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ciencia

¿Por qué seguimos buscando el 'gen gay'?

Algunos cuestionan si los beneficios son menos ​​que los riesgos potenciales.
Joselito Briones vía Stocksy

Este artículo fue publicado originalmente en Tonic, nuestra plataforma especializada en temas de salud

Los científicos han estado buscando marcadores genéticos de orientación sexual durante décadas. Hasta la fecha, el llamado "gen gay" ha sido elusivo, pero un nuevo estudio publicado la semana pasada en la revista Scientific Reports podría cambiar las cosas: por primera vez, los investigadores se han concentrado en dos genes específicos que podrían potencialmente desempeñar un papel en el desarrollo de la orientación sexual.

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Un equipo de investigación, dirigido por Alan Sanders en la Universidad de NorthShore, comparó muestras del ADN de 1.077 homosexuales con la de 1.231 hombres heterosexuales de origen europeo. Los hombres se clasificaron en grupos en función de sus identidades sexuales y según puntajes de la escala Kinsey.

Los científicos escanearon el genoma completo de cada persona y encontraron dos genes que parecían diferir según la orientación sexual: uno en el cromosoma trece y el otro en el cromosoma catorce. El hallazgo del gen en el cromosoma trece es particularmente notable porque ese gen se expresa en una parte del cerebro conocido como el diencéfalo, una región que previamente los científicos encontraron que difería en tamaño entre hombres de diferentes orientaciones sexuales.

El gen en el cromosoma catorce es uno que se expresa principalmente en la tiroides. En algunas investigaciones se ha descubierto que los hombres homosexuales tienen una tasa elevada de trastornos tiroideos (como la enfermedad de Grave, que implica una producción excesiva de hormonas tiroideas), por lo que el hecho de que este vínculo genético haya aparecido también es intrigante.

Si bien estos hallazgos son fascinantes, según los autores del estudio, "estas conexiones potenciales se caracterizan mejor como especulativas". Este estudio tuvo una serie de limitaciones, entre ellas, que solo se estudiaron los hombres de origen europeo. Además, el tamaño de la muestra -aunque pueda parecer grande- se considera modesto para un análisis genético complejo. Como tal, tenemos que replicar estos hallazgos con muestras más grandes y diversas antes de que podamos sacar conclusiones firmes. Si la actual "crisis de replicación" en la ciencia nos ha enseñado algo, es que no deberíamos centrarnos demasiado en estudios únicos porque los falsos positivos pueden surgir en cualquier momento.

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Este estudio tampoco nos dice nada sobre las mujeres. La realidad es que la sexualidad de las mujeres no ha recibido tanto estudio científico como el de los hombres. Esto probablemente se debe, en parte, al hecho de que las mujeres exhiben más fluidez sexual. Este hallazgo ha llevado a la caracterización frecuente — y problemática— de la sexualidad femenina como inherentemente "compleja". Aunque, las investigaciones sugieren que la orientación sexual de las mujeres también tiene una base genética.

Explorar los orígenes de la orientación sexual es controvertido. Basta con observar la reacción que tuvo un estudio reciente, el cual usó redes neuronales profundas para determinar la orientación sexual de las personas a partir de imágenes faciales. La reacción fue rápida y uno de los autores recibió amenazas de muerte.


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Esta controversia se debe, en parte, al hecho de que algunos no creen que este tipo de investigaciones sean siquiera necesarias y, de hecho, algunos consideran que la búsqueda de una causa de la homosexualidad es inherentemente patologizante y excluyente. Sin embargo, los científicos del sexo opinan distinto. Según Qazi Rahman, un investigador que estudia la orientación sexual en el King's College de Londres, "obtener información sobre esto es útil para la ciencia biológica".

Rahman dice que tal investigación es importante porque podría ayudarnos potencialmente a entender la evolución de la orientación sexual: "¿Están relacionados estos avances genéticos con otros rasgos que benefician la reproducción de alguna manera? Y de esta forma, ¿llevan estos genes, la atracción por personas del mismo sexo en cierta medida?"

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Algunos estudios han encontrado que las mujeres parientes de los hombres homosexuales de su lado materno tienden a tener más hijos que las parientes del lado materno de hombres heterosexuales. Esto sugiere la posibilidad de que la homosexualidad masculina sea un subproducto de la fertilidad femenina. En otras palabras, cualquier característica genética que codifique la homosexualidad masculina podría tener beneficios reproductivos para las mujeres que los portan.

Este tipo de información no solo puede ayudarnos a apreciar y comprender mejor la diversidad sexual; también puede tener implicaciones políticas importantes: si la orientación sexual no es algo que elijamos, por lo tanto no puede modificarse mediante la llamada "terapia de conversión". "Solo nueve estados de EE. UU. actualmente tienen prohibiciones para la terapia de conversión para menores. Más evidencia de una base genética para la orientación sexual podría ser justamente lo qué necesitamos para poner en marcha un esfuerzo a nivel nacional para prohibir esta práctica dañina."

Aunque la investigación en esta área puede tener beneficios tanto científica como políticamente, algunos cuestionan si esos beneficios se oscurecen por los riesgos potenciales. En particular, a algunos les preocupa que al identificar los genes vinculados a la homosexualidad, eventualmente esto se convierta en esfuerzos para modificar esos genes como un intento de erradicar la homosexualidad. Sin embargo, de acuerdo con Rahman, no tenemos nada de qué preocuparnos aquí —al menos no en un futuro cercano— "La ciencia genética de la sexualidad está muy lejos de generar algo que pueda usarse de manera dañina, principalmente porque los genes de la la sexualidad probablemente sean muchos y complejos".

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Los investigadores creen cada vez más que puede haber múltiples "tipos" de homosexualidad y que cada tipo puede tener una vía biológica distinta. Esto significa que potencialmente podría haber muchos genes diferentes involucrados aquí.

Y solo porque la investigación muestra un vínculo entre un gen y una orientación sexual dada, no necesariamente significa que el gen sea la causa de esa orientación. Más importante aún, incluso si descubriéramos un gen que desempeña un papel causal, la realidad es que dos personas podrían portar el mismo gen, pero ese gen podría expresarse de maneras diferentes en cada persona.

La investigación epigenética revela que existe una interacción importante entre nuestros genes y el medio ambiente: los factores ambientales tienen el potencial de activar efectivamente ciertos genes de manera intermitente. Lo que esto significa es que no todos los que portan "genes gay" necesariamente serán homosexuales. En otras palabras, probablemente no podamos predecir la orientación sexual de alguien a partir de su perfil genético.

Para complicar aún más las cosas, Rahman dice que debido a que los rasgos de la sexualidad y la reproducción "podrían estar ligados a otros rasgos biológicos realmente importantes y necesarios para la supervivencia", jugar con ellos "podría no ser una buena idea". Traducción: Podría haber serias e imprevistas consecuencias si alguien intentara modificar estos genes.

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En resumen, nuestra comprensión de la genética humana es demasiado incipiente para que la investigación en esta área tenga un peligro claro y presente e incluso si lo hiciera en el futuro, Rahman dice que, en última instancia, es la sociedad la que "determina los límites de las tecnologías que surgen de la ciencia básica".

Por lo tanto, aunque los beneficios científicos y políticos de esta investigación parezcan superar los riesgos potenciales en este momento, no sería una mala idea para nosotros como sociedad comenzar una conversación sobre los límites que queremos imponer a futuras aplicaciones de la investigación genética sobre la sexualidad humana.

Justin Lehmiller es el director del programa de psicología social en Ball State University, afiliada a la facultad de The Kinsey Institute y autor del blog Sex and Psychology.

Síguelo en Twitter como @JustinLehmiller .


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