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Tecnología

¿Por qué un químico prohibido sigue asfixiando la capa de ozono?

El tetracloruro de carbono sigue en nuestra atmósfera, pese a que ya no lo producimos.

20 kilómetros sobre la superficie de la tierra existe una  capa de ozono que envuelve nuestro planeta. Es parte importante del por qué este planeta es habitable. Esta capa de ozono absorbe rayos UV desde el sol, como si fuera una capa de bloqueador solear gaseoso, protegiendonos de la radiación que puede producir cataratas o cáncer.

Desde 1980 que los científicos monitorean los hoyos en esta capa protectora, y mientras el uso de agente que agotan el ozono ha disminuido en años recientes,  un químico muy dañino sigue estando obstinadamente presente. Nadie sabe por qué.

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El químico es  tetracloruro de carbono (CCl4) y, de acuerdo con un nuevo estudio de la NASA, queda mucho en nuestra capa de ozono. "No deberíamos estar viendo esto" dijo el científico atmosférico de la NASA Qing Liang en una declaración.

El tetracloruro de carbono fue ampliamente producido para hacer refrigerantes y propelentes en latas de aerosol, y como solvente de aceites, grasas, lacas, barnices, ceras , goma y resinas. Ha sido utilizado como fumigante de granos, un agente de limpieza en seco y como un inhibidor de combustión usado en algunos extinguidores. También es lo que utilizan las lamparas de lava. El uso en consumidores finales ha disminuido durante años, pero aun es utilizado en algunas industrias. El CCl4 hace bastante mal a los humanos.

El ozono en el 2006; Las áreas púrpura y azul muestran menor concentracón. Image:  NASA

Los primeros síntomas a la exposición de tetracloruro de carbono son dolor de cabeza, debilidad general, letargo, nauseas y vómitos. La exposición prolongada puede causar efectos en el hígado, el riñón y el sistema nervioso central. La información sobre impactos del CCl4 en la salud es limitada, pero la  Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA) señala que los estudios de ingesta en animales muestran riesgos de cáncer en el hígado. La EPA considera que es "probablemente" cancerígeno en humanos.

Con estos efectos en mente, los países alrededor del mundo están monitoreando sus emisión del gas; entre el 2007 y el 2012, la NASA menciona que muchas naciones reportaron cero emisiones de CCl4. Pero los satélites, ya sean globos, aviones y otros que recogen mediciones en la superficie, son una diferente historia.

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Liang y sus colegas comenzaron a trabajar con los datos de CCl4 reunidos por instrumentos de la NASA y la NOAA (la Administración Nacional Atmosférica y Oceanográfica en Estados Unidos). El equipo ingresó los datos al programa 3-D GEOS Chemistry Climate Model, de la NASA, software que muestra la forma en que el CCl4 es descompuesto por la radiación solar y absorbido por la Tierra y océanos.

El estudio de Liang no pudo encontrar la fuente del exceso de CCl4. El resultado fue que mundialmente las emisiones de CCl4 son, en promedio, 39 kilotones al año. Eso es cerca de un 30% de las emisiones, antes que se firmará  el protocolo de Montreal en 1987, una política internacional que aprobó la prohibición de emitir gases que destruyen el ozono, como los clorofluorocarbonos (CFC).

"No deberíamos estar viendo esto"

Estos resultados muestran que los niveles de CCl4 no bajan tan rápido como deberían después de firmado el protocolo. Con cero emisiones internacionalmente, el CCl4 debería haber bajado 4 por ciento al año,  según datos de la NASA. En cambio la baja ha sido cercana al uno por ciento anual.

El tetracloruro de carbono desafortunadamente no es tan conocido como los demás clorofluorocarbonos, o al menos no es lo que primero viene a tu cabeza, comparado con otros CFC. "Sin embargo" dice Liang "el CCl4 es una substancia importante en la disminución del ozono. Es el tercer compuesto antropogénico más importante, detrás del CFC-11 y el CFC-12."

Es posible que existe una fuga industrial desconocida que causa la permanencia del CCl4. O quizás aun no sabemos mucho sobre su química. El modelo de Liang demuestra que el CCl4 perdura en la atmósfera un 40 por ciento más de los esperado.

Es ciertamente un misterio y, porque necesitamos esa capa de ozono para sobrevivir, es probable que necesitemos resolverlo más temprano que tarde.