Las calles que llevan al Zócalo también pueden ser un espacio de reflexión sobre los triunfos y las derrotas, o al menos anoche lo fueron. Mientras las hileras de simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se dirigían al corazón de la Ciudad de México, algunos ciudadanos conversaban sobre el significado de la apabullante victoria del líder izquierdista que finalmente lo logró, luego de tres intentos por ganar una elección presidencial.
Publicidad
“Nos tardamos 12 años”, dijo una treintañera, refiriéndose al presunto fraude cometido contra el tabasqueño en 2006. En ese entonces, el panista Felipe Calderón Hinojosa superó a AMLO por 0.46 por ciento (unos 400 mil votos). Las trompetas de plástico, los vítores y los tambores que resonaban en el centro de la capital del país no impedían que los ciudadanos cruzaran interpretaciones sobre los resultados electorales preliminares, que colocan al candidato presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia con 53 por ciento de los votos, seguido de lejos por Ricardo Anaya y José Antonio Meade, que alcanzarían 23 y 16 por ciento, respectivamente.Un hombre emocionado que portaba una máscara de AMLO sacudía a su pareja, mientras comentaba: “No lo puedo creer, tardamos 30 años, 30”. El recuerdo de otro presunto fraude, este ocurrido en 1988, aún provoca nostalgia en buena parte de los mexicanos. En aquella ocasión, el candidato de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, perdió ante el priísta Carlos Salinas de Gortari. “Ganamos los que siempre perdemos”, decía el hombre de la máscara de candidato, mientras cruzaba una de las calles que llevan al Zócalo.
La diversidad de ganadores
Publicidad
Ayer convivieron en el Zócalo banderas de arcoíris con estandartes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Y muchas banderas de México. Ello a pesar de que otra fuerza política que postuló a López Obrador es el Partido Encuentro Social (PES), integrado por evangélicos que se oponen al reconocimiento de los derechos de personas homosexuales.El propio AMLO, conservador en este tipo de temas, sorprendió durante los festejos, al mencionar durante uno de sus discursos que “el Estado dejará de ser un comité al servicio de una minoría y representará a todos los mexicanos. A ricos y pobres; a pobladores del campo y de la ciudad; a migrantes, a creyentes y no creyentes, a seres humanos de todas las corrientes de pensamiento y de todas las preferencias sexuales”.Y efectivamente, la comunidad LGBTQ+ lo apoyó, quizá más que los propios evangélicos, pero sin duda a la par de otros sectores poco atendidos por los gobiernos del PRI y el PAN, como los indígenas, los jóvenes, los obreros, los campesinos, los profesionistas con expectativas de desarrollo estancadas por la falta de oportunidades. La fiesta del Zócalo estaba repleta de mujeres y hombres que rebasan los 65 años. A estos últimos prometió duplicarles los apoyos estatales.
Todos caben
Publicidad
El tabasqueño agradeció a los dirigentes sociales y políticos de otros años, muchos de ellos ya fallecidos, quienes hicieron posible que una fuerza de izquierda llegara finalmente al poder. Antes de López Obrador, los historiadores suelen ubicar al presidente Lázaro Cárdenas del Río como un mandatario de izquierda, en el periodo 1934-1940. El hijo del general jugó por las presidenciables en 1988 y 1994, pero no ganó. Hace 84 años que no llegaba un político de izquierda a la presidencia de la República.“Millones de católicos, millones de evangélicos, millones de librepensadores”, dijo eufórico López Obrador, contribuyeron al triunfo de su movimiento. “No les voy a fallar. Vamos a cumplir todos los compromisos”. Y alzó el puño.Las consignas de los miles de asistentes al Zócalo retumbaban frente a la Catedral Metropolitana y hacían vibrar la fachada de Palacio Nacional, donde el candidato triunfador de las elecciones mexicanas se reunirá con el presidente Peña Nieto, el próximo martes a las 11 de la mañana, según anunció el propio López Obrador.Los cláxones de las calles aledañas, la algarabía de los muchachos que entonaban con enjundia Cielito lindo, las lágrimas de las ancianas, la euforia de los cuarentones y cincuentones desencantados por sentirse marginados de la vida laboral… Eso, un poco de todo esto cupo ayer durante el festejo de aquellos acostumbrados a que sus candidatos perdieran las elecciones presidenciales.
Publicidad