Nación de Inmigrantes: cultura y comida venezolana en territorio conservador
All photos by Nick Gomer

FYI.

This story is over 5 years old.

Comida

Nación de Inmigrantes: cultura y comida venezolana en territorio conservador

Quizá Lafayette, Louisiana no sea el mejor sitio para el restaurante Patacón, donde sirven delicias de plátanos fritos rellenos de carne y queso.

Ésta es otra entrega de una serie de artículos que hablan sobre inmigrantes y refugiados dueños de restaurantes ubicados en territorios fuera de las grandes ciudades de Estados Unidos.

"El patacón es de mi ciudad: Maracaibo", dijo Wanda Lugo, quien es propietaria de Patacón, un restaurante venezolano ubicado en Lafayette, Louisiana.

"Pero, ¿aprendiste a prepararlo en Google?"

"Sí", dijo sonriendo.

Publicidad

LEER MÁS: Nación de Inmigrantes: una probadita de Guatemala en Nebraska

Lafayette tiene una población de 126,000, pero es el centro urbano de una región distribuida en pequeñas ciudades e inmigrantes venezolanos. El municipio cercano de Maurice, por ejemplo, tenía una población de 1,172 de acuerdo al censo de 2010 y casi 10 por ciento de sus residentes nacieron en Venezuela.

¿Por qué? Petróleo. Lafayette y Venezuela son centros petroleros. El esposo de Lugo trabaja como ingeniero eléctrico para Halliburton y pidió que lo transfirieran a una sucursal foránea hace una década, antes del caos venezolano.

Wanda estaba extasiada por mudarse a Estados Unidos.

Afuera de 'Patacón' en Lafayette, Louisiana. Todas las fotos son de Nick Gomer.

"Me encanta mudarme", dijo. "Mi casa está limpia, muy limpia. Todo es nuevo".

Su padre tenía el apodo de "Americano" por su piel clara y amor por el básquetbol. Llamó a su hija Wanda, porque, para él, era un nombre estadounidense.

En Venezuela, Wanda se hizo cargo de la granja familiar. Un chef privado cocinaba para ellos entre semana, así que ella solo tenía que preparar comida los fines de semana.

En Lafayette, Lugo cocinaba para todos, especialmente para los amigos de su hija María (nacidos en EEUU), quien, teniendo 11 años, no estaba feliz por haber sido arrancada de su país natal.

Wanda Lugo en la cocina de Patacón.

Lugo comenzó con las arepas: discos rellenos o acompañados de carne, queso o verduras. María las compara con las gorditas mexicanas y las pupusas salvadoreñas, señalando que las arepas también son comunes en Colombia, aunque ahí tienden a estar hechas a base de maíz.

Publicidad

LEER MÁS: Cocina migrante: Arepas venezolanas, a la mexicana

"He comido arepas desde que era pequeña", dijo María. "Es como nuestro espagueti. Comemos todo con arepas".

Las arepas fueron todo un éxito entre los amigos de María y, a principios de 2015, después de casi un año, Wanda inauguró 'Patacón' en lo que solía ser una oficina de fontanería en un distrito comercial cerca del centro.

El patacón son unas tortitas hechas con plátano frito rellenas de res, pollo, cerdo o queso rallado.

Eli Mendoza preparando patacones.

Wanda nunca había hecho un patacón, pero usando algunas páginas web, su propio paladar y los amigos de María como catadores, construyó un platillo que es adorado por los venezolanos y estadounidenses por igual. Madre e hija confiesan que la comida estadounidense les parece un poco insípida, pero les encanta la comida cajún local. Para sus arepas y empanadas Wanda añadió langosta, debido a su amor por los mariscos locales.

"Aparentemente, saben cuando los productos no son locales", dijo María. "Saben diferente. Creo que una vez mi mamá compró un tipo diferente y ellos dijeron: 'Esto no es local'".

Sándwich de patacón: dos "tortitas" de plátano (banano) frito rellenas.

Agregar langosta también es un guiño hacia la gastronomía de los habitantes de Lafayette.

"Necesitaba algo familiar que atrajera a la gente", dijo María, "así la gente empezaría a comer y quizá se animaría a probar el resto del menú".

Sus hallacas, tamales venezolanos tradicionales, se los encarga a una mujer venezolana puesto que son su especialidad.

Publicidad

Tequeños, dedos de queso fritos.

Los tequeños, palitos de queso fritos, están acompañados con las salsas especiales de Wanda (una verde, otra color crema). No nos revela todos sus ingredientes, solo nos dice que una lleva mayonesa y la otra es picante. Los clientes se roban varias botellas de salsas al mes. El primo de María, estudiante universitario, una vez vio a alguien sacar una salsa de Patacón en el campus.

A pesar de la popularidad de Patacón y los años de amistad con los habitantes de Lafayette de cualquier origen, las elecciones del año pasado abrieron los ojos a la familia a prejuicios que no habían notado antes. No temen ser deportados, pero han sentido cambios en la comunidad, donde votaron mayoritariamente por Trump.

"Quiero decir, vemos a gente entrar con estampas de Trump, o sea en realidad votaron contra nosotros. ¿Qué están haciendo? Pero no nos metemos con ellos", contó María.

Y añadió: "Hace no mucho conseguimos la ciudadanía, pero es diferente, porque cada vez que vas a algún lugar piensas: 'Oh, ¿qué pasa si me ven raro por ser hispana?'. Ahora hay una sensación extraña que nunca antes habíamos tenido".

Wanda se negó a revelar los ingredientes de su salsas.

Patacón es sede de un mesa semanal de español, donde angloparlantes e hispanohablantes puedes aprender el idioma del otro. Cuando trabajadores venezolanos vinieron desde Florida luego de que Lafayette se inundara, había 50 trabajadores haciendo fila afuera del restaurante esperando a que abriera para pedir el desayuno. Mientras el mundo protestaba contra las decisiones del gobierno venezolano el año pasado, docenas se presentaron en Patacón con letreros. Y aunque rara vez Venezuela califica al mundial, Lugo trajo una televisión y miraron la Copa Mundial.

"A la gente no le gustan las alitas Buffalo si no hay un montón de latinos, porque mientras está el juego, se emocionan y comienzan a brincar, piensan: '¿Qué están haciendo?'", dijo María.

LEER MÁS: Miles de venezolanos cruzan a Colombia para comprar arroz

Los Lugo extrañan Venezuela, pero están felices de vivir en Estados Unidos. Regresaron de visita el año pasado y quedaron afectados por el caos que está ocurriendo en su antiguo hogar.

"Pienso en ello todo el tiempo", dijo María. "Las únicas personas que pueden venir a visitarme son básicamente mis primos. El resto de mi familia está en casa. Es muy duro. Mi mamá habla con la abuela todos los días y le cuenta lo que sucede aquí. Es algo constante. Una vez, mi mamá arruinó una olla de frijoles. Los quemó o algo así. Estaba a punto de tirarlos, pero comenzó a pensar, Oh Dios mío. La hermana de mi papá le había dicho lo caro que era una bolsa de frijoles. El solo pensar en esos frijoles que iba a tirar la hizo llorar".