Shores seleccionó 11 episodios para que los viera, basándose en mis propios intereses tal y como yo se los había manifestado. Confié en él; su conocimiento de la serie parecía casi enciclopédico y debo decir que cada uno de los episodios que vi —casi todos de la época dorada— contenía algo diferente, ya fuera un protagonista principal distinto, una fórmula narrativa diferente, diversos objetivos del humor satírico de la serie o distintos cameos de celebridades. En la lista también incluyó uno de sus episodios favoritos y otro favorito de Matt Groening. Esta es la lista completa:1. “Lisa, la vegetariana”; temporada 7, episodio 52. Homer, el hereje; temporada 4, episodio 33. “La última salida a Springfield”; temporada 4, episodio 174. “El enemigo de Homer”, temporada 8, episodio 235. “Marge contra el monorraíl”; temporada 4, episodio 126. “Y con Maggie son tres”; temporada 6, episodio 137. “Homer, el grande”; temporada 6, episodio 128. “Un pez, dos peces, pez fugu, pez azul”; temporada 2, episodio 119. “Homer, hombre malo”; temporada 6, episodio 910. “La casa-árbol del terror I”; temporada 2, episodio 311. “¿Quién disparó al Sr. Burns?”; temporada 6, episodio 25, y temporada 7, episodio 1Odio profundamente a Homer. No he podido disfrutar la serie por culpa de su carácter. No me parece un tipo divertido o agradable, sino más bien un aprovechado insufrible y patético. No entiendo cómo la gente lo soporta
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Primero, las malas noticias: en general, la serie no me ha gustado. Tampoco es sorprendente, porque nunca me han gustado las telecomedias y siempre me ha costado hincarle el diente a una producción que no tuviera continuidad argumental o al menos un arco narrativo extendido. A mucha gente le gustan las series que no tienen continuidad porque cualquiera puede ver un capítulo sin necesidad de haber visto los anteriores. Sin embargo, para mí esa cualidad hace que me atraiga menos. La única serie que me gusta, The Good Place, tiene un argumento completamente distribuido a lo largo de todos los episodios.Pero las razones por las que no me han gustado van más allá del formato: odio profundamente a Homer. No he podido disfrutar la serie por culpa de su carácter. No me parece un tipo divertido o agradable, sino más bien un aprovechado insufrible y patético. No entiendo cómo la gente lo soporta. O bien te ríes de él, lo cual me parece tristísimo, o de las situaciones en las que se ve involucrado por su torpeza y de las que consigue salir con más o menos éxito. Y la mayoría de estos éxitos parecen logrados a costa de otros personajes, mucho más meticulosos y trabajadores.
Por eso, quizá, mi episodio favorito de todos los que vi fuera “El enemigo de Homer”, una especie de metaepisodio en el que la despreocupada vida de Homer se ve amenazada por Frank Grimes, un tipo diligente y muy trabajador. Shores me dijo que también era uno de los episodios favoritos de Matt Groening.Cuando acabé de ver "El enemigo de Homer", deseé que fuera Homer quien muere al final del capítulo
En “Marge contra el monorraíl”, Marge lanza la idea de usar el superávit presupuestario de Springfield para reparar las carreteras, propuesta que solo acaba siendo aceptada después de que el padre de Homer exponga sus argumentos, irónicamente contra las obras en la carretera (supongo que esto debería hacerme gracia). A Marge la ignoran completamente (imagino que esto es el toque satírico, ¿no?). Más tarde, Marge investiga el monorraíl y descubre que se trata de un fraude. Sin embargo, aunque ha sido ella la que ha hecho todo el trabajo, es Homer el que resuelve la situación pese a su idiotez supina (más festival del humor). Claro que sí, los hombres se llevan todo el mérito. Otra vez.
En “El enemigo de Homer”, Marge prepara una estupenda cena con langosta para que Homer se reconcilie con Frank Grimes. Homer ni siquiera le ha dicho a Marge que Grimes no sabe nada de esa cena (nuevamente, se supone que este momento ha de ser gracioso). A estas alturas, la serie me parece como una constante tomadura de pelo para Marge, que siempre se deja el pellejo haciendo cosas para que luego llegue el patán de su marido y lo fastidie todo. Lo odio. Lo odio mucho.
“Y con Maggie son tres” es quizá el episodio que más me cabreó de todos, a juzgar por mi presión sanguínea mientras lo veía. Tres personas distintas me recomendaron este episodio por ser “sincero”. En él, Homer deja su odiado puesto en la planta nuclear para dedicarse al trabajo de sus sueños en una bolera. Esa premisa, al menos, está bien. Cuando Marge se queda embarazada, decide ocultárselo a Homer porque sabe que con el nuevo trabajo de su marido no serían capaces de mantener a otro hijo.
Mediante flashbacks, sabemos que cada vez que Marge se quedó embarazada, Homer se enfadó tanto que se arrancó el pelo de la cabeza (lo cual, por lo visto, es supergracioso). Homer es lo peor interpretando los sentimientos de su mujer o cuidando de ella en cualquier aspecto, como con las náuseas matutinas (otra cosa que es para partirse, parece ser). Luego el hombre empieza a quejarse —aunque ES ELLA la que está dando a luz— hasta que finalmente tiene a la pequeña Maggie en sus brazos. Homer se enamora al instante de Maggie y vuelve a su trabajo en la planta nuclear para ganar más y poder mantenerla.
- En “Homer, hombre malo”, en el que Homer va a una feria de golosinas, Marge es su mula de carga. Qué divertido.
Pese a todo lo anterior, tampoco quiero restarle mérito a Los Simpson. Hay que reconocer la enorme influencia de la serie en la cultura pop, en las telecomedias e incluso en la política. Presenta un humor que no existía antiguamente y ha llegado incluso a crear un léxico propio. Es más, hay aspectos de la serie que me encantan:En la serie las caras de los asiáticos están dibujadas de forma extraña, mientras que a otros personajes simplemente les ponen la misma cara con tonos de piel distintos
- Su metahumor irreverente. Mi parte favorita sin lugar a dudas es una de “Lisa, la vegetariana”. Tras ver un capítulo de Rasca y Pica, Lisa se lamenta de cómo los dibujos animados intentan inculcar ideologías determinadas. “Los dibujos no tienen mensajes, Lisa”, replica Bart, y añade que se han creado para ser violentos sin más. En ese preciso instante, Homer irrumpe en la sala, abriendo la puerta y aplastando a Bart contra la pared. Me encanta que rompan la cuarta pared para hacernos reflexionar sobre nuestros propios hábitos de consumo.
- Los juegos de palabras y las dobles interpretaciones que tanto abundan en la serie son una verdadera delicia.
- Me gustó mucho la sátira de los francmasones. No cabe duda de que la crítica histórica y política son parte del ADN de Los Simpson, y se aprecian sobre todo en el personaje del señor Burns y la planta nuclear.
- Los cameos de las celebridades son magníficos y ayudan a crear una conexión entre la serie y el mundo real. Me encantó ver a Paul y Linda McCartney sobre el tejado de la tienda de Apu y a Leonard Nimoy en la ceremonia inaugural del monorraíl. Incluso desde mi limitada perspectiva, aprecio reminiscencias de su influencia en las telecomedias modernas. También son dignas de mención las numerosas referencias enciclopédicas, desde Charles Dickens a Tom y Jerry.
- Curiosamente, mi elemento favorito de toda la serie es el pelo. Es algo reductivo, pero lo veo como una sinécdoque de la absurda atención que prestan al detalle en la serie. Me encanta que no haya nadie en la ciudad con una melena tan estrafalaria como Marge —que se dobla cuando se sube al coche o se pone el gorro del pijama—. Me encanta que parte de su melena se le cortara en “Última salida a Springfield”, cuando el señor Burns llega a casa de los Simpson en helicóptero. Me encanta que esa terminación en corona de Bart a veces funcione como su propia cabeza y a veces como pelo —como cuando lo peinan para ir a la iglesia o a una cena elegante—.
Para mí, el problema fundamental es simplemente que no me identifico con Los Simpson, una familia blanca en una pequeña ciudad con una mayoría de población blanca. La serie retrata una imagen de Estados Unidos que no se corresponde con la mía y que nunca lo hará. Y, por supuesto, no soporto a Homer y su condición perpetua de héroe por accidente.Si te encanta Los Simpson y te parece una serie muy especial, genial. Si la usas como marco accesible para tratar cuestiones filosóficas, mejor aún.Eso sí: no me pidas que vea otro episodio.Sigue a Nicole Clark en Twitter.Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.La serie retrata una imagen de Estados Unidos que no se corresponde con la mía y que nunca lo hará