Cuando Almería vivió la fiebre del oro

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Marca España

Cuando Almería vivió la fiebre del oro

Entre 1933 y 1966 un pequeño municipio de Almería se convirtió en uno de los referentes mundiales de la minería de oro. Esta es su historia.

En los años 60, Clint Eastwood empezaba su carrera en el Desierto de Tabernas, Almería, y los habitantes de los pueblos de la zona pasaban el año de rodaje en rodaje como extras, jinetes, especialistas… Hoy, muchos habitantes se han ido por la falta de oportunidades y servicios. Te contaremos nuestras historias favoritas sobre el escenario icónico del spaghetti western para sumarnos a la iniciativa "Los cowboys del desierto", con la que Škoda busca alertar sobre el problema de la despoblación en las poblaciones del desierto de Tabernas.

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Uno de los aventureros más legendarios del cine dejó su huella en esta zona de Almería. ¿La película? 'Indiana Jones y la última cruzada'. ¿La escena? Una de las míticas: una avioneta persigue a toda velocidad al héroe del sombrero, que conduce un coche que acaba de robar.

En el fragor de la acción, Indiana Jones se mete por un túnel y su perseguidor irremediablemente se choca en el acceso, perdiendo las alas y ardiendo a través de todo el pasadizo para acabar estallando una vez sale de este. Una espectacular secuencia donde el bueno de Indi se salvó.

La escena fue rodada en el Cerro del Cinto, uno de tantos lugares de Almería que fueron inmortalizados en grandes clásicos del séptimo arte. No sorprende que el Ayuntamiento de Níjar, destaque en su web una Oficina de Cine. Entre los años 50 y 80, afirman, se rodaron cientos de películas "en diferentes espacios dentro de esta tierra". Y prosigue el metraje.

Pero los tiempos cambian y la incomunicación y la despoblación de estos lugares es hoy una realidad palpable. Hoy le costaría llegar a algunos destinos del desierto de Tabernas o del Cabo de Gata incluso al mismísimo y osado arqueólogo Indiana Jones o a las decenas —si no cientos— de vaqueros que recorrieron durante décadas la zona.

Pero este paisaje evocador que —a excepción del bellísimo vergel del Parque Natural del Cabo de Gata— no parece propio de la costa mediterránea esconde otros tesoros aparte de su pasado cinematográfico, como los lingotes que amasaba Rodalquilar en plena posguerra, un episodio tan apasionante como desconocido de la posguerra civil española.

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Bonanza en Rodalquilar

Porque no, la fiebre del oro no se trató de un fenómeno exclusivo del lejano oeste americano. Aunque sea imposible valorarlo en su justa medida viéndolo desde fuera hoy en día, hay que imaginar lo que supuso hallar un yacimiento del ansiado metal dorado entre las miles de hectáreas tostadas por el sol y los arbustos rodantes del desierto.

Tal y como cuenta Alexis Pineda, viceconcejal de Turismo de Níjar, "supuso parte de nuestra historia, del patrimonio que nos queda de aquella época. La continuación de la historia minera de nuestro municipio. Rodalquilar comienza mucho antes su historia minera, en el S.XVI, con los alumbres", pero que vive una auténtica revolución tras la "explosión minera en todos los cerros que nos rodean".

"El pueblo como tal se funda en 1930, una vez que se asienta la Compañía Minas de Rodalquilar. Aunque el paraje tenía ese nombre desde muchos siglos antes", precisa el geógrafo y urbanista Rodolfo Caparrón en el documental "Las quimeras del oro", dirigido por José Carlos Castaño y presentado en 2016 con motivo del 50º aniversario del cierre de las minas.

Por cierto, el nombre del pueblo se debe a la 'rodalquilarita', un mineral de tono verdoso que afloraba por acá y que, según los expertos, suele anunciar la presencia de oro.

El milagro emergió entre las rocas a finales del S.XIX, pero la actividad minera a gran escala arrancó en 1933. Tras la Guerra Civil, se nacionalizaron las minas, que siguieron en activo hasta 1966, fecha de su adiós definitivo porque ya no salían rentables.

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Hoy en día, Rodalquilar es todo un mito de la zona, la genuina memoria de una etapa de bonanza económica y social que hoy en día promueve un turismo más bien científico, pero que conserva entre sus ruinas aquellas emocionantes quimeras del oro.

No en vano en 1956 se inauguró la Planta Denver —el conjunto de instalaciones más importante y que extrajo más oro—, por aquel entonces la más grande de Europa Occidental. Y, cómo no, se utilizó como propaganda por parte del Régimen de Franco, como atestiguan los documentos.

Los cientos de trabajadores de la mina se quedaron en paro y se produjo una emigración en busca de empleo a Cataluña, el País Vasco y otros puntos del mapa

"En las explotaciones mineras de Rodalquilar, los obreros disponen de hogares amplios e higiénicos, y la producción anual se ha incrementado poderosamente. Franco presencia aquí la voladura realizada con dos toneladas de dinamita de un trozo de monte en la sierra del Cinto. Momentos después, Franco es informado detenidamente de la marcha de la explotación y en los talleres presenciaba la fundición de una barra de oro", narra el NoDo, el informativo oficial de la dictadura.

Lo encontramos en el canal YouTube de Almeriacine, grupo de aficionados al celuloide cuyo fundador, Juanen Pérez, enseguida nos cuenta que en la Planta Denver, junto al Museo Minero, "destacaron fundamentalmente rodajes como 'Los guerreros del sol', 'El misterio de Wells' y 'Contra el viento'. En el camino hacia las minas, 'Agáchate, maldito' de Sergio Leone y la serie Curro Jiménez. Y ya en el Cerro del Cinto, más westerns y grandes producciones; la más reciente, 'Exodus: dioses y reyes', de Ridley Scott".

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El final del oro

"Por supuesto, era un experimento social", reflexiona el concejal de Turismo del municipio, Alexis Pineda. "No solo la producción, sino toda una organización social alrededor del poblado minero, un sitio donde existen centros de educación pública, donde las autoridades religiosas tienen gran influencia. Sirvió para la propaganda estatal". Hasta que llegó su ocaso.

Dicen que la decisión fue política, no técnica. La decadencia de las minas allá por los años 60, valga la curiosidad, brindó una prórroga productiva con un descubrimiento deslumbrante: el 'filón 340', un efímero y postrero maná en el yacimiento.

"El pueblo de Rodalquilar era gente muy cálida, muy seria, acostumbrados a sufrir. El cierre fue un jarro de agua fría", sostiene en 'Las quimeras del oro' José Sierra, jefe del Proyecto de Investigación Minera de la Empresa Nacional Adaro.

"Lo que de verdad impresiona no es ver el primer lingote, sino ver el último"

Los cientos de trabajadores de la mina se quedaron en paro y se produjo una emigración en busca de empleo a Cataluña, el País Vasco y otros puntos del mapa. Antaño llegó a haber oficinas, dos cines… mientras que hoy, señala un vecino, "si quieres ir al cine lo tienes a 50 kilómetros". Eso sí, lo que Rodalquilar ofrece, apostilla, "no sé si llamarlo magia, pero es algo que atrae".

Y en este entorno se afincan muchos artistas. Cosas de la tranquilidad, la inspiración, la paz o el patrimonio cultural y natural de Níjar. Los 300 habitantes que hay durante todo el año se duplican en verano, cuando más aprieta el calor sobre los cerros que recorrieron iconos como Indiana Jones. Y, sin duda, la evocación de aquellas quimeras del oro que hicieron célebre a Rodalquilar no impide para nada soñar con un nuevo futuro dorado. Pero ese es otro cantar.

Tal y como dice un vecino que trabajó en las minas en el citado documental: "Lo que de verdad impresiona no es ver el primer lingote, sino ver el último". Un gran resumen de toda la historia de un lugar que a día de hoy se resiste a desaparecer y a ser olvidado.