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VICE Sports

La historia del valiente que compitió en unos Juegos Olímpicos sin saber nadar

La verdadera estrella de los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 no fue ninguno de los atletas más conocidos, sino un nadador de Guinea Ecuatorial que jamás había visto una piscina olímpica en su vida.
Foto: Youtube

Los Juegos Olímpicos son territorio de grandes gestas deportivas que pasan a formar parte de la memoria colectiva. De Jesse Owens hasta Usain Bolt pasando por Nadia Comaneci, los grandes atletas que han pasado por los Juegos han dejado escritas páginas indelebles en la historia del deporte.

Existen, sin embargo, otras historias de otro tipo de deportistas, que también participan en las Olimpiadas… pero que nunca ganan medallas y mucho menos pasan a la historia. Son los grandes olvidados de los Juegos.

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Y después está él.

Eric Moussambani tenía un sueño: participar en alguna prueba de atletismo en unos Juegos Olímpicos. Aunque el equipo olímpico de Guinea Ecuatorial, el país de Moussambani, teóricamente ya estaba completo en el camino hacia Sídney 2000, el bueno de Eric tuvo suerte: el Comité Olímpico de su país le propuso competir en la prueba de natación de los 100 metros libres.

Quedaban unos escasos ocho meses para los Juegos, pero Moussambani no dudó en aceptar el desafío.

El primer paso fue buscar un entrenador pero rápidamente comprobó que sería una aventura que tendría que hacer en solitario. Así que se puso a entrenar en una piscina de un hotel… que apenas medía 22 metros de largo. Guinea Ecuatorial no tuvo una piscina olímpica hasta el año 2011 y los pocos nadadores que se han forjado en el país han tenido que entrenar en piscinas pequeñas, en el río o en el mar.

Moussambani recordará siempre ese 19 de septiembre por cumplir el sueño de casi ahogarse en una piscina olímpica. Foto de David Gray, Reuters

Cuando llegó a Sídney y vio la piscina olímpica, el pobre Eric se asustó. Era la primera vez que veía una instalación tan larga: su primera reacción fue pensar que medía 100 metros de largo y que no tendría que hacer ningún viraje. Cuando le contaron que no, que tendría que ir y volver, se le cayó el alma a los píes. Moussambani, sin embargo, estaba dispuesto a correr en los Juegos y fue con todo.

Corrió en la primera serie. Sus rivales debían ser Karim Bare, de Níger, y Farkhod Oripov, de Tayikistán: ambos, sin embargo, hicieron sendas salidas falsas y fueron descalificados —también tiene narices entrenar cuatro años para terminar haciendo una salida falsa, pero eso es otra cuestión y no querríamos ser demasiado crueles—.

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Moussambani, pues, tuvo que enfrentarse por primera vez a una piscina de 50 metros en un pabellón lleno hasta la bandera que tenía ganas de empezar a ver sus ídolos. Y tuvo que hacerlo solo.

El público no entendió nada: los movimientos de Moussambani no parecían en absoluto los de un nadador de élite. Eric no hacía el movimiento para respirar de forma ortodoxa: cuando se empezó a cansar, incluso dejó de patalear con los píes. Eric se defendió razonablemente bien en el primer largo, pero el segundo se le hizo… infinito.

Todos los presentes comprendieron, y en vez de mostrarse crueles, se solidarizaron con el ecuatoguineano y le aplaudieron hasta que llegó al final. Moussambani marcó tiempo de 1:52.72, similar al de los campeones de natación… de los 200 metros, séase, el doble de lo habitual en una prueba de 100.

Eric se hizo extremadamente famoso en el mundo entero y se convirtió en el primer héroe de esos Juegos Olímpicos. Marion Jone o Ian Thorpe destacaron por ganar muchos oros y por batir récords, pero todo aquel que estuviera en la ciudad australiana aquellas semanas recordará antes a Eric que a los ganadores.

El nadador agradeció el apoyo, pero dejó lo mejor para el final. Cuando le preguntaron cómo se había visto, Moussambani sorprendió con esta respuesta:

Los últimos 15 metros han sido muy difíciles

Eric Moussambani, nadador optimista

Al año siguiente, Eric participó en la prueba de 50 metros libres en los Campeonatos del Mundo de Natación que se hicieron en Fukuoka. Con su tiempo —que ya había bajado 8 segundos con respecto al de los Juegos— superó a tres nadadores. Moussambani se estaba preparando para las Olimpiadas de Atenas 2004, para las cuales logró clasificarse ya que había bajado del minuto en los 100 metros… pero su país le tramitó tarde el visado.

Una verdadera lástima.

Moussambani no logró clasificarse para los Juegos Olímpicos de Beijing 2008; tres años más tarde, en 2011, a Eric le nombraron seleccionador nacional del equipo de natación de Guinea Ecuatorial. Aún teniendo dos plazas para Londres 2012, ningún nadador ecuatoguineano participó en ninguna prueba. Suponemos que sus métodos de entrenamiento tampoco deben ser demasiado ortodoxos…

En cualquier caso, Moussambani siempre será recordado por la paciencia y la fortaleza mental que se necesita para irse a la otra punta del mundo a nadar y hacer el ridículo solo por perseguir un sueño. Seguro que hay alguna lección que sacar de ahí… ¿no? ¿ No?

Sigue al autor en Twitter: @21pauriera