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Instagram

Dime qué fotos subes a Instagram y te diré qué tipo de pareja eres

Los que hacen de su relación un reality, los que convierten a su pareja en un meme, los solteros digitales...
Imagen vía Pxhere.

Nuestras vidas son los ríos que van a dar a Instagram. La frase no es mía, es un tuit de Soto Ivars de hace ya tiempo que como no polemizaba con ningún tema ni ofendía a ningún colectivo ni ponía en entredicho ninguna tendencia digital no se viralizó. Pero a mí me vine a la cabeza a veces, como cuando alguien me dice que nunca "me saco" en Instagram o como cuando me preguntan que si sigo con mi pareja. Porque a él tampoco "le saco" y eso, claro, genera sospecha.

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Instagram en particular y los stories en general son, efectivamente, ríos a los que van a dar nuestras vidas previo filtro, supuestos termómetros de nuestra felicidad, escaparates en los que vendernos a nuestro público más como lo que queremos ser que como lo que realmente somos. Y al igual que nos ocurre con la pornografía, a veces se nos olvida que la movida no es real. Que en Instagram, como en los vídeos de Pornhub, el material está ciudadosamente escogido para ser consumido y rentabilizado.

El caso es que nos posicionamos en redes como si nuestra vida fuera una sitcom, un vídeo de trap o una galería de memes y posicionamos también a nuestro entorno. A nuestra familia, a nuestra mascota y, por supuesto, si la tenemos, también a nuestra pareja.

Llegados a este punto habría que diferenciar, principalmente, entre dos tipos de parejas: las que se exponen poco en redes sociales y las que se exponen mucho. Sobre estas últimas afirma un estudio publicado en Personality and Social Psychology Bulletin que podrían estar escondiendo inseguridades en su relación.

Porque, según los investigadores del fenómeno, la manera en la que visibilizamos nuestras relaciones de pareja en redes tiene que ver con los tipos de apego: aquellos que presentan un tipo de apego evitativo es decir, los que tienden a distanciarse de sus parejas, no manifiestan un gran deseo de visibilizar su relación. Los que presentan un tipo de apego ansioso (quienes necesitan asegurarse de que su relación es segura y reafirmarla constantemente) tienden a darle más visibilidad. Pero, más allá de estudios y datos, sobre el terreno, entre swipe y swipe, es fácil ver a unos cuantos tipos más. De personas y de parejas, según la manera en la que construyen su identidad digital conjunta. A saber:

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LOS QUE PARECEN UN REALITY

Esa peña que no solo se va a correr o a escalar con su pareja entre semana, algo ya de por sí envidiable, sino que además tiene tiempo y energía para publicarlo en redes, previa edición con un filtro y un par de gifs. Esa peña que parece siamesa y sube las fotos por duplicado, en la cuenta del uno y en la del otro, que retransmite desde las comidas familiares hasta los aniversarios y que se deja comentarios en las fotos aunque viva bajo el mismo techo. Esa gente que, según el estudio publicado por Personality and Social Psychology Bulletin, podría tener un tipo de apego ansioso y que acaba pareciendo una caricatura de sí misma a base de repetir la misma foto una y otra vez: monumento detrás, uno al lado del otro, cogidos por la cintura, mirada cómplice o sonrisa a cámara. En su versión más extrema llegan a publicar, incluso, fotos imitando las fotos de la pareja que recorrió el mundo y solo sacó fotos de la chica dándole la mano al chico. O stories acariciándose/besándose.

LOS SOLTEROS DIGITALES

Tienen tres fotos juntos en cuatro años de relación y dos están movidas. La parte buena es que, cuando lo dejen, no van a tener nada que borrar, ni siquiera del carrete del móvil. La mala es que tienen que aclarar una y otra vez que sí, que siguen juntos, porque la gente les pregunta recurrentemente. A veces se sienten superiores al resto del mundo porque ellos, a diferencia del común de los mortales, saben que las cosas pueden existir aunque no aparezcan en Instagram y el mejor ejemplo de ello es su amor. Pero después reparan en que más de una vez se han alegrado porque no tener imágenes el uno con el otro ha dado pie a alguna que otra ficha. Y entonces se dan cuenta de que son la misma mierda que el resto de humanos.

LOS QUE CONVIERTEN A SU PAREJA EN UN MEME

Hay un tipo de persona a caballo entre los que viven la pareja como si fuera un reality y los que nunca postean nada relacionado con ella. Un tipo de persona que quiere enseñarle a todo el mundo que tiene novio/a y demostrarle al mundo todo lo que mola su novio/a pero sin parecer un básico, un normie. Así que opta por convertir a su compañero de vida en un meme, y narra sus hazañas o sus husos y costumbres más locas como si de un personaje de ficción se tratara. Lo apunta con la cámara en los momentos más insólitos, en el váter, en la ducha o recogiendo la mierda del perro y lo postea, sin reparar en que apostar por el feísmo, la sordidez o la cotidianidad extrema también es seguir la corriente de Instagram pero al revés.

LOS QUE LO DEJAN Y NO PARAN DE MANDARSE INDIRECTAS Y NOS INCOMODAN A TODOS

Existe un fenómeno cuando alguien lo deja con otro alguien que podría llamarse reubicación pública. Igual que en el ámbito privado cuando uno sale de una relación empieza a hacer cosas que antes no hacía (ver series en soledad, quedar más con los colegas, no ducharse todos los días o volver a la frecuencia de pajas de la adolescencia), sus publicaciones en redes también cambian, empezando por su foto de perfil. De repente sube capturas de temas de SoundCloud rappers al stories, documenta hasta las fiestas a las que no va y empieza a colgar frases de autoayuda a un euro en Twitter. Un fenómeno que da bastante vergüenza ajena cuando se presencia pero que es casi inevitable cuando se vive en primera persona y que en última instancia demuestra que, con casi 30, seguimos teniendo la misma capacidad cognitiva y la misma madurez que en el 2000 y pico, cuando mandábamos zumbidos por el MSN para que nos hicieran caso.

LOS QUE SE HACEN FOTOS EN LOS ESPEJOS DE LOS ASCENSORES O EN EL COCHE

En la cúspide de la pirámide del absurdo de las parejas y las redes están las fotos en los espejos de los ascensores o en el coche. Porque las selfies de ascensor y en el coche son lo que antaño fueron las conversaciones de ascensor o en el coche, una manera de llenar el tiempo de trayecto. Y no hay nada más fácil, y probablemente también más vacío, que sacar el móvil para inmortalizar el momento y así evitar tener que buscar un tema banal sobre el que hablar. Así que, intentando transmitir el júbilo, el gozo y las mariposas en el estómago que se sienten en pareja, las fotos de ascensor revelan justo lo contrario, una realidad nada romántica y que nos hace darnos cuenta de la trampa: a veces preferimos fotografiarnos con el otro para que todo el mundo lo vea en lugar de hablar, o incluso de estar en silencio con él.

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