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Eres el hogar de billones de microbios y te afectan en todo: de la depresión a la digestión

Los científicos saben más que nunca sobre la vida microscópica, las bacterias, los fungi, y los virus que llevamos con nosotros a todas partes.
Imagen vía Wikimedia Commons
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Investigadores informaron la semana pasada que los ratones que han sido sometidos a trasplantes fecales humanos han mostrado síntomas de "comportamiento depresivo", lo que indicaría que la depresión podría ser una de las muchas cosas que provocan los billones de microbios que transportamos en los intestinos — los cuales, obviamente, se revolucionan cada vez que vamos al lavabo.

Los microbios que viven por nuestro cuerpo — microorganismos que incluyen bacterias, fungis y virus que serían indetectables para el ojo humano — pesan tanto como tu cerebro y es más que probable que formen un ejército 10 veces mayor al millonario ejército de tus células, a pesar de que algunos científicos habrían cuestionado tales cifras. Pero no hace falta que te sientas asqueado por esos gérmenes imperecederos. Sin ellos no serías capaz de digerir comida. No solo son fundamentales para mantener a los patógenos a raya, sino que regulan las inflamaciones y, cuestión no menor, son los responsables de que sigas vivo.

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Conforme la ciencia que estudia el microbioma sigue avanzando gracias a la tecnología, que ha visto crecer espectacularmente la secuenciación del ADN durante la última década, los investigadores están descubriendo que las microscópicas criaturas podrían jugar un papel definitivo en frentes tan distintos como nucleares, desde la obesidad hasta la esclerosis múltiple, pasando por el autismo y el cáncer.

"En realidad se trata de un campo recién estrenado", explica el doctor Jeffry Katz, responsable médico del centro de enfermedades inflamatorias del intestino en la clínicas universitarias de Cleveland. "Pero existen evidencias, algunas recabadas en animales y otras en humanos, de que las bacterias intestinales juegan un papel muy importante para un gran número de enfermedades".

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Los seres humanos son estériles cuando están en la placenta. En el momento en que abandonan el canal de parto de la madre son colonizados por bacterias y por otros microbios. Durante los primeros años de vida, el microbioma se desarrolla conjuntamente con el sistema inmunológico. Y a la edad de dos años el microbioma madura y se forma. Así lo cuenta la doctorada Lita Proctor, que dirige el Proyecto Microbioma Humano en el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos. Proctor empezó a desarrollar en 2007 herramientas y sistemas de datos que ayuden a comprender mejor al microbioma y a su papel en la salud humana.

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Miles de especies de microbios existen a través del cuerpo. Están por toda la piel, por la nariz, y en los genitales, tanto femeninos como masculinos. Claro que su centro de operaciones está en los intestinos, cuenta Proctor. El microbioma humano tiene idénticos niveles de metabolismo que cualquier otro órgano — como el hígado —, y los microbios se reproducen a tal velocidad que se calcula que la mitad de la materia seca de nuestras heces está formada por microbios desechados.

Los microbios juegan un papel determinante en el intestino grueso durante la digestión. De hecho, estamos desprovistos de las encinas necesarias para digerir la mayoría de las plantas, de modo que son los microbios estomacales quienes realizan esa labor por nosotros. También son responsables de la creación de determinadas vitaminas, explica Katz.

Igualmente, alterar el microbioma temporalmente también ha demostrado ser una eficaz medicina. Los trasplantes fecales — en los que una solución integrada por las heces del donante es introducida en el paciente enfermo a través de una colonoscopia, de un enema, o de una sonda nasogástrica — han funcionado en pacientes temporalmente cambiantes. Han servido para combatir y eliminar sus infecciones, como el Clostridium difficile, una enfermedad diarreica cuya cura es muy complicada.

Habida cuenta de donde están los cuarteles generales de las microbiotas, se cree que estas pueden jugar un papel determinante en la obesidad.

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"Hemos hecho estudios con ratones en los que les hemos introducido microbiomas de personas obesas. Y lo cierto es que los ratones desarrollan obesidad", explica. Y añade que es importante recordar que la obesidad en los humanos es compleja y se desarrolla a lo largo del tiempo.

Un estudio publicado en 2013 por el Journal of Endocrinology and Metabolism concluía que aquellos humanos que presentan niveles más bajos de hidrógeno y de metano en su aliento, lo cual indicaría que sus intestinos estarían colonizados por la Metanobrevibacter smithii, tendrían más posibilidades de acumular grasas que la gente que no tiene esa bacteria.

"Está cada vez más claro que lo que comemos afecta cada vez más a nuestra flora intestinal", explica Katz. "Existen múltiples discusiones sobre la dieta moderna occidental. Uno de los motivos por los que nos estaría disminuyendo la salud sería el hecho de que se trata de una dieta que promueve la creación de distintas formaciones de bacterias".

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El microbioma puede cambiar cuando se enfrenta a una dieta vegetariana, sin embargo, los microbiomas regresan a la normalidad cuando la carne es reintroducida. Hasta la fecha, los científicos todavía no han averiguado la manera de cambiar el microbioma de manera definitiva.

"Existen determinadas investigaciones que sugieren que el microbioma puede afectar al estado de ánimo, tal y como se detalla en un estudio con ratones que recibieron trasplantes fecales. El informe fue publicado esta semana por la revista Molecular Psychiatry. Otro estudio publicado el año pasado en la revista Cell, concluía que la serotonina, un neurotransmisor que afecta al sueño, a los estados de ánimo y al deseo sexual, se produce, fundamentalmente, en los intestinos, y que los microbios juegan un papel importante en su producción.

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"Las microbiotas del intestino producen muchos neurotransmisores", explica Katz en alusión a los químicos que envían mensajes a través de nuestro sistema nervioso rumbo a los músculos y a las glándulas. "Todavía no hemos averiguado cuál es la manera en que se comunican, pero existe un eje entre el cerebro y el intestino, en el que el microbioma juega un papel muy importante".

En las enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple, la artritis reumática e incluso en el lupus, los científicos han detectado diferencias en los microbiomas de los pacientes cuando se los compara a los de individuos sanos", concluye Katz.

La teoría es que los humanos se esfuerzan tanto en estar "limpios", que terminan por entorpecer al microbioma. Un motivo que también explicaría por qué tantos niños terminan desarrollando alergias.

"No estamos permitiendo que el sistema inmunológico de nuestros hijos se desarrolle como debe", explica Proctor. "Cuando no tenemos microbios ricos que actúan como parte del sistema microbiano, el sistema inmunológico empieza a funcionar por su cuenta".

En la esclerosis múltiple, el sistema inmunológico se dedica a atacar a las fundas protectoras de las fibras de los nervios. Cuando lo hace, interrumpe los mensajes entre el cerebro y el resto del cuerpo. Resulta especialmente misterioso saber qué es lo que activa semejante comportamiento. Y se trata de algo en que los científicos siguen trabajando mientras hablamos, explica Katz.

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También existen investigaciones que sugieren que la bacteria intestinal podría jugar un papel determinante en la diabetes, una enfermedad en la que el sistema inmunológico ataca a células aisladas del páncreas y provoca que estas dejen de producir insulina, la sustancia que regula la presencia del azúcar en la sangre, explica el doctor Jason Kubinak, profesor de la universidad de Texas. Kubinak ha llevado a cabo experimentos con ratones que sobre el microbioma y las enfermedades autoinmunes. Se cree que existen algunos microbios que ayudarían a proteger a los ratones de la diabetes.

Los microbios podrían jugar un rol determinante en el autismo, una enfermedad del desarrollo que afecta a uno de cada 68 niños estadounidenses, aunque las investigaciones todavía son muy escasas.

"Hay mucha gente que se está mostrando cada vez más interesada en el autismo debido a que varios estudios habrían encontrado un vínculo entre el desarrollo del autismo y las microbiotas", cuenta Kubinak. Y añade que la mayoría de estudios que vinculan el autismo a las microbiotas en el cuerpo han sido realizados en ratones antes que en humanos, lo cual significa que deberían de valorarse con precaución.

A pesar de que los estudios en ratones son una parte fundamental de la investigación médica, los resultados no son siempre los mismos cuando los estudios en ratones se repiten en mamíferos más grandes y en humanos. Y habida cuenta de lo complicado que es diagnosticar el autismo entre los seres humanos, resultaría todavía más complicado detectarlo en un ratón.

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Igualmente, no existen análisis de sangre que revelen el autismo, de modo que son los mismos doctores quienes tienen que determinar si los pacientes humanos tienen dificultades comunicativas y de socialización, por ejemplo.

"¿Cómo averiguar el comportamiento autista de un ratón? Me atrevería a decir que eso es muy complicado", concluye Kubinak.

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Pese a todo, Kubinak asegura que existen estudios en humanos en los que los investigadores han encontrado diferencias entre los microbiomas de hermanos autistas, en comparación con aquellos que no lo son. Lo cual delataría que las pistas sobre el trastorno podrían encontrarse en los intestinos. Sin embargo, lo cierto es que todavía queda mucho camino por recorrer en la investigación con seres humanos.

Tener un microbioma enfermo también ha sido asociado a determinados cánceres. Se cree que se trataría de algo relacionado con el papel del microbioma en la inflamación, del que se sabe que es uno de los detonantes del crecimiento del cáncer.

Los científicos están examinando la relación de las microbiotas con los cánceres colorectales y de esófago. Las enfermedades hepáticas, la demencia y los problemas en las arterias coronarias también podrían tener sus orígenes en el microbioma, asegura Katz.

"Existen cientos de teorías y de ideas prometedoras, aunque los experimentos con humanos todavía o están tan desarrollados como todas las hipótesis", asegura Katz. Según concluye se han encontrado muchos vínculos se han detectado en estudios con animales. "Hemos pasado de vivir en un tiempo en que se ignoraba a las bacterias a hacerlo en otro en que estamos intentando averiguar cómo interactúa con nuestro cuerpo en su totalidad, ya sea para fortalecer nuestra salud o para enfermarnos".

Imagen vía Wikimedia Commons

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