy Youtuber, ni al Ojo Rojo, ni a la luna roja (sea lo que sea), ni a la Aldea Ceremonia. Chale, siento que no fui a nada. Hubieran repetido Ceremonia dos días igualito nomás pa poderlo aprovechar bien.

Al llegar a la CDMX me sentía triste, casi hasta vació por lo que fui a visitar al amor de mi vida: los tacos nacos de Insurgentes y Álvaro Obregón. Fue ahí, postrado frente a un plato con 5 tacos de suadero con todo, que entendí que no lo puedes tener todo pero vale la pena luchar por algunas cosas. No, no como esos tacos sino en la vida en general (estoy intentando ser profundo).

***

A @Wachadafunk lo dejó su novia por otro, uno de sus mejores amigos le clavó un cuchillo en la espalda y ninguna televisora está interesada en su serie Doctor Delfín que narra las aventuras de un delfín que es un doctor en un mundo de humanos. A pesar de esto, mantiene una mentalidad positiva y ya no le interesa tener la razón todo el tiempo. Síguelo en Twitter… o no. Pero si no lo sigues, vamos a revivir a Harambe sólo para matarlo otra vez y eso va a quedar en tu conciencia hasta que te mueras.