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Munchies

Desayuné como Hunter S. Thompson y entendí por qué se suicidó

¡No lo vuelvo a hacer! No está chido estar desnudo bajo la lluvia, especialmente si bebiste tequila, comiste tocino y aspiraste coca.

El desayuno es la comida más importante del día. Hunter S. Thompson lo sabía. De no haberse disparado en la cabeza y muerto sobre su máquina de escribir el 20 de febrero de 2005, el reconocido periodista gonzo habría cumplido 80 años la semana pasada.

Si bien Thompson llevaba una vida caótica y descarrilada, utilizaba el desayuno como punto de anclaje, una especie de conexión con la realidad. En un artículo para Rolling Stone (3 de junio de 1976), cuando el presidente Jimmy Carter se encontraba bajo el escrutinio mediático, Thompson tuvo una corazonada y decidió enloquecer un poco, como era su costumbre. Su cerebro extravagante estaba en otro lugar y en la siguiente cita explica lo que sentía por la primera comida del día y cómo debía ser idealmente:

"Me gusta tomar el desayuno solo y casi nunca antes del mediodía; todo el que lleve un estilo de vida agitado necesita por lo menos un anclaje psíquico cada veinticuatro horas; el mío es el desayuno. En Hong Kong, Dallas o en casa —y sin importar si he dormido algo— el desayuno es un ritual personal que solo puede contemplarse en soledad y bajo un espíritu de exceso genuino. El factor culinario siempre debe ser masivo. Cuatro Bloody Marys, dos toronjas, una jarra de café, crepas Rangoon, un cuarto de kilo de salchicha, tocino o carne picada con chile, una torta española o huevos Benedict, un cuarto de leche, medio limón para sazonar al azar y algo en rebanada como un pay de limón, dos margaritas y seis líneas de la mejor coca para el postre… Bien, y debe haber dos o tres periódicos, todos los correos y mensajes, un teléfono, una libreta para planear las próximas veinticuatro horas y al menos una fuente de buena música… Todo debe llevarse a cabo al aire libre, bajo la calidez del sol y de preferencia desnudo".

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