Meade: el hundimiento del partido tricolor
Foto por Carlos Álvarez Montero.

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elecciones méxico 2018

Meade: el hundimiento del partido tricolor

Acompañamos al candidato de la coalición Todos por México durante su jornada electoral.

Este texto fue publicado por VICE México.

Dice José Antonio Meade que anoche durmió perfectamente. Por eso, asegura sonriente ante cerca de 100 cámaras que lo fotografían y graban, vino caminando “tranquilo y en paz” a votar a dos cuadras de su casa, en la casilla 0727, ubicada en Chimalistac, al sur de la Ciudad de México.

El candidato por la coalición Todos por México —conformada por el PRI, PANAL y PVEM—, su esposa Juana Cuevas y sus tres hijos llegaron rodeados por cerca de diez guardaespaldas, una turba de reporteros y unos cuantos vecinos de cuadras aledañas.

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Meade ingresó a la explanada de la Universidad Panamericana a las 9:45 de la mañana, entró al área de casillas, marcó su nombre en la boleta y luego posó una y otra vez para las fotos, con sus papeletas dobladas y por lo alto.

No hubo alborotos ni porras. Pocos vecinos madrugaron para ser los primeros en votar y apenas se escuchó un “vamos con todo, candidato”, unos segundos de aplausos de sus hijos uniformados de rojo y un lejano grito de “sin fraude, Meade”, proveniente de una mujer de gorra azul.

Meade respondió una lluvia de cuestionamientos diciendo que confía en que la jornada transcurrirá en paz. Agregó que este día no será la excepción para que en la misa dominical a la que siempre asiste en la Parroquia de San Sebastián Chimalistac, pida por México. Con voz baja aseguró que está muy feliz de estar rodeado de su familia, y que ya es tiempo de que todos se unan a la “fiesta de la democracia”.

Al irse de la explanada, también sin demasiado revuelo, un momento de silencio dejó sonar limpio el grito de la misma mujer: una vecina llamada Beatriz Ramírez, quien esta segunda vez alzó la voz con ganas para pedirle de nuevo “sin fraude, Meade; sin fraude, Meade; sin fraude, Meade.”

Con la calma de siempre, entrecerrando los ojos por el sol y con una sonrisa un poco más forzada que al inicio, el candidato volteó a verla, la saludó de lejos y le dijo: “gracias, que tengas buen día”.

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A tres horas de que el Instituto Instituto Nacional Electoral (INE) saliera a anunciar los primeros resultados oficiales sobre las tendencias de la elección de este 1 de julio, México ya era testigo de una escena histórica: José Antonio Meade, el candidato del PRI, el partido en el poder, se convertía poco después de las 8 de la noche en el primero de los contendientes en reconocer el inminente triunfo de su opositor de izquierda, Andrés Manuel López Obrador.

Luego de que en la sede del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Revolucionario Institucional no pasara nada durante horas, de pronto pasó todo. Cerca de las 7 de la noche, elementos de logística empezaron a colocar una valla que unía el edificio principal con la macrosala de prensa, donde una tarima lucía lista para albergar una conferencia.

De un momento a otro se anunció un mensaje del presidente nacional del partido, RenéJuárez Cisneros, concentraron a todos los periodistas frente al templete con los colores dela bandera mexicana y, minutos después, una ola de miembros del PRI ya se había mezclado silenciosamente entre la prensa y los camarógrafos.

Así ocurrió lo que nadie imaginó que pasaría. Meade entró sin avisar al lado de su esposa,Juana Cuevas, Juárez Cisneros y Aurelio Nuño, coordinador de la campaña. Se apropió del micrófono y con la voz quebrada aún: “En este momento habré de reconocer que, de acuerdo a las tendencias, fue AndrésManuel López Obrador quien obtuvo la mayoría. Él tendrá la responsabilidad de conducir el Poder Ejecutivo y, por el bien de México, le deseo el mayor de los éxitos".

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En ese momento, en la estancia una repentina expresión de asombro de los presentes ajenos al partido dio paso a un silencio de sepulcro. De manera extraoficial, en ese mismo momento el partido que gobernó a México por más de 80 años aceptaba su derrota ante la inminente primera llegada de la izquierda a la presidencia dela república.

Meade siguió unos minutos más al micrófono, con la voz aún más entrecortada y haciendo pausas. Se despidió de sus colaboradores; le agradeció a sus votantes; prácticamente clausuró una candidatura que él mismo definió como el reto más grande de su vida.

Entre el público algunos sí se limpiaban las lágrimas con pañuelos de papel. Al tiempo, el ex secretario de Hacienda asentaba el primero de los puntos finales de una larga noche de reconocimientos de la misma naturaleza por parte de los otros candidatos, al anunciar que tomará unos días para reflexionar y valorar su futuro:

“Hemos llegado juntos a un espacio relevante después de un largo andar, pero el camino sigue y ahí, estoy seguro, nos volveremos a encontrar.”

*Este artículo fue actualizado a las 10:20PM.