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Cultură

Tendencias de 2015 que deberían desaparecer en 2016

Ha sido un año duro. Un año lleno de cagadas que deberíamos no cometer de nuevo en 2016.

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Ha sido un año duro. Un año lleno de cagadas que, de ser cierta la teoría de la evolución de las especies de Darwin, deberíamos aprender a no cometer de nuevo en 2016. Estas son algunas de las tendencias más patéticas de 2015, las que sin duda deberían ser eliminadas de forma violenta si fuese necesario, para que podamos tener un año nuevo en paz.

El moño masculino

El hipsterismo más asilvestrado ha causado estragos inenarrables en la coronilla del moderno. Este año, las calles se han llenado de tipos que han añadido a la barba de rabino un complemento de ingratos efectos para la cordura del prójimo: el moño masculino. Desconozco por qué se ha propagado este orbe de maraña capilar y sebo reseco entre la facción modernilla más alérgica a la ducha diaria, pero a los usuarios se les ve encantados con un complemento que hasta hace poco era patrimonio de viudas manchegas, meigas y discípulas de Terele Pávez. Ya hay voces que han exigido la poda inmediata de estas ensaimadas antinaturales. El invento no ha gustado. Esperemos que el 2016 pase por la cabeza de los hombres-moño como una podadora implacable: a ver qué pasa cuando todos tengan que peinarse como Inaki Anasagasti.

La línea de ropa de Kanye West

Ahora que se ha estrenado "Star Wars: El Despertar de la Fuerza", los diseños de ropa Jedi que Kanye West presentó este año en la Fashion Week de Nueva York no tienen sentido. No podremos librarnos de las chirucas arapahoe Yeezy que el tipo vende a precio de tocho de farlopa boliviana, pero algo me dice que el 2016 habrá olvidado por completo la línea Qui-Gon Jinn con la que Kanye pretende vestir a la mocedad moderna. No veo a los rappers disfrazados de caballero Jedi. No veo a mi primo swagger vestido de homeless intergaláctico. De todos modos, no le deis ideas a Kanye, diantre, que se viene arriba y mirad lo que pasa: de "Niggaz in Paris" pasamos a "Niggaz in Tatooine".

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La quinoa

¿Qué coño es la quinoa? ¿Qué son esos granacos traslúcidos que saben a colchoneta? El hype de este pseudocereal ha llegado demasiado lejos en 2015. No hay restaurante o cafetería-lounge 2.0 que no abuse de este alimento rebosante de fibra y potasio. En la ensalada, en el yogur, con fruta, ¡basta ya! La quinoa se ha convertido en el recurso fácil del foodie con conciencia, pero por suerte no durará, pues el resto de la humanidad quiere probar comida con algo que ahora parece procedente de otra era: se llama SABOR.

En Siria también hay bombardeos

Los cuñaos han visto cómo su reinado de tópicos y juicios de mercadillo se ha tambaleado después de su ofensiva radical a raíz de los atentados en París. La gente ha dicho basta. Vale ya de tanto experto en geopolítica graduado en el Bar Manolín. La máxima sonrojante de "En Siria también hay bombardeos" ha despertado irritación generalizada en 2015, y algo me dice que en 2016 seremos todavía menos tolerantes con la gente que da su opinión de mierda aunque a nadie le importe un carajo lo que tenga que decir.

El gastrobar

El mundo foodie está jodiendo con nuestras mentes. Se ha incrustado en nuestra realidad como una disrupción paradimensional, presto a lavarnos el cerebro a los habitantes de este plano existencial. 2015 ha sido el año de la popularización de algo llamado gastrobar. He aquí un concepto totalmente vacío para definir un bar que sirve tapas de autor. O algo así. Nadie sabe exactamente qué demonios es un gastrobar, por eso todos los establecimientos mediocres han decidido subirse al carro. Tus croquetas y boquerones fritos son una maldita basura, pero ponle gastrobar a tu patético negocio y en cuestión de horas tendrás a varios cretinos sacándole fotos a tu bocata de berzas. Es imposible que en 2016 nos volvamos más gilipollas que esto.

El frong

El traje de baño que han puesto de moda Miley Cyrus y la Zowie, una aberración estética que parecía relegada a modelos cocainómanas de los 90 y desciende en forma de cuña extrema por las ingles de la usuaria, dejando a la vista las turgencias y curvas culares, aireando la cadera al viento cual pata de jamón de bellota, marcando un camel toe que parece el Canal de Panamá. La inviabilidad del invento es total. Lastrado por la cabronísima geometría de sus feroces líneas, este artefacto maligno no está hecho para tu cuerpo, a menos que te hayas hecho un trasvase de lípidos abdominales a los glúteos, como Kim Kardashian, y tus nalgas sean tan monstruosas que el cucu necesite varios metros cuadrados para desparramarse cómodamente. Solo le pido a Dios que, del mismo modo que permitió a Moisés bajar del monte Sinaí con los Diez Mandamientos en la mano, a nosotros nos permita bajar del monte de Venus con un biquini, y no un maldito frong, entre los dientes.

El fofisano

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¿Tanto cuesta admitir que estás gordo? El conato de auge del fofisano (un hombre moderno que no se avergüenza de sus lorzas, e incluso luce su flacidez mantecosa con orgullo) tiene que morir en 2016. Nada en contra de la negativa al gimnasio; en mi vida he pisado uno. Nada en contra de coger el ascensor para subir al primer piso. Nada en contra de las pizzas Casa Tarradellas para cenar cada día. Lo que no puede ser es que tratemos de maquillar un cuerpo deformado por los excesos y la vida sedentaria con términos amables y simpáticos como el que nos ocupa. Por suerte, los españoles no estamos para monsergas y en 2016 seguiremos llamando a las cosas por su nombre: al pan, pan y al gordo, gordo.

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Los tejanos doblados con Nike Roshe Run

La modita de ir con los tejanos por encima de los tobillos y unas Nike Roshe Run APESTA. Hay que decirlo sin miedo, aunque en 2015 hasta Borja Thyssen haya tirado de este recurso estético. Qué demonios, confieso que yo también he caído pero creedme cuando os digo que todavía siento asco por el tipo que aparece cuando al otro lado del espejo.

El hoverboard

Bicicletas sin frenos, skates que hacen puré tobillos de abuelas, segways, longboards… Las aceras se han convertido en un episodio de "Los Autos Locos" y "Ben-Hur", todo mezclado y añadiéndole una calada de 15 segundos de la peor metanfetamina imaginable. Este año no ha habido suficiente con tanto vehículo al margen de la Ley, que se ha tenido que poner de moda el hoverboard. El juguete tiene su gracia. Por lo que veo, Neymar baja a comprar croissants subido a este aparatejo luciferino. No obstante, el 2016 será durísimo con el trasto. Han comenzado a surgir casos de sobrecalentamiento, explosión e incendio de muchos hoverboards procedentes de China. Por culpa de sus baterías de litio chichinabo, los modelos a precios populares terminan convirtiéndose en una entrañable pira cuando los recargas. Una cosa es tener una bicicleta fixed sin frenos y morir de un precioso traumatismo craneoencefálico bajo el camión de la basura, cada uno que haga con su cuerpo lo que quiera, pero otra muy distinta es quemar viva a toda tu familia, macota incluida, porque has decidido cargar tu patinete futurista de adulto monguer en la cocina. Así no.

Los zumos cold-pressed

Césped bebible. Repollo y espinaca en botella. Hace 10 años, nuestra idea de zumo sano era el mejunje con sacarosa industrial que un señor hipertrofiado conocido como el primo de Zumosol nos ofrecía, no sin antes dedicarnos una mirada lasciva seguida de una turgencia sospechosa en el paquete. Pero lo del primo vicioso de Zumosol es una historia que contaremos otro día. La pamplina de los zumos cold-pressed (importante pronunciarlo en híbrido, castellano e inglés) no puede llegar más lejos de lo que ha llegado este 2015. Punto de no retorno. La postmodernidad ha conseguido hacernos creer que una coliflor pasada por un Turmix de nueva generación es la cura definitiva contra el cáncer, y resulta que no, resulta que 2016 será el año en que descubriremos que Granini es más barato, sabe mejor y nos matará antes.

El speed

2015 ha sido el año que más veces he repetido este diálogo:

-¿Quieres una raya?

-Joder, claro

-Llevo speed.

-Mejor me quedo aquí.

Ya estamos mayores para ir atrapados de speed por la vida, hombre. La crisis y el efecto Podemos han dado al traste con el elitismo nasal. La farlopa se ha convertido en un lujo, y el colocón del speed es barato, duradero, cerdísimo. Por eso implosionará; porque si la progresión decadente sigue así, al final acabaremos fumando crack en los botellones y utilizando la piel sobrante de nuestros pómulos para hacer monederos artesanales. Joder, el speed ha golpeado tan duro, que en 2016 no nos quedará otro remedio que gritar ¡NO! cuando alguien lo vuelque en la tapa del váter. Otro año enterito contando las grietas, desniveles y manchitas del techo de la habitación sería muy difícil de soportar.