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Javier Valdez: el asesinato del periodista que encendió a la prensa mexicana

"Si alguien decide matar a un periodista sabe que no será castigado y mientras eso ocurra van a continuar este tipo de crímenes".

"Lamentablemente la sociedad sinaloense sigue poniendo los muertos en una guerra que no le pertenece", fue lo último que me dijo Javier Valdez antes de despedirnos y colgar el teléfono. Era un viernes 10 febrero, lo había entrevistado para que me explicara el resurgimiento de la violencia en Sinaloa; 94 días después la guerra que no le pertenecía lo alcanzó: 12 balas acabaron con su vida.

Javier era una de las voces "autorizadas" para hablar de la 'narcoguerra'. Sus libros, reportajes y columnas son un referente periodístico para aquellos que buscan informarse sobre el México violento.

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Ese viernes me dijo que dos grupos eran los responsables de la ola de violencia en el estado: los hijos de El Chapo y Los Dámaso, los cuales se enfrentaban por ocupar el vacío de poder que dejó en el Cártel de Sinaloa la detención y la extradición de Joaquín El Chapo Guzmán.

Por esos días de febrero, ambos grupos se acusaron mutuamente de intentos de asesinato y de traición. Los hijos del narcotraficante más famoso de México enviaron una carta con su versión a Radio Fórmula, mientras que Dámaso López Núñez, alias El Licenciado, operador financiero del Cártel, concedió una entrevista a Javier Valdez.

Para que la versión de su enemigo no se publicará, los hijos de El Chapo —a través de sus emisarios— presionaron al periodista sinaloense y luego intentaron comprar todos los ejemplares del semanario Ríodoce, pero no lo consiguieron, la versión fue publicada. Casi tres meses después fue detenido El Licenciado. En medio de ese tenso entorno fue asesinado Javier el 15 de mayo.

"Hasta hoy, un mes después de su homicidio, las autoridades no nos han informado ni siquiera de una línea de investigación concreta", me dice Ismael Bojórquez, fundador —junto con Javier— y director de Riodoce.

"Existen dos carpetas de investigación abiertas", explica, "una en la Fiscalía General de Sinaloa y otra en la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE). Considero que no tienen pistas sólidas, tienen varias líneas abiertas, incluyendo el narcotráfico, pero no nos han dicho algo específico sobre quién o quiénes podrían ser los responsable del asesinato".

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"¿Ustedes a quién consideran como el autor del homicidio?", le pregunto.

"En una columna que publicamos en el semanario expongo que tenemos plena certeza de que fue el narcotráfico, pero no acuso a un grupo o a otro, no estoy acusando a los hijos de El Chapo o a Los Dámaso. Aceptamos hacerle la entrevista a Dámaso y no calculamos que nos estábamos metiendo a una guerra mediática guiados por el ímpetu periodístico, pero yo creo que nos equivocamos y no sé hasta dónde eso tenga que ver con la muerte de Javier, lo que sé es que en ese contexto fue asesinado, pero quién fue, no lo sabemos", cuenta Ismael Bojórquez.

El crimen encendió a la prensa mexicana. Un día después del asesinato del autor de libros como Miss Narco, Con una Granada en la Boca y Narcoperiodismo, miles de reporteros, fotoperiodistas y defensores de derechos humanos y ciudadanos se dieron cita en la Secretaría de Gobernación para exigir justicia y esclarecimiento de los hechos.

Ahí erigieron un altar con veladoras, fotos de periodistas asesinados en el país y con una frase pintada con letras rojas sobre papel kraft que resumen la vulnerabilidad del quehacer periodístico mexicano en los últimos años: "Nos están matando".

Ese día medios como Animal Político, VICE News, Sin Embargo, El Noroeste, Chiapas Paralelo, Nexos y Zona Franca, entre otros, realizaron un paro informativo para mostrar su indignación por el asesinato y sumarse a la exigencia de justicia, no sólo para Javier, sino también para los otros periodistas asesinados en el país en lo que va del año. También hubo movilizaciones en Veracruz, Michoacán, Jalisco, Morelos, Hidalgo, Quintana Roo y Sinaloa.

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Pero no sólo protestas han surgido a raíz del crimen contra Javier Valdez, también han nacido propuestas, una de ellas es Agenda de Periodistas en la cual medio centenar de medios de comunicación, organizaciones de derechos humanos, universidades y colectivos buscan hacerle frente a la violencia sistemática contra los prensa en México a través de "la construcción de una agenda con objetivos de corto y mediano plazos para proteger a periodistas".

Mediante seis mesas de trabajo, y tres días de debate, Agenda de Periodistas pretende además cohesionar al gremio periodístico y generar "un documento con propuestas puntuales para las instancias, nacionales e internacionales, que deben intervenir en la salvaguarda de la libertad de expresión en México".

Es también un intento para que no haya un periodista asesinado más. Para que no haya otro después de Javier. Antes de él, fueron asesinados este año: Cecilio Pineda, Ricardo Monlui y Miroslava Breach en Guerrero, Veracruz y Chihuahua, respectivamente. Todos en el mes de marzo. Después Maximino Rodríguez en Baja California Sur en abril y Filiberto Álvarez en Morelos en Mayo.

Hace un mes el cuerpo de Javier quedó tendido cerca de las instalaciones de Ríodoce sobre la calle Riva Palacio de Culiacán, capital de una entidad en la que en los primeros cinco meses del año —de acuerdo con la Procuraduría local—se habían registrado 1,016 homicidios; el veterano periodista fue asesinado en la vía pública a plena luz del día en un país que ha enterrado a más de 100 de sus colegas en los últimos 17 años.

De acuerdo con la organización Articulo 19, el 98 por ciento de las 798 averiguaciones previas por delitos contra periodistas registradas entre julio de 2010 y agosto de 2016 no tienen sentencia, y peor aún, la impunidad en esos delitos alcanza el 99.75 por ciento. En ese sentido, el año pasado la organización Reporteros Sin Fronteras declaró a México como el tercer país más mortífero para los periodistas, sólo superado por Siria y Afganistán.

"Son niveles de impunidad muy altos, si alguien decide matar a un periodista sabe que no será castigado y mientras eso ocurra van a continuar este tipo de crímenes. Hay un desdén del gobierno federal por lo que pasa en México en materia de libertad de expresión. Al gobierno, al Senado y al Congreso les vale madre la manera en que los periodistas ejercen el oficio de informar, ni siquiera le asignan recursos suficientes a la FEADLE, eso habla de la poca voluntad política que tienen respecto al tema", me dice Ismael Bojórquez.

Finalmente señala que la sociedad civil es apática respecto a lo que les pasa a los periodistas, a pesar de que estos son una voz de la sociedad y cuando asesinan a uno se pierde esa voz.

"El problema de este país es que a pesar de los graves problemas que existen de corrupción, de pobreza, de inseguridad, la sociedad civil está dormida, agachada, muerta. Mientras la gente esté dormida y no despierte, las cosas no van a cambiar".