Así es la vida de los dos últimos habitantes de una aldea gallega

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ESPAÑA

Así es la vida de los dos últimos habitantes de una aldea gallega

Elvira Parada y Antonio Rodríguez tienen 87 años y son los únicos habitantes de Pradelas, Lugo.

Elvira Parada y Antonio Rodríguez tienen 87 años y son los únicos habitantes de Pradelas, una aldea situada en plena montaña de A Pobra do Brollón, al sur de la provincia de Lugo, que desde hace años es una de las provincias españolas más afectadas por la despoblación rural.

Hace años, era una aldea llena de vida. Los vecinos se reunían para charlar y pasear por la montaña y organizaban pequeñas celebraciones. Todos se dedicaban a la agricultura y la ganadería y eran tremendamente felices autoabasteciéndose y viviendo en constante contacto con la naturaleza. Ahora ya no queda nada de todo aquello. Si algo les llegara a ocurrir, Elvira y Antonio no tienen a nadie que les pueda echar una mano.

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Una situación no se parece en nada a la de hace décadas, cuando todas las viviendas estaban habitadas y el resto de las construcciones eran palleiras donde se almacenaba la hierba para alimentar a los animales.

Desde hace ya unos años, Antonio tiene problemas respiratorios y no goza de buena salud. Prácticamente vive conectado a una bomba de oxígeno. Uno de sus dos hijos los visita con frecuencia para traerles alimentos básicos y las medicinas que necesitan. "Nosotros casi no salimos de casa. Tenemos un pequeño huerto, pero con el frío que hace y lo mayores que estamos, está muy desatendido. Antes teníamos muchos animales, pero ya no estamos para mantenerlos".

Mientras charlo pausadamente con Elvira me cuenta que "hace unos años, estábamos descansando en el salón y en plena noche, nos cayó un rayo en casa y nos quedamos sin luz. Mi marido estaba conectado en ese momento a la bomba de oxígeno. Yo estaba tan nerviosa que no podía pensar e intenté llamar por teléfono a la ambulancia, pero obviamente no funcionaba. Tuve que salir andando a esas horas por la montaña hasta llegar A Pobra do Brollón, la aldea más 'cercana'. Los vecinos, consiguieron llamar a la ambulancia, que por suerte, llegó a tiempo. Menudo susto".

En los ojos de Elvira veo una intensa morriña por lo que su aldea fue y nunca volverá a ser. Para ella, vivir así no es vivir, sobretodo porque en cualquier momento podría cortarse de nuevo a la luz y quizás esa vez no salga todo tan bien. Es lo que tiene vivir solos y sin servicios básicos en una aldea entera para ellos. "Ya no sube ni el panadero y si queremos comprar comida, debemos caminar una hora hasta llegar a la otra aldea", su aldea salvadora.

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Los jóvenes que nacieron en Pradelas, la abandonaron en cuanto pudieron. Quizás la cultura del esfuerzo por mantener un lugar vivo ya no persiste en la mente de las nuevas generaciones. Puede que vivir de la ganadería y de la agricultura en plena naturaleza sea algo que ya no se plantean los jóvenes. O puede ser que simplemente no todos podamos.

El problema es que Galicia suma una aldea despoblada cada semana y ya son 3562 vacías. La realidad estructural que la acompaña desde hace décadas, se está viniendo abajo. Los factores principales son la caída demográfica y el envejecimiento de sus residentes. Pero hay más.

¿Por qué seguir queriendo vivir solos pudiendo estar con sus hijos en la ciudad? "Seguimos viviendo en la montaña porque Antonio, pese a estar tan enfermo, no quiere abandonar la aldea donde nos casamos y formamos una familia. Es nuestro hogar y quiere que lo sea hasta el día de su muerte", lamenta Elvira. Ella preferiría irse a Pontevedra con su hijo para estar mejor atendida y no sufrir los percances de vivir en la montaña. Pero la tristeza podría con su único compañero de vida. "Sacar a Antonio de su aldea querida sería mucho peor para su salud".