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Sexo con Baranda Pons

Estoy mojada, ¡métemela ya!

“Tírate por un tobogán de agua sin agua y sabrás para qué carajos sirven los preliminares”.

“Tírate por un tobogán de agua sin agua y sabrás para qué carajos sirven los preliminares”.

Esta frase, usurpada de alguna cuenta de Instagram, explica por qué es bueno calentar a la criatura amada, esperar a que se humedezca y excitarla, antes de empezar a explorar su anatomía allí, abajito, donde aunque sin luz, siempre hay una temperatura deliciosa.

Ahora hay defensores de la teoría de que el sexo empieza después de quitar la ropa y acariciar a la pareja. ¡Eso no es sexo! Esto es preludio, y es lo que mide las ganas que tenemos de ser empotradas o no. Con buenos preliminares es mucho más posible seducir a nuestro amor y cambiar un NO por un “ponte-abajo-nene-que- te–voy- a- montar”.

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Los famosos preliminares duran lo que tarda el individuo en calentarse bien, como el aceite antes de recibir su cebolla picada. Si no está en su punto, no sirve y no sabe rico. Seré sincera: para mí, unos preliminares de más de 15 minutos se pueden hacer eternos. Uno ya no encuentra sitios nuevos para besar y toca empezar con el codo o con la ceja. Por no hablar de los masajes, que pasan de excitante con Mario López a relajante con Paulo Coelho.

¿Qué hacer entonces para unos preliminares que den paso al sexo más suculento?

Bésame como si no me conocieras:

Esta es la clave de los mejores besos. El primer beso que nos damos con alguien que no nos conoce, y con el que tenemos ‘química bucal’, es el beso del ritmo perfecto: ni tan lento para que dan ganas de bostezar, ni tan rápido para que le duela a uno el mascadero. Los primeros besos son mortales, no se olvidan y consiguen que a uno el corazón se le salga del pecho, henchido de tanta hormona.

Si besamos a nuestra pareja como si fuera la primera vez, ambos se mojarán, ¡ellas por dentro y por fuera, y ellos en la puntica! Personalmente, a mí siempre me han enamorado más los hombres que se mojan y no se avergüenzan de mostrarlo.

Tócame pero no me aplastes

Reconozco que el porno ha hecho mucho daño. A la mayoría de las mujeres no les gusta que les aplasten las tetas como si estuvieran exprimiéndonos la leche. La forma de saber cuál es la intensidad deseada por la pareja es siempre de menos a más. Se empieza suave y se va viendo la reacción a medida que se va apretando más fuerte.

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Con ese incremento los hombres sabrán si se encuentran frente a una mujer Hello Kitty, que adora las caricias de algodón, o a una sadomasoquista certificada, que también abundan por ahí. Toque todos los puntos, no solamente las tetas y el culo. Sea creativo. Mire lo que pasa con los talones, las costillas, las orejas, el pelo y el cuello. Conocer a un buen besador de cuello puede ser motivo de divorcio.

Respetar los turnos

Las relaciones son intercambios. Una parte recibe y la otra da. Los mejores preliminares van por turnos. Primero recibe uno, y después recibe el otro. No entender esto puede resultar en que el man se la pase trabajando por una hora y la mujer no mueva un dedo. A este fenómeno, sobre todo cuando se trata de sexo oral, lo llamo ‘la estrella de mar’. Él o ella está patiabierto como una estrella de mar pero no se mueve ni para demostrar que le gusta lo que recibe.

Chúpame hasta la petite morte

El sexo oral es un preliminar para muchas parejas. Unos sólo lo practican sin pasar a la penetración y han basado su orgasmo en la succión y el lametón. Más allá de si es por un tema de peso o de salud, el sexo oral es el gran aliado de las mujeres que no tienen orgasmos con penetración o de hombres que no se sienten cómodos al insertar su pene en el cuerpo de su pareja.

En definitiva, el sexo oral resulta muy placentero y sólo requiere de una lengua con ganas para practicarlo. Aquí va el truco para que sea delicioso: Estire la lengua bien antes de comer un clítoris, use toda la anatomía de los genitales que está chupando y recorra con ganas cada milímetro. En el caso de las mujeres es bueno explicar que el sexo oral puede hacerse de muchas formas. Buscar la que más placer traduce a ambos es lo importante, y nunca hacerlo por obligación o a la fuerza. Si dar sexo oral no nos ha gustado antes, démosle otra oportunidad cambiando los ritmos y los ángulos.

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Y un truco más: si la zona no está limpia, exija sus derechos y pida que la limpien. ¡A nadie le gusta chupar un pene o una vulva que huelen mal!

Méteme el dedo hasta que enloquezca

Cuando la cosa está que arde, es muy estimulante recibir la visita de un dedito. A veces es delicioso sentir uno de ellos moviéndose con suavidad dentro de la cavidad mojada, y otras veces dan ganas de que entren uno, dos y hasta tres dedos, para que empiecen un ritual masturbatorio con todos los juguetes.

El dedo es el heraldo que anuncia la venida de un visitante más gordo y con todas las ganas de mundo para pasárselo bien.

Elija la forma de masturbar a su pareja de acuerdo a sus gustos. Oiga las señales acústicas y si jadea o se mueve, continúe con lo que estaba haciendo.

¡Ojo! Si con alguna de estas técnicas se llega al orgasmo, recuerden que estos sólo eran los preliminares. ¡No hay razón para quedar iniciados!