La Guía VICE a Canadá

En Quebec el invierno significa arte: Una plática con Martin Ernst, escultor del Hotel de Hielo

Conversamos con uno de los escultores detrás del afamado Hôtel de Glace para conocer la complejidad de trabajar en el hotel más frío del mundo.
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Presentado por Destination Canada

Uno pensaría que el frío de Quebec podría ser un freno para la producción artística en exteriores. No obstante, para las personas del invierno canadiense, no es más que una oportunidad para aprovechar la belleza del hielo. Tal y como el ambiente lo demanda, los artistas se adaptan a su entorno para crear, año con año, propuestas artísticas, tan milenarias como innovadoras, esperando el invierno con ansias de generar nuevas maneras de experimentar estéticamente gracias a las temperaturas bajo cero.

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El Hôtel de Glace se levanta omnipotente en Valcartier, a las afueras de la Ciudad de Quebec, como la joya de la corona del arte en hielo. Un hotel que solamente podría ser concebido por artistas, arquitectos e ingenieros que nacen y crecen entre el hielo y la nieve. Y que en realidad termina siendo un castillo en homenaje a su entorno. Conocido, con recelo, como atracción turística, es un derrame de elegancia, de proeza y talento que encubre cada una de las esquinas del recinto.

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Cada año, la temática artística cambia, mitos y leyendas o ríos, por ejemplo. Este 2019, a partir de la temática de jardines, Martin Ernst, escultor veterano con más de 10 años de experiencia haciendo piezas para el Hôtel de Glace, esculpió hongos gigantes el techo, la puerta y las paredes e incluso hizo la base de la cama, también de hielo, en forma de hongo, en una habitación. Platicando con Ernst, resulta evidente que las complicaciones de trabajar con un material tan frágil como el hielo tiene sus costos, pero también grandes recompensas: “El hielo es una materia efímera y muy frágil, por lo que es necesario que todos los espectadores entiendan que la regla de ‘mirar y no tocar’ es más importante que en otros casos”, comenta Ernst. “Desafortunadamente, al tocar las esculturas, muchos las rompen. Incluso, me ha tocado que intentan escalarlas con tal de hacerse una bonita selfie”, dice. La fragilidad forma parte de la composición: “Si el espectador se toma el tiempo suficiente para contemplar con detenimiento la obra, verá la belleza de la luz danzante sobre la superficie de la escultura. La sutil transparencia del hielo sumada con esta luz, generan la magia visual de mi trabajo. Con el hielo se logra lo que ninguna otra materia puede hacer: es solo agua en estado sólido la que es tallada. Realmente genera un espectáculo extraordinario”.

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Cada uno de los cuartos a los que entran los visitantes del hotel tiene sus propias piezas y visión. Camas hechas de hielo recubiertas con colchones y sacos para dormir presentan la oportunidad de dormir, como tal, dentro de una obra de arte. Ernst, por su parte, confiesa que para que ese sueño lúcido fuera posible, desde su trinchera artística, hubo un largo aprendizaje académico sobre arte visual bidimensional, diseño gráfico, ilustración y pintura, para después aplicarlos en la escultura y crear arte tridimensional. Así encontró su expresión en el hielo.

“Durante los últimos 10 años he estado viviendo una vida lucrativa gracias a esto”, declara con orgullo. “Lo importante para mí es esta libertad de ser un trabajador independiente que vive de acuerdo a su arte y pasión”. Teniendo en mente, por supuesto, que para su práctica son neces

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arias herramientas hechas a la medida y que, asegura, hay que vestirse muy bien para soportar el frío del ambiente y de la misma pieza. La temporalidad del Hôtel de Glace, al igual que las esculturas de Martin, son parte fundamental de cómo se puede apreciar la hazaña —y tal vez locura— de construir cosas hechas para perecer en tan poco tiempo. Solamente disponible en la temporada invernal, el hotel constantemente tiene que experimentar una transformación para presentarse ante sus visitantes con una ecléctica comprensión del medio. “Todos los años la gerencia del hotel lanza un nuevo tema”, dice Ernst, explicando que los motivos de esculturas siempre se renuevan. “Como los temas son diferentes de un año a otro, nunca esculpimos lo mismo. Esto me gusta mucho. Cada año, un nuevo desafío empuja a todos los escultores como yo a innovar con nuestra creatividad y a superarnos a nosotros mismos”.

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Le pregunto a Ernst, en una nota más personal, qué piensa sobre la fugacidad de sus obras y qué representa para él el simple hecho de la inminente desaparición de su trabajo. Primero, a tientas, responde que seguido le preguntan sobre el afecto que un artista puede generar con su obra y él responde que no le da mucha importancia al desapego a estas, pues siempre puede tomar una fotografía rápida y guardarla para la posteridad.

Sin embargo, muy ad hoc con su profesión artística, repunta estableciendo que, para él, la profundidad se encuentra en la realización y no en la admiración final: “El ritual que hago con mis esculturas es durante su realización, con cada disparo que le doy a la obra, a cada toque, imagino que todo mi amor que está fijado a este asunto se convierte en una forma o algo que las personas vamos a ver, y por eso también les encantará esta pieza. Me imagino entonces, que cuando se derrite, todo este amor absorbido en la escultura durante su corta existencia regresa a nuestra madre Terre Gaïa, para indicar que no la hemos olvidado".

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La invitación a conocer las heladas puertas de un paraíso surrealista, construido con agua solidificada y esculpida hasta el ínfimo detalle de artistas como Martin Ernst, se extiende bajo el umbral que puede ofrecer a cualquier espectador el Hôtel de Glace. En un último comentario, Ernst extiende la invitación a cualquiera que no termina de comprender el atractivo del hielo quebequense: “La belleza de los paisajes, el blanco por todas partes, es magnífico”, finaliza, planteando con discreción la idea de que, para conocer su arte, el riesgo de experimentar frío parece mínimo.

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Las puertas del Hôtel de Glace, con todas sus esculturas y frío esplendor, se abren durante la temporada de invierno a una media hora de la Ciudad de Quebec. Si quieres más información, visita su sitio. Si quieres conocer más sobre la producción artística de Martin Ernst síguelo en Facebook o en su sitio personal.