Cómo es documentar la brutal guerra contra las drogas en Filipinas

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Cómo es documentar la brutal guerra contra las drogas en Filipinas

Con más de 6,000 muertos, hablamos con un fotoperiodista local sobre la realidad de convertirse en testigo de la carnicería.

Más de 6,000 personas han sido asesinadas en la ahora infame guerra contra las drogas del presidente filipino Rodrigo Duterte. El mandatario se volvió popular gracias a su política de cero tolerancia contra el crimen, y su campaña incluía la promesa de matar a 100,000 criminales y arrojar tantos cuerpos a la Bahía de Manila que "los peces se pondrán gordos". Desde que ganó las elecciones en julio pasado, comenzó a cumplir esas promesas. Hablamos con el premiado fotoperiodista local Jes Aznar sobre la situación actual de Filipinas, la naturaleza de los asesinatos y el trabajo de los periodistas para documentarlos.

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Cuando hablamos con Aznar, había estado trabajando cinco meses seguidos, durmiendo durante el día y saliendo por la noche a documentar los asesinatos en las calles de Manila. Sus fotografías de la guerra contra las drogas y sus consecuencias han aparecido en el New York Times, Getty y Der Spiegel.

VICE: ¿Qué sucede cuando sales a una cobertura? ¿Sigues a la policía o visitas las comunidades?
Jes Aznar: Básicamente todos estamos encerrados en esta oficina de prensa de la Policía de Manila, uno de los mayores recintos policiales de la capital. Todos están allí, periodistas locales, periodistas extranjeros, fotógrafos; hay una oficina de prensa en la que podemos pasar el rato. Pero en realidad no tenemos ninguna posibilidad de salir con la policía; no permiten que los medios de comunicación los acompañen durante las operaciones. Nos dan muchas razones, como la seguridad, ya que no quieren que sus operaciones se vean comprometidas, o cosas por el estilo. Realmente no conozco ningún caso en el que permitieran que los medios cubrieran las operaciones policiales. Sólo llegamos a cubrir el evento después del hecho: cuando hay un cadáver. Después de los tiroteos. La mayoría de las veces, quienes realmente nos ayudan son las funerarias. Saben que si se trata de un caso relacionado con drogas, van a recoger los cadáveres, así que nos llaman o nos escriben y nos dicen: "Oye, hay un cadáver en esta área, vamos a ir a recoger el cuerpo".

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Un forense carga el cuerpo de Paul Lester Lorenzo, de 32 años, después de que la policía lo matara en una operación encubierta en Manila, el 17 de agosto de 2016. La esposa de Lorenzo, Aileen Ferrer, de 32 años, afirma que Lorenzo fue visto con vida por los vecinos mientras era esposado por la policía antes de ser asesinado. Foto de Jes Aznar.

Desde que comenzaste, debes haber entrevistado a muchas familias y seres queridos de personas que han muerto. ¿Hay historias específicas que puedas contar sobre las personas que conociste?
La mayoría de las veces, justo después del tiroteo, justo después de que el miembro de la familia fuera asesinado, los familiares están sensibles, y no quieren hablar. Lo que hacemos es volver al día siguiente para hacer nuestras entrevistas. La mayoría de nosotros tratamos de respetar su espacio, especialmente en ese momento cuando ven a un ser querido asesinado. Hacemos algunas preguntas, pero casi siempre cosas pequeñas: cuál es su nombre, si podemos regresar. No nos ponemos tan emotivos en ese momento; tratamos de respetar su espacio. Hay muchas familias que entrevistamos.

Es muy difícil elegir sólo un caso que te haya impactado, porque todos estos casos… te golpean todas las noches. Realmente no hay manera de clasificar todos los asesinatos que han sucedido. Hasta ahora hay un promedio de diez asesinatos que cubrimos cada noche, desde julio del año pasado. Así que puedes imaginar cuántas personas han muerto y cuántas escenas de crímenes ha habido. Pero lo más sorprendente para mí son probablemente los casos en que ejecutan a las víctimas de manera sumaria. Muchas veces encontramos a estas personas sin identificación, sin nada que los pueda identificar, y están ahí, tirados en la calle. Envueltos en cinta adhesiva. Sus caras envueltas en cinta, sus manos atadas. Es sólo otro fulano. Esos tipos de escena, esos casos particulares, me impactan porque… se trata de una persona, ¿sabes? La mataron y ni siquiera tuvo la oportunidad o la dignidad de ser identificada. Tú sabes. Sólo la dejaron ahí, como una especie de animal, no como un ser humano en absoluto. Esos son los momentos en los que realmente me pongo triste. Y perturbado. Porque no quiero terminar así. Nadie quiere terminar así.

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Un revólver calibre .38 yace junto a la mano del cuerpo de un sospechoso de delitos relacionados con drogas, después de un tiroteo con la policía en Manila, 17 de agosto de 2016. Foto de Jes Aznar.

¿Cuántos casos o asesinatos como ese crees que has cubierto en los últimos cinco meses?
Oh, no tengo ni idea. Probablemente decenas.

Recientemente, Duterte anunció que suspenderá la guerra contra las drogas. ¿Crees que hay alguna esperanza de que eso ocurra realmente?
Sí, seguro. Pero las palabras habladas son diferentes de lo que está sucediendo, diferentes de las acciones. Aunque dicen que la guerra contra las drogas está temporalmente suspendida, todavía está ocurriendo. Pero la policía ha cambiado su discurso. Por ejemplo, la otra noche, hubo algunas personas muertas, pero la policía dijo, oh no, los homicidios no está relacionados con las drogas, sino con el robo de vehículos, u otros crímenes.

¿De qué manera ocurren los asesinatos? ¿Hay un tipo anónimo en una motocicleta? ¿Cómo se desarrollan?
Sí, hay muchas maneras. Una sería estos asesinos a sueldo anónimos o desconocidos que se suben a las motos. Van dos en una moto. Se detienen, matan a la persona a quemarropa en la calle. Pero la gente dice que días antes llegan desconocidos que visitan la zona, para estudiar a la persona, conocer su horario, cosas así. Otra forma es cuando decenas de hombres en pasamontañas entran a una comunidad, se meten a una casa y matan a la persona o personas. El año pasado —antes de que Duterte anunciara la suspensión de las operaciones— la policía llevaba a cabo unas operaciones legítimas. Entraban a un barrio, decían que tenían información de que había un usuario de drogas o un traficante en esa casa, en esa área. Y arrestaban a esa persona. Luego, después de arrestarla, luego de un par de horas, podían llamarnos para avisar que había muerto. Y la policía decía que la persona había tratado de escapar, o que había intentado tomar un arma. La mayoría de las veces esa es la razón que dan. Ya hay cientos de casos como ese, donde la persona supuestamente intentó robar un arma y escapar, mientras estaba esposada.

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Otro tipo de asesinato es cuando la persona desaparece durante días. Nadie sabe dónde estaba ni quién la secuestró. Luego, después de un par de días, el sujeto aparece muerto, tirado en alguna parte.

Néstor Hilbano consuela a su esposa, Alma, después de ver a su hijo dentro de la bolsa para cadáveres en un callejón oscuro en Tatalon. Son los padres de Richard Hilbano, de 32 años, quien fue baleado por la policía en una operación antidrogas. La policía en la escena informó que Richard estaba fumando hierba con otras tres personas cuando fueron asesinados. Foto de Jes Aznar.

Así que alguien puede desaparecer de su comunidad, sin que nadie sepa qué ocurrió, y luego aparecer muerto unos días más tarde?
Sí, y luego los encuentran en algún callejón oscuro, con una cartulina pegada en su cuerpo que dice "soy traficante", "soy adicto a las drogas", cosas así. Así que, básicamente, aquí en Filipinas, si odias a alguien, lo secuestras, lo matas y le pones una cartulina que diga que es un dealer, y nadie lo va a investigar.

Y la semana pasada hubo una conversación sobre la transferencia de la responsabilidad de la policía a las Fuerzas Armadas de Filipinas, que implicaría el apoyo del ejército en la guerra contra las drogas. ¿Esto marca un cambio significativo?
Es muy significativo. Las fuerzas armadas son una organización militar. La policía nacional es una organización civil; sus órdenes son el manejo de la paz y el orden local en la comunidad. Ocurre lo mismo en cualquier otro lugar: no puedes emplear a los militares para hacer un trabajo civil. Aquí en Filipinas hemos visto varias atrocidades militares, desde los tiempos de Marcos, desde la ley marcial, la época de Cory Aquino después de eso, los presidentes que siguieron. Los militares tienen una reputación de violar los derechos humanos, dondequiera que estén y cualesquiera que sean sus actividades en las comunidades. Por lo tanto, teniendo en cuenta esto, creo que sabemos qué esperar después de que Duterte dijera que los militares se unirán a los esfuerzos de la guerra contra las drogas.

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¿Crees que la intervención militar cambiaría significativamente el enfoque? ¿Cómo se desarrollaría?
Bueno, los militares tienen una presencia en las provincias y en las comunidades remotas. Así que como lo veo, le daría más alcance a esta orden. La guerra contra las drogas ahora puede implementarse en los pueblos remotos, en las montañas. En el campo, en las granjas, en todos esos lugares. Los asesinatos no se limitarán a las áreas urbanas. Pero esa es mi opinión personal; así es como lo veo.

Es interesante ver esto desde otro país: la popularidad de Duterte sigue siendo increíblemente alta en Filipinas. ¿Por qué sucede eso?
No estoy realmente sorprendido. La gente está muy cansada de lo que ha estado ocurriendo. Se cansaron de cómo la administración anterior manejaba el país y la economía, de que la gente pobre siguiera volviéndose más pobre, y de estos oligarcas, estos millonarios que controlan todo. La gente se hartó, y ahora tienes a alguien que no pertenece a ninguna familia política tradicional. Probablemente la gente lo ve como una especie de esperanza.

¿Y crees que está cumpliendo ese papel? ¿Cuál es el estado de ánimo con todo lo que ha sucedido desde que tomó el poder?
Bueno, hay personas en su gabinete que realmente están haciendo su trabajo. Implementan programas para los pobres, para los campesinos. La secretaria de Medio Ambiente está cerrando las grandes empresas mineras que están destruyendo el medio ambiente, cosas por el estilo. Es muy difícil condenar al gobierno en un solo paquete.

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¿Y cómo son las cosas para ti y tus compañeros, para los periodistas que hacen esta cobertura?
Para empezar, Filipinas ya es uno de los lugares más peligrosos para los periodistas en todo el mundo. A nivel global, creo que podríamos estar en segundo lugar, justo después de Siria, como el sitio más peligroso. Tenemos un promedio de dos periodistas asesinados cada semana. Pero actualmente, no se ha informado aún de ningún periodista asesinado mientras cubría la guerra contra las drogas. Pero es interesante, si nos fijamos en las redes sociales, se puede ver cómo están demonizando y socavando a los periodistas; si un periódico publicara una historia crítica de cualquier aspecto de Duterte y sus políticas, algunas personas dirían automáticamente: "Eso no es cierto, están propagando rumores, fueron pagados por la oposición". Ese tipo de cosas. Las personas son muy rápidas para demonizar, incluso ocurre con el New York Times, la gente dice que la oposición lo financia. El New York Times, Der Spiegel, Al Jazeera, la CNN y la BBC. Afirman que todos han sido pagados. Y eso es realmente una locura, pero no es una locura, es completamente peligroso, socava la libertad de prensa, socava incluso la seguridad de los periodistas.

Desde que he estado cubriendo esto, he recibido mensajes de odio y amenazas en línea. La primera cobertura que hice fue para Open Society, creo que fue el año pasado. No esperábamos que nos llovieran decenas de mensajes de odio. Después de eso, la serie de reportajes para el New York Times, y este video que hicimos, un video de un testigo que solía ser miembro del Escuadrón de la Muerte de Davao, supuestamente creado por Duterte hace mucho tiempo en Davao. Y ahí es donde todo se complicó de verdad, hubo miles de personas muy enojadas. Estas últimas semanas he estado tratando de frenarme. Dejé de cubrir el asunto durante una buena parte de enero. Estaba demasiado cansado. Me pesaba ver cadáveres y familias llorando cada noche. Pensé que tendría un descanso rápido, para respirar de todas estas imágenes sangrientas que veo todas las noches.

¿Tienes alguna esperanza sobre cómo podría terminar todo esto?
Bueno, todos tenemos ciertas esperanzas. Todos nos aferramos a algo. Pero como periodista, ¿qué puedes hacer, en realidad? Todo lo que puedes hacer es estar alerta, informar sobre lo que realmente está sucediendo. Contárselo a la gente, ese es nuestro trabajo. Cualquier ayuda que eso pueda traer está fuera de nuestro control, fuera de mi control. Seguiremos haciendo nuestro trabajo.

Puedes ver el trabajo de Jes Aznar en su sitio web o seguirlo en Instagram.

Sigue a Tess McClure en Twitter.

Esta entrevista fue editada por su longitud y claridad.