Cuando sirios y austríacos salen juntos de fiesta

FYI.

This story is over 5 years old.

Nuevos vecinos

Cuando sirios y austríacos salen juntos de fiesta

“Mis amigos me regalaron unos pantalones de cuero y una camisa de cuadros y me iniciaron en el baile folclórico austríaco”.

Este artículo es parte de nuestra serie Nuevos Vecinos, en la que jóvenes refugiados de toda Europa colaboran con nosotros como editores invitados. Puedes leer la carta de la editora aquí.


Mahmoud Al-Abdallah tiene 18 años y es de Damasco, Siria. Ahora vive en Viena.

Procedo de una familia muy extensa. Tengo ocho hermanos y hermanas y siempre estuve rodeado de familiares y amigos mientras crecía en Siria. La mayoría de mis amigos o bien se han quedado en Damasco o han huido al Líbano, pero yo me vine a Austria. Aquella fue la primera vez en mi vida que me sentí solo. Echaba de menos mi hogar.

Publicidad

Cuando estalló la guerra en Siria, mi familia quería que dejara el colegio. Tenían miedo, porque los chicos más fuertes de la escuela tenían muchas probabilidades de ser enviados a la guerra. Así que abandoné Damasco y me mudé a una pequeña ciudad del sur de Siria, donde viví con un amigo durante algunos años y fui a una nueva escuela.

Fue realmente sorprendente ver cómo aquellas personas ―que solo me conocían desde hacía unas semanas― estaban tan dispuestas a ayudarme con mi adaptación y mi integración en su sociedad

A principios de diciembre de 2015 tuve huí a Austria, donde mi hermano mayor ya llevaba tres años viviendo. Él ya me había contado muchas cosas sobre la sociedad austríaca y sobre el sistema educativo de allí, y especialmente sobre lo seguro que es el país.

Cuando llegué no conocía a nadie aparte de mi hermano. No tardaron en concederme el asilo y estaba muy motivado para aprender alemán y sentirme más cerca de los austríacos. Los profesores de mi curso de alemán eran todos estudiantes voluntarios que enseñaban a los refugiados sin cobrar nada. Eran tan amigables que acabamos pasando un montón de tiempo juntos, no solo durante las clases sino también durante el tiempo libre. Con bastante rapidez, mi grupo de alemán se convirtió en mi segunda familia. Fue realmente sorprendente ver cómo aquellas personas ―que solo me conocían desde hacía unas semanas― estaban tan dispuestas a ayudarme con mi adaptación y mi integración en su sociedad.

Publicidad

Todas las fotos cortesía del autor

Mis dos mejores amigos son austríacos. Nos conocimos en el curso de alemán y me siento muy agradecido por todo lo que me enseñaron acerca de la cultura de Austria. El verano pasado fuimos juntos al festival de música Donauinselfest. Nunca había visto tanta gente junta en el mismo sitio, bailando y divirtiéndose.

Mis amigos me invitan a sus fiestas. Igual a ti no te suena tan especial, pero para mí lo es, porque cuando todavía vivía en Siria era demasiado joven para ir de fiesta con mis amigos. El único tipo de fiesta al que había asistido en mi vida eran las reuniones familiares. Ahora, que me inviten a una fiesta donde puedo conocer todavía a más gente me da una sensación de aceptación, de formar parte de este mundo que es tan nuevo para mí.

Por cierto, soy musulmán practicante y no bebo alcohol, pero ninguno de mis amigos austríacos le ha dado importancia a eso. Nadie ha intentado obligarme a beber alcohol ni me ha hecho sentir menos parte del grupo por no beber. Al contrario: creo que nuestras diferencias fortalecen nuestra relación. Si cocinamos algo juntos, también nos aseguramos de que haya algo sin cerdo sobre la mesa. Y, a mi vez, yo he ido introduciendo algunas especialidades sirias a mis amigos.
El año pasado, para Pascua, uno de mis amigos me invitó a casa de sus padres. Me regalaron unos pantalones de cuero y una camisa de cuadros y me iniciaron en el baile folclórico austríaco. Por supuesto era la primera vez que me ponía un taje tradicional austríaco, pero me lo pasé en grande llevándolo. Incluso escondimos huevos en el jardín y después salimos a buscar huevos de Pascua por el vecindario.

Publicidad

Por cierto, soy musulmán practicante y no bebo alcohol, pero ninguno de mis amigos austríacos le ha dado importancia a eso

Por mi parte, yo les he iniciado en mis propias celebraciones culturales, Eid al-Fitr y Eid al-Adha, que son tan importantes para los sirios como la Navidad o la Pascua en Austria. Celebré las dos con ellos y fue emocionante ver cómo todo el mundo se unía. Hay mucho que celebrar cuando honras las festividades de culturas diferentes.

Mi vida ha dado un cambio radical desde que vine a Austria. La vida no ha sido fácil durante los últimos años y sigo constantemente preocupado por mi familia y mis antiguos amigos, pero mis nuevos amigos han conseguido que quedarme en un país extraño sea mucho más agradable y menos raro para mí. No puedo agradecérselo lo suficiente.

Firma aquí la petición de la ACNUR urgiendo a los gobiernos a asegurarles un futuro seguro a los refugiados.

Puedes ayudar a Vita Nova, la ONG austriaca que ayudó a Mahmoud Al Abdallah y a otros refugiados en Austria, aquí.