El extraño y sensible mundo de la fotografía de cirugías plásticas
All photos by Mia Berg. Courtesy of Dr. John E. Sherman.

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El extraño y sensible mundo de la fotografía de cirugías plásticas

Cuando la fotógrafa Mia Berg empezó a trabajar para un cirujano plástico aprendió que las fotos del antes y el después pueden tratarse de mucho más que sólo verse bien.

En el primer día de su primer trabajo, Mia Berg tuvo que pedirle a una mujer que se quitara la ropa para tomarle una foto. La mujer se paró con un pie de cada lado de un diagrama dibujado en el piso. Sus piernas tenían que estar exactamente a 29.9 centímetros la una de la otra para que la grasa de sus muslos internos pudiera colgar. La mujer se volteó para que Berg fotografiara la piel de naranja de su trasero y cadera. Berg terminó y le pidió a la mujer que usara la misma ropa interior para la próxima ocasión.

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La mujer regresó meses después. Se le olvidó traer los mismos calzones, pero no importaba: ahora Berg tenía más confianza. Le dio instrucciones a la mujer de dónde colocarse usando unos cuadrados de colores pegados en la pared. La grasa se había ido, así como los hoyuelos. Berg subió las fotos a su computadora y usó Photoshop para cambiar el color de la ropa interior para que se pareciera a las fotos anteriores. Imprimió la foto, la pegó detrás de una que tomó un mes antes y la metió en un folder manila que tenía el nombre de la mujer. Berg es una artista y desde hace seis años su trabajo ha sido tomar fotos de gente en ropa interior para documentar su cirugía plástica.

En 2007, recién salida de la escuela de diseño Parsons, Berg encontró un anuncio en Craigslist que solicitaba un fotógrafo que estuviera cómodo con la desnudez y el Photoshop. Mandó su CV y al día siguiente se entrevistó con el doctor John E. Sherman, un cirujano plástico del Upper East Side de Nueva York que ha estado en la lista de "Los mejores doctores" de la New York Magazine casi cada año desde el 2000. Al doctor Sherman le sorprendió que Berg hubiera trabajado para Annie Leibovitz. Berg pensaba que este trabajo era interesante y no le importó la posibilidad de tener que fotografiar a personas antes y después de una operación.

"Estoy muy cómoda con la desnudez y me gusta trabajar con la gente", dijo. "Estaba mandando un montón de solicitudes, pero me acuerdo que pensé: 'Órale, esto es diferente'".

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Berg es una de las pocas fotógrafas que se enfoca únicamente en cirugías plásticas. Además es una de las únicas fotógrafas de cirugía plástica contratadas en Nueva York. La mayoría de los cirujanos son los que toman las fotos del antes y el después o se lo dejan a las enfermeras; de los apenas 40 cirujanos que entrevistamos informalmente para este artículo, 37 hacen que su personal tome las fotografías de los pacientes. Los restantes los mandan a Don Allen Studios, un estudio de fotografía médica profesional en el centro de Nueva York.

Don Allen Studios es el estudio más viejo —y uno de los pocos— de fotografía de cirugía plástica en Nueva York. Fundado por Allen en los años cuarenta, el estudio sólo cambió de dueño hasta 1985: el propietario actual Wayne Pearson. Pearson, un hombre de unos cincuenta y tantos cuya estrategia para deshacerse de las arrugas es "subir un par de kilos", era el protegido de Allen. Empezó a pasar tiempo en el estudio después de la escuela a principios de los setenta y nunca se fue de allí.

"Pensé que era divertido, interesante, diferente", dijo. "Tenía que ver con tu personalidad y a mí me va muy bien. He recibido muchos cumplidos por cómo me llevo con la gente".

Y en efecto, interactuar con los pacientes puede ser una de las partes más difíciles de ser un fotógrafo médico. Berg admite que al principio se sentía insegura.

"Es un poco raro porque le pides a alguien que de por sí ya está nervioso que se quite la ropa para exponerlo a un flash muy brillante", dijo. "Al principio me daba ansiedad. Siempre es un poco raro pedirle a la gente que se quite la ropa. Es un lenguaje que tuve que aprender para saber cuál era la forma menos ofensiva de pedírselos".

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Para aprender cómo actuar con los pacientes, Berg puso atención a lo que la hacía sentir cómoda en un consultorio —una confianza amigable— y eso fue lo que trató de imitar. Se dio cuenta de que si les daba instrucciones específicas —como dónde poner su ropa o sus bolsas—, la gente se sentía más tranquila.

Sin embargo, hay ciertas incomodidades y penas que no pueden quitarse. A menudo la gente dice cosas para menospreciarse o se disculpan con Berg por "tener que ver eso". Algunos se molestan y quieren salir del lugar. Otros hacen comentarios sobre el rostro o cuerpo de Berg y le preguntan si ella se ha hecho algo. Berg dice que este trabajo cambió la forma en la que se ve a sí misma.

"Agradezco que este trabajo me diera mucha más autoestima", dijo. "Es inspirador ver las relaciones de los pacientes con sus cuerpos. Claro que tengo problemas con mi cuerpo, pero ahora lo aprecio más que nunca. Me hizo darme cuenta de que cualquier cosa que quiera cambiarle a mi cuerpo en realidad es insignificante".

Berg, que se considera a sí misma una feminista, es consciente de la categoría de superficialidad bajo la que su trabajo puede caer. Son los pacientes que necesitan cirugías —como los pacientes de cáncer o víctimas de algún crimen— los que alivian su culpa.

"A veces he tenido problemas para conciliar que juego cierto rol en ayudar a las mujeres a hacer algo que la sociedad injustamente las obliga a hacer", dijo. "Pero hacemos muchas más reconstrucciones para víctimas de crímenes y pacientes con cáncer, por lo que siento que mi trabajo es muy importante. Hay otras formas de moldear a la sociedad en cuanto a su opinión de las mujeres. Siento que puedo hacer eso a nivel más personal".

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En Don Allen Studios la perspectiva de Pearson sobre la interacción con los pacientes es más clínica, aunque también reconoce la necesidad de cierta suavidad.

"Sólo debes ser sensible", dijo. "Hemos hecho esto durante mucho tiempo. Lo que hacemos es bastante rápido, muy eficiente. Fotografiamos muchas mujeres que o han tenido una mastectomía o les están haciendo una reconstrucción, o que vienen antes de una mastectomía. A veces nos cuentan. Intentamos ser muy cuidadosos en la forma en que tratamos con ellos porque en realidad no sabes qué es lo que tienen. Son muchas experiencias".

Por más fácil o difícil que sea para los pacientes posar frente a Berg o Pearson, las fotos del antes y después son esenciales para el proceso del cirujano. Lo que es más importante, funcionan como documentos legales. Si un paciente no está satisfecho y denuncia los resultados, las fotografías son la única evidencia del doctor para decir que el procedimiento se completó según lo que se le pidió. "Si operas a alguien y luego dice: 'Ay, ya quedé con un lado más grande que el otro', entonces puedes sacarle las fotos y mostrarle que siempre tuvo un lado más grande que el otro", dijo Pearson. "Creo que ésa es una de las razones de que existamos: para propósitos legales". Berg también observa que de vez en cuando un paciente presenta signos de trastorno dismórfico corporal. En casos como éste, lo único que pueden hacer es recomendarles a un psiquiatra, aunque las fotos se vuelven esenciales para probar que la distorsión está sólo en la mente del paciente y no en el trabajo del Dr. Sherman. Las fotografías del antes y el después también sirven como herramientas de aprendizaje, lo que le permite a los doctores registrar los procedimientos complicados o explicárselos a estudiantes y colegas. Las fotos de Berg y Pearson pueden aparecer en libros de medicina, artículos y presentaciones.

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Sin embargo, hoy en día el uso más común de las fotos de cirugía es en las relaciones públicas. Todos los doctores tienen un portafolio, una carpeta de fotos del antes y el después que le enseñan a los futuros pacientes que están considerando hacerse algo. Los doctores también ponen las fotografías en sus páginas web y en anuncios impresos.

Cuando Don Allen Studios empezó en la era pre internet, logró acaparar el mercado. Produjo diapositivas para que los doctores usaran en sus conferencias e imprimieron imágenes para libros de texto. Tomaron fotos en quirófanos durante las cirugías. Ofrecieron un nuevo nivel de experiencia y confidencialidad que difícilmente podía encontrarse en otro lado. Allen fue lo más lejos posible para asegurarse de que las fotos fueran tomadas e impresas en el lugar. Instaló un cuarto oscuro e invirtió en impresoras industriales. Las fotografías eran entregadas por un servicio de paquetería o por el mismo personal.

El estudio se mantuvo bastante activo durante casi 40 años gracias a su producción de fotografías estandarizadas de alta calidad, pero con el auge de la fotografía digital en los años ochenta el negocio empezó a ir más lento. Ahora los doctores fácilmente podían tomar fotos e imprimirlas ellos mismos sin tener que salir del consultorio.

"La tecnología se ha llevado muchas cosas", dijo Pearson. "Antes producíamos una enorme cantidad de diapositivas para presentaciones, pero ahora los niños pueden hacer solos un PowerPoint. Antes entrábamos a los quirófanos y fotografiábamos los procedimientos, pero ahora todo está automatizado".

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Otro problema es que los pacientes, ya sea en Don Allen o en el consultorio del doctor Sherman, son los que deben pagar por las fotos.

"Antes mandábamos a los pacientes a Don Allen. Allí les cobraban de 600 a 700 dólares (entre 9 mil y 11 mil pesos) por fotografías médicas que incluían fotos post operación", dijo el doctor Sherman. "Cuando contraté a Berg ya nadie iba al centro para tomarse las fotos [porque mi consultorio está en el norte]".

El doctor Sherman está intentando alentar a otros cirujanos a que consideren contratar a este tipo de fotógrafos. Hace poco hizo que Berg diera una conferencia sobre fotografía a los residentes de cirugía plástica en el Centro Médico Weill Cornell del Hospital Presbiteriano de Nueva York, donde él mismo da clases."Para mí no es nada del otro mundo", dijo el doctor Sherman. "No entiendo por qué no lo hacen".

La estandarización y la consistencia son dos de los rasgos más importantes de la fotografía médica y la fotografía de cirugías plásticas no es nada diferente. Tanto Pearson como el doctor Sherman reconocen que hay existe una curva de aprendizaje y que toma un rato volverse bueno en la profesión.

"Uno de los problemas que tienen los consultorios cuando lo hacen ellos mismos es que quien esté tomando las fotos puede irse y luego llega alguien nuevo", dijo Pearson. "Entonces ahora hay una nueva curva de aprendizaje y no habrá consistencia".

La misma Berg ha experimentado esto.

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"Fue difícil darse cuenta de cómo dominar el arte", dijo. "Estaba cómoda con el equipo, pero aprender a tomar ángulos precisos y consistentes de los pacientes era algo nuevo para mí".

Al final Berg logró aprender y en un par de semanas estaba produciendo el trabajo estandarizado y de alta calidad que el doctor Sherman buscaba. Ella usa IntelliStudio, un tripié diseñado para la fotografía de cirugías plásticas y un software de edición especializado. El doctor Sherman dice que Berg ha sido una parte importante de su consultorio.

El trabajo de Berg también ha influido en su propio arte, pues ha cambiado sus percepciones sobre el cuerpo y ha ayudado a afilar su ojo técnico. Berg desea algún día, con el permiso de los pacientes, usar las fotografías del doctor Sherman en una exposición.

"Creo que es un momento hermoso y revelador", dijo Berg refiriéndose a las fotografías post operación. "Probablemente sean las fotografías de desnudez menos cohibidas que puedas encontrar".

Berg no es la única artista que reconoce la rígida y hermosa naturaleza de las fotografías del antes y el después. En 2008 la fotógrafa Ji Yeo hizo una serie llamada "Recovery Room Beauty" (Belleza en los cuartos de recuperación) que documenta a las mujeres de Corea del Sur que se recuperan de una cirugía plástica. De 2008 a 2010, el fotógrafo británico Phillip Toledano hizo una serie llamada "A New Kind of Beauty" (Un nuevo tipo de belleza) que muestra a gente con cirugías plásticas "extremas".

"La gente suele tener una reacción genérica al ver las fotos", dijo Toledano. "Como: 'Ay, qué horror'. Creo que no es justo y, francamente, poco inteligente. Entiendo por qué hacen esto, pero creo que lo interesante es ver el viaje por el las personas pasaron".

Toledano cuenta que haber trabajado con pacientes de cirugía plástica fue tanto educativo como provocador. La sicología de la imagen corporal, así como la forma en la que la cirugía puede afectarla, es bastante poderosa. Los vistazos que Berg ha tenido a las mentalidades pre y post operatorias —y a los efectos que la relación con su cuerpo ha tenido en sus vidas— han sido tan intensos que esta experiencia la ha inspirado a considerar una tercera carrera en salud mental o en trabajo social.

"Termino siendo una especie de terapeuta para los pacientes", dijo Berg. "Pienso mucho en las pequeñas y grandes formas en que nosotros, como sociedad y como individuos, podemos ayudar a que la gente a que se sienta más cómoda y segura bajo su propia piel".

A artistas como Berg y Toledano la fotografía de cirugía plástica les brinda una ventana hacia el extraño, intrigante y a veces tristemente hermoso mundo donde la imagen propia es maleable. Para el público en general las fotos son magnéticas; para los internautas son una posibilidad; para los pacientes son una crónica del cambio; y para los doctores son una guía, un registro y a veces un trofeo.

Para los fotógrafos son negocio. Para Berg, una fotógrafa que junta lo médico con lo creativo, son una lupa.

"A veces me sorprende lo que veo", dijo. "Es chistoso fotografiar a alguien, tratarlo como si fuera algo clínico al mismo tiempo que conversas con él o ella. Es chistoso ir de un papel a otro, de ser un fotógrafo médico a simplemente una persona que platica con otra".