Algunas mujeres nos explican cómo se arreglan el pubis
Illustration by Aparna Sarkar

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Identidad

Algunas mujeres nos explican cómo se arreglan el pubis

Preguntamos a varias mujeres cómo gestionan su vello púbico antes de un aborto, un parto o una revisión ginecológica rutinaria.

Por desgracia a estas alturas no es nada nuevo saber que las mujeres, las trans y las personas no binarias estamos sujetas a unos estándares inalcanzables de belleza y a unas expectativas socialmente impuestas que tienen que ver desde con nuestra forma de vestir hasta nuestro vello púbico. Para esto último, nos vemos bombardeadas por imágenes pornográficas de vulvas desnudas y depiladas que afectan al modo en que nos sentimos con respecto a nuestras propias preferencias. De hecho, diversas investigaciones demuestran que solo en torno a un 8 % de las mujeres nunca ha eliminado ni una sola porción de su vello púbico.

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Y aunque tiene bastante sentido que las mujeres se puedan estresar por su vello púbico antes de ponerse manos a la obra con una pareja, existe otro ámbito en el que la presión y las expectativas las siguen persiguiendo y que se comenta con menor frecuencia: la consulta del médico. Para Naseem, una persona no binaria de 24 años de edad, tanto su identidad de género como su diagnóstico de síndrome ovárico poliquístico juegan un papel decisivo en su decisión de arreglarse el pubis antes de ir a ver a su ginecólogo. "Se trata de mí y de la extraña relación que mantengo con mi cuerpo, como si arreglarme esa parte me diera la opción de decir 'Rechazo las normas de género sobre el vello púbico', incluso aunque al final me rija por ellas [recortándome el vello]".

La génesis de este artículo surgió a partir de presenciar varias conversaciones en las que escuché cómo algunas mujeres comentaban su inquietud sobre si deberían arreglarse el vello púbico antes de ir al ginecólogo. Aunque todas expresaban opiniones muy dispares —desde "¿qué más da?" hasta "arreglarse un poco es una muestra de educación"—, lo cierto es que casi todas habían dedicado algo de tiempo a pensar sobre el asunto. Incluso aunque hubiera problemas médicos más apremiantes —como un aborto o un parto—, las mujeres se paraban a pensar qué deberían hacer con su pubis.

"No tengo ninguna expectativa con respecto al vello púbico de mis pacientes. Veo todo el espectro completo", afirma la Dra. Sheila Chhutani, ginecóloga y tocóloga con residencia en Dallas. "Veo tanto mujeres con las ingles brasileñas como mujeres que parece que jamás hayan acercado un par de tijeras a su vello púbico".

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La opinión de Chhutani es probablemente la que ofrecerían la mayoría de médicos, pero muchas personas dedican bastante tiempo a pensar qué es lo que va a ver su ginecólogo. "No estoy del todo segura sobre por qué siento la necesidad de arreglarme impecablemente esa zona, porque mi ginecóloga es fantástica y jamás me juzgaría por eso", afirma Ana, de 25 años de edad. "Pero a pesar de su conducta, pienso que sigo teniendo algo de miedo a ser juzgada si esa zona no está limpia y ordenada".

Ana no es la única persona que tiene la sensación de que la presión social sobre el vello corporal la sigue hasta la consulta del ginecólogo, aunque la inquietud de algunas mujeres vaya en la dirección contraria: se sienten avergonzadas si ceden a esas presiones y no quieren que el médico lo sepa. Emily, de 23 años, afirma que normalmente se recorta o afeita una vez a la semana, pero que siempre tiene en cuenta hacerlo cuando tiene una cita con el ginecólogo. "Siempre he pensado, 'No quiero que piensen que soy una de esas chicas que se afeita para los hombres, así que dejaré un poco de vello extra', lo que supone un pensamiento absurdo", afirma.

Holly, de 29 años, está de acuerdo. "Normalmente me afeito el vello púbico al completo, por mera preferencia personal, pero cuando tengo una cita con el ginecólogo me lo dejo crecer más", explica. "Creo que es porque quiero desesperadamente que me vean como alguien 'normal' con respecto a mi cuerpo, y especialmente con respecto a mi vulva".

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Otras mujeres creen que considerar la posibilidad de modificar su cuerpo antes de una cita con el médico es algo estúpido. "Por lo que a mí respecta, un ginecólogo es un profesional de la medicina, y mi vello corporal no afecta a su capacidad para desempeñar su trabajo", afirma Genevieve, de 35 años. "No me hago la pedicura para ver a mi podólogo, así que no veo la conexión en este caso".

Quería que mi vello púbico dijera: 'Gracias por invertir tu tiempo en salvarme la vida. Aquí tienes tu lugar de trabajo, cuidadosamente preparado'

La Dra. Leah Torres, ginecóloga y tocóloga con residencia en Utah, afirma que se da cuenta de que la mayoría de sus pacientes se arreglan la zona de una forma u otra, ya sea recortando o depilándose el vello, pero también detecta "cierta influencia geográfica y cultural en este hecho". Mechi, de 27 años, es una mujer dominicana que ha vivido tanto en EE. UU. como en la República Dominicana. "Culturalmente, mi madre siempre se preocupó por 'lo que pensarían los vecinos'", explica. "Conforme me hice mayor y empecé a concertar mis propias citas, la idea de dejar que mi ginecólogo me viera sin arreglar me hacía sentir muy incómoda". Pero afirma que sus hábitos en este sentido van cambiando dependiendo de dónde viva. "Si voy a un ginecólogo dominicano, dejo que me vuelva a crecer parte del vello". La experiencia de Mechi se mofa de determinada investigación que descubrió que las mujeres hispanas con mayor nivel de estudios o nacidas en EE. UU. tenían significativamente más probabilidades de arreglarse el vello púbico que las que tenían menos estudios o no habían nacido en EE. UU.

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Puede resultar comprensible dedicar algo de tiempo a pensar en arreglarse la zona cuando alguien va a una visita ginecológica rutinaria, pero ¿qué sucede cuando estás viviendo algo un poco más invasivo? Antes de someterse a un aborto médico, Alyssa, de 29 años, se vio obligada a tomar una decisión sobre qué hacer con su vello púbico. Al final, indica, eligió arreglarse el pubis. "Quería que mi vello púbico dijera, 'Gracias por invertir tu tiempo en salvarme la vida. Aquí tienes tu lugar de trabajo, cuidadosamente preparado'", explica. "También sabía que después necesitaría cierto tiempo de sanación y quería que mi cuerpo se sintiera libre de cargas".

Hay momentos, según explica Chhutani, en que los profesionales de la medicina deben arreglar la zona antes o durante un procedimiento médico. Por ejemplo, si alguien va a someterse a una cesárea, es posible que las enfermeras deban afeitar el vello púbico en el lugar donde se va a practicar la incisión. Si alguien sabe de antemano que va a someterse a una cesárea "es posible que elijan arreglarse la zona en lugar de esperar a que se lo hagan en el quirófano", explica. Sin embargo a Jessica, de 35 años, saber que los profesionales médicos podían hacerlo si era preciso le pareció suficiente. "Mi vientre estaba tan enorme que no podía ver nada, y no veo por qué debo esgrimir una cuchilla cerca de mis genitales a ciegas", afirma. "Si los médicos necesitaban hacer algo, son profesionales y mi seguro cubre cualquier afeitado que fuera médicamente necesario".

Otras mujeres afirman que arreglarse la zona antes del parto les dio cierta sensación de control ante una situación en la que normalmente sientes que no tienes ninguno. Esto puede resultar especialmente importante para la gente que que haya experimentado un trauma sexual. En el caso de Kate*, ella eligió afeitarse antes del parto porque padece herpes genital y le parecía que eliminar el vello ofrecería a los médicos una visión más clara de si tenía algún síntoma activo del herpes, ya que este puede ser transmitido al bebé si hay un brote activo durante el parto.

Finalmente, Torres asegura a las mujeres que no existen riesgos para la salud por eliminar el vello púbico, de modo que anima a sus pacientes a que hagan lo que les resulte más cómodo. "Sea cual sea la preferencia a la hora de arreglarse que tenga una persona, debería asegurarse de que dicha preferencia se abre paso por sí sola", explica. "Si se afeitan o se depilan, debería ser porque quieren y no porque otras personas piensen que es más bonito".

"Realmente me gustaría que las mujeres no sintieran inquietud en ese sentido", añade. "Cada vulva es diferente, como las huellas dactilares".

*El nombre se ha cambiado