Mi antiguo psicólogo tenía colgado en su consulta un cuadro de una urraca y un naipe. Se veían otros objetos en ese dibujo, pero el pájaro y la carta consiguieron colarse en mis sueños más veces de las que puedo recordar. A veces, estaba dando un paseo por el país de los sueños y, de repente, veía un as de diamantes a mis pies; a través de la lucidez de mi sueño, pensaba: Joder, no estoy a salvo en ningún sitio.
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El espacio físico de la consulta de un terapeuta es enormemente importante para la terapia en sí. Ya sea una habitación vacía y estéril de un hospital o una sala de estar sobrecargada en una gran avenida, estos lugares han sido siempre un espacio aislado del mundo en el que podía hablar de cosas íntimas que me preocupaban y que nadie más sabía; para entender las conexiones que el cerebro hace.Ahora, al igual que todo la gente que tiene consultas regulares, hago videollamadas con mi terapeuta. Ese espacio seguro de la consulta es ahora mi cama. Tras tratar de recrear un par de veces, con poco resultado, la privacidad, la intimidad y la atención total que por suerte tengo, he descubierto cómo sacar el máximo provecho a las terapias en casa. Así es como puedes hacerlo:Las consultas, ya sean privadas o públicas, siempre son de dos tipos: o clínicas o académicas y silenciosas. A menudo con pocas cosas, excepto libros u obras de arte. Ya es difícil tener que usar ambas partes de tu cerebro para recordar eventos y buscar las palabras que describan perfectamente los matices de lo que sientes y experimentes, como para encima añadir un montón de estímulos visuales y auditivos. Busca una esquina, llévate una almohada o un cojín, un vaso de agua, un cuaderno para escribir lo que el terapeuta te diga o los deberes que te dé, y cualquier otra cosa que necesites.Yo ya sabía que ir caminando por la casa como alma en pena con el teléfono en una mano no iba a ser muy productivo. ¿Pero lo hice igualmente al principio? ¡Obviamente! Una vez que adecues tu espacio, deberías centrarte en asegurarte de que no va a haber interrupciones.“Es muy difícil abrirse y reflexionar si piensas que tu pareja, tu perro o tu madre van a entrar de repente”, dice Eleanor Morgan, psicóloga y autora de dos libros sobre salud mental. “Díselo a quien haya en la casa. Protege ese espacio. También te diría que, si no estás acostumbrada a hablar con tu terapeuta de esta forma, es probable que tengas la tentación de tener el teléfono a tu alcance todo el rato. Evítalo. Déjalo fuera de la habitación. Tu mente necesita 50 minutos sin ninguna distracción; como si estuvieras en la consulta de tu terapeuta”.
Elegir un lugar en el que estés cómoda para la terapia
Deshazte de todas las distracciones
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Haz como si fuera una sesión normal
Aprovecha la barrera que supone el teléfono o la pantalla
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