Imagen por Jung Ui-Chel/EPA
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En Corea del Sur, este drama político lleva el nombre de 'Caso Rasputina' y tiene como protagonista a la ahora ex presidenta y a su mejor amiga la consejera Choi Soon-Sil.Para entender la relación entre ambas, hay que remontarse a 1974, cuando el padre de la ahora ex presidenta sobrevivió a un atentado, pero falleció su madre. El dictador, herido y triste, buscó consuelo en un vidente y monje budista que le aseguró que podía ayudarlo a contactar a su esposa en el más allá. Este 'adivino' se convertiría en pocos años en un íntimo consejero del dictador, hasta la muerte de Park Chung-hee.Choi Soon-Sil es la hija de ese vidente y desde niña se convirtió en una especie de hermana de la ex mandataria Park Geun-hye. Durante años, se supo de la cercanía entre ambas, aunque Park Geun-hye siempre argumentó que se trataba sólo de amistad y que su amiga no daba servicios como consejera presidencial ni estaba en la nómina del gobierno.K-pop: la venganza propagandística de Corea del Sur contra la bomba H del Norte. Leer más aquí.
Sin embargo, esa versión se cayó en noviembre de 2016, cuando una cadena de televisión local tuvo acceso a una vieja computadora de la amiga de la entonces presidenta y halló documentos clasificados y recomendaciones sobre políticas nacionales e internacionales. La oposición reaccionó inmediatamente cuestionando la capacidad de Park Geun-hye para liderar el país por sí misma y preguntó por las implicaciones legales de compartir información sensible para la seguridad nacional con una simple civil.Corea del Sur lucha por acabar con el consumo de la carne de perro. Leer más aquí.
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"Cometí un delito por el que merezco morir", admitió Choi Soon-Sil, horas antes de ser detenida el año pasado. Su culpa se trasladó hasta la presidenta, quien ahora que perdió el fuero será investigada como cualquier civil por los delitos de corrupción y tráfico de influencias y corre el riesgo de ser aprehendida y pisar la cárcel.La opinión popular tampoco favorece a la exmandataria Park Geun-hye de cara a su juicio: según sondeos locales, ocho de cada diez surcoreanos la quiere ver en prisión. Además, su agenda conservadora no parece haber convencido a sus gobernados y un líder opositor de izquierda se perfila como el nuevo presidente democráticamente electo.La llegada de un presidente de izquierda podría flexibilizar las relaciones binacionales entre Corea del Sur y Corea del Norte, congeladas tradicionalmente por gobiernos conservadores.Sigue a VICE News en español en Twitter: @VICENewsEsEn imágenes: ser tatuador en Corea del Sur puede llevarte a la cárcel. Leer más aquí.