Parad de dar la chapa a los que no tenemos carnet de conducir
Ilustración por Aina Carrillo

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Carnet de conducir

Parad de dar la chapa a los que no tenemos carnet de conducir

El carnet de conducir es como la tarjeta del Club Día o el título de la universidad: parece que, aunque no lo uses para nada, tienes que tenerlo para ser un humano respetable y completo.
AC
ilustración de Aina Carrillo

A mis casi 27 años no tengo carnet de conducir. A los 6 tuve un accidente de coche con mis padres, y eso es lo que digo cuando sale el tema y la gente me empieza a dar la turra, para que se sientan mal y se callen. En realidad a ninguno nos pasó nada, y de hecho a mí tuvieron que despertarme porque, aunque dimos una vuelta de campana, siempre he sido de sueño profundo. Hasta el Lada azul claro en el que viajábamos quedó casi intacto.

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Hasta que descubrí que podía dramatizar e instrumentalizar esta anécdota omitiendo que en realidad no me había importado una mierda aquel accidente, me tocó padecer los comentarios y someterme a las preguntas que todos los adultos que no tenemos carnet de conducir tenemos que soportar. Porque el carnet de conducir es algo que "hay que tener aunque no lo uses", como la tarjeta del Club Día o el título de la Universidad, y ese es el primer comentario que la gente que tiene carnet nos suele hacer a los que no lo tenemos.


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Cuando un conductor desenmascara a un no conductor lo primero que ocurre es que su gesto se torna entre asombrado y decepcionado, como si por dentro estuviera pensando "joder, te consideraba una persona completa hasta ahora, un humano 180º". Después casi siempre llega la pregunta, el meollo del asunto: "¿y por qué no lo tienes?" Sea cual sea la respuesta del no conductor, excepto si es la mía —que a riesgo de demostrar que soy una persona horrible cumple su función, el conductor casi siempre reacciona visibilizando los riesgos que conlleva no saber manejar un auto.

El primero de ellos es que "en muchos trabajos lo piden". O eso piensan los conductores, que si les sugieres que te pongan cinco ejemplos, empezarán con conductor de Uber, pero pronto declinarán la oferta para pasar al segundo peligro que conlleva tener coche: ¿y si te pasa algo? Si me pasa algo, querido amigo, espero que pueda venir una ambulancia a rescatarme. O un coche fúnebre, en su defecto.

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Porque supongo que cuando los conductores hacen esa pregunta retórica se refieren a algo físico, a algo que repercuta en nuestro yo tangible, no en a que si una tarde el peso de la existencia nos oprime como una losa y sentimos que tenemos que huir no vamos a tener un auto para irnos lejos, a donde nadie nos vea, mientras sacamos la mano por la ventana y la hacemos ondear al viento.

O igual sí que lo dicen por eso, porque es lo que dan a entender la mayoría de anuncios de coches y sospecho que en los anuncios de coches se basa un poco el argumentario del tipo de personas que cuestionan la validez como humanos de los adultos que no conducen.

"Saber conducir te da mucha libertad". O no, si no tienes dinero para comprar algo que conducir, que es mi caso

Los anuncios de coches también asocian la conducción con la libertad, y ese es otro de los comentarios que le hacen a uno cuando no sabe manejar un coche. "Saber conducir te da mucha libertad". O no, si no tienes dinero para comprar algo que conducir, que es mi caso y el de tantas otras personas.

Libertad me darían unos cuantos miles de euros en la cuenta, libertad me da leer a Epicuro, no conocer las normas de circulación. Pero si le dices esto a un conductor, en lugar de asumir su derrota argumental, su falacia, irá a darte donde más duele. A tu sentimiento de culpabilidad.

Te dirá que no saber conducir es un problema porque cuando haces viajes largos no puedes relevar a la peña, a lo que puedes responderle que sí, y que eso te hace una persona inmunda, o puedes optar por contestar que en realidad cumples tus funciones: le haces los pitis al conductor, le colocas los retrovisores, buscas en Google "los mejores acertijos" y se los planteas… y entonces es cuando, probablemente, te haga esta otra pregunta: "¿Y cómo vas a los sitios, dependes siempre de la gente?". Sí, claro. Dependo del maquinista del metro, del conductor del autobús o del taxista si aún no hemos llegado al día diez de cada mes y es de madrugada.

Porque la gente que conduce no entiende que quizá nos sentimos conformes con nuestra condición de personas condenadas a esperar al metro, a odiar a quien habla muy alto en los vagones y a sospechar de quien interactúa demasiado con los niños. La gente que que no conduce no entiende que, incluso, le hemos encontrado el punto.

Lo que más nos jode de no saber conducir no es depender de la gente, es que nos hagan una y otra vez los comentarios y preguntas sobre el tema

Que en algunos casos, los no conductores no somos personas resignadas ni miedosas ni vagas —o quizá somos todo lo anterior, pero parad de juzgarnos—. Que algunos hemos decidido, simplemente, invertir los euros que de cuando en cuando —muy de cuando en cuando— podemos juntar en otras cosas.

Y que lo que más nos jode de no saber conducir no es depender de la gente, es que nos hagan una y otra vez los comentarios y preguntas anteriormente citadas. O el sumum de ellas, la más invasiva, la más detestable: ¿Y CUANDO TE LO PIENSAS SACAR?