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En las cantinas tradicionales se bebe tequila, no cocteles

Tequila desde $15 pesos y las cervezas más baratas de la zona. Eso es lo que se bebe en esta cantina tradicional donde no existe la coctelería.
Todas las fotos son del autor.

Sin un letrero que lleve su nombre, sin ventanas y con una enorme tabla detrás de la puerta que evita que los extraños miren hacia adentro, La Fuente no parece ser el más acogedor de los bares mexicanos. La única señal de que el número 78 de la calle Pino Suárez es hogar de una de las más antiguas y amadas cantinas de Guadalajara es el débil sonido del piano que emerge hacia las calles.

Entra a este establecimiento cavernoso y sentirás como si hubieras tropezado con un bar clandestino. Los clientes regulares más viejos flanquean el bar mientras grupos más numerosos se amontonan alrededor de las mesas de madera. Las paredes sepia necesitan pintura y la total ausencia de luz natural casi la hace ver como una guarida de vampiros. Dado el número de políticos que beben aquí, algunos mexicanos dirían que efectivamente lo es.

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Es tentador imaginar que nada ha cambiado desde que la cantina se fundó en 1921. El menú es tan minimalista como la decoración: papas fritas, cacahuates, manitas de puerco y tortas ahogadas comprenden la oferta culinaria completa de La Fuente. En cuanto a las bebidas, el bartender Jesús Conrique me comenta: "No servimos cocteles. No tenemos una bebida insignia que nos distinga como cantina. Nada de eso. Aquí todo es cerveza y tequila".

La Fuente no tiene sitio web, ni página oficial de Facebook, ni tampoco una cuenta en Instagram. La única concesión al mercantilismo es el logo icónico blasonado en los delantales del personal: la imagen de una bicicleta de estilo antiguo con una gruesa capa de polvo obtenida desde su posición estratégica en lo alto del bar a lo largo de las décadas.

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La mascota del bar es una bicicleta abandonada por un cliente borracho. Foto por el autor.

Conrique, que ha trabajado en La Fuente durante 34 años, me dice que la bicicleta es previa a su servicio allí. La historia transmitida por el antiguo personal del bar es que pertenecía a un cliente ebrio que vino a la cantina un día a finales de la década de 1950. El hombre estaba tan borracho que ni siquiera bebió nada más. Solamente pasó al baño y luego se fue, olvidando su bicicleta.

"No sabemos a quién le pertenecía", dice Conrique. "La guardaron en la parte de atrás durante muchos años, pero nadie vino a reclamarla. Luego cuando empecé a trabajar aquí repintamos el lugar y movimos la bicicleta. Se acomodó perfectamente en lo alto del bar y ahora la usamos como nuestro logo. A pesar de que el lugar se llama La Fuente, todos nos conocen por la bicicleta".

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A solo un minuto caminando desde la icónica catedral de dos torres de Guadalajara, La Fuente se sitúa en el corazón del centro histórico de la ciudad, lo cual significa que atrae a una cantidad de turistas sedientos en busca de refugio para protegerse del sol abrasador de la tarde. Aún así, muy difícilmente está llena de extranjeros y afortunadamente su reputación como una de las cantinas más amable con el turista no ha provocado que merme su atmósfera tradicional y bohemia.

La Fuente ha sido mostrada en varias películas a través de los años, su más reciente aparición fue en Mariachi Gringo en 2012, con el protagonista estadounidense audicionando para una banda local de mariachi. En la vida real los anfitriones de la cantina presentan música en vivo todos los días y regularmente reciben a artistas del Teatro Degollado de Guadalajara, un escenario neoclásico ubicado justo a la vuelta de la esquina, para ofrecer conciertos.

"A menudo encontrarás tenores o cantantes del coro estatal aquí, tomando un par de tragos y cantando", dice Conrique. "También hemos tenido a bandas de rock como Maná".

Llegué alrededor de las 6PM un miércoles y el lugar estaba lleno; la atmósfera era eléctrica. Un hombre de cabello blanco estaba en el escenario cantando baladas clásicas mexicanas acompañado por el pianista, mientras docenas de clientes ebrios se unían como si fuera la hora de cerrar un viernes por la noche.

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Las cantinas mexicanas tienen una reputación de escandalosas, pero a pesar del ruido estridente no hay rastro de problemas en La Fuente. "Es un lugar seguro donde la gente se trata con respeto. Nunca hay peleas", dice Alfredo Villalobos, un publicista y cliente regular del bar. "Aquí todos somos familia. He estado viniendo durante 30 años y conozco a todos".

¿Qués es lo que más le gusta del bar? "Es muy económico", dice Villalobos. A pesar de la reputación de La Fuente, los dueños han resistido el impulso de elevar los precios. Una mini botella de 210 mililitros de Corona cuesta solamente $15 pesos, mientras que una botella normal de 330 mililitros cuesta $22 pesos. El tequila más barato está en $15 pesos el trago, mientras que mejores marcas como Herradura Antiguo y Siete Leguas siguen teniendo un precio razonablemente alto de entre $40 y $50 pesos.

Esto es relevante, porque el ambiente inusual de La Fuente yace en no elevar demasiado los precios para los clientes regulares.

La naturaleza clasista de la sociedad de Guadalajara es obvia para todo el que lleva mucho tiempo ahí, con los ricos generalmente apartándose del resto en los bares más exclusivos. Aún así, La Fuente, que se ubica a un paso del palacio municipal de Guadalajara, el edificio del congreso y las oficinas de El Informador, uno de los periódicos más viejos de la ciudad, sigue atrayendo políticos, celebridades locales, así como también muchas otras personas de otros ámbitos de la vida.

En una bella ciudad herida por las divisiones sociales, es uno de los pocos lugares restantes donde la clase trabajadora y la élite social beben hombro con hombro.


Sigue a Duncan Tucker en Twitter como: @DuncanTucker