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¿Existe la forma correcta de decirle a alguien que va a morir?

Hablamos con un médico, una enfermera de paliativos y una especialista en bioética para que nos expliquen cómo es vivir cerca de la muerte y cómo deberíamos afrontarla cuando llegue la hora.
Wikimedia Commons

Las malas noticias, como su nombre indica sin lugar a dudas, siempre son malas noticias. Cuando tenemos un mal día solemos pensar que nuestra vida es pésima, que somos lo peor y que no nos merecemos esto. Aun así, esos problemas que tanto nos perturban son pequeñeces al lado de las dificultades reales que, constantemente, tenemos todos los seres humanos a lo largo de nuestras vidas.

Cada día mueren más de 56 millones de personas en el mundo. Las enfermedades no transmisibles son las que causan el 68 por ciento del total de fallecimientos. Pues bien, cada día hay centenares de millones de personas que conviven con la lacra de saber que quizás les queden unos días de vida, o tal vez unos segundos. Y es una realidad que abarca todas las franjas de edad.

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Profesionales, familiares y amigos hacen lo que pueden para escudriñar el tiempo e intentar que su muerte se produzca lo más dignamente posible. En algún momento alguien le tuvo que haber dicho al enfermo y a su familia que algún día muy cercano iba a morir. Seguramente fue un médico, pero no todos estamos lo suficientemente preparados para enfrentarnos a ello. Y quizás no exista la manera de prepararse para algo así.

¿Cómo se comunica a alguien que va a morir?

Dependiendo de cómo, cuándo y quién te detecte la enfermedad será un médico u otro el encargado de dar la trágica noticia. Los profesionales que trabajan en centros de paliativos son los que conviven más de cerca con la muerte.

Jesús González Barboteo es médico de paliativos del Hospital Duran y Reynals de Barcelona, en L'Hospitalet de Llobregat, un centro de referencia de oncología donde, además, se presta atención sociosanitaria. Uno de los métodos utilizados para dar malas noticias es el SPIKES, inventado por los doctores Bayley y Buckman.

Se trata de una entrevista en seis pasos donde el médico debe preparar el terreno, conocer qué sabe el paciente de la enfermedad, preguntar al paciente si desea más información, dar la noticia al paciente en caso de que lo desee, atender la respuesta emocional y, por último, establecer un plan terapéutico y resumir la situación.

Tan importante es aplicar un tratamiento adecuado para el dolor como aliviar su malestar emocional

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Uno de los elementos más importantes a la hora de realizar la entrevista familiar es anticiparse a sus preocupaciones y evitar interponer objetos y mobiliario entre médico, familia y pacientes. Es por ello que es conveniente elegir un sitio tranquilo, y se intentará mantener siempre el contacto visual con el paciente.

"Tan importante es aplicar un tratamiento adecuado para el dolor como aliviar su malestar emocional", explica González Barboteo. "Que exista una toma de decisiones conjunta entre médico y paciente, que ambos puedan enfrentarse juntos a las preocupaciones que llegan justamente al final de la vida, es uno de los quehaceres, llegada la ocasión, para aliviar el sufrimiento del paciente y la familia".

Conviene dar esas malas noticias en pequeños fragmentos y asegurar que el receptor comprende la información. Evitar la jerga médica y anticiparse a las reacciones emocionales ayudarán a apoyar psicológicamente al enfermo, y le harán saber que los que le rodean están a su lado.

Según nos asegura el médico de paliativos, cuanto más joven es el paciente mayor es el impacto para los que le rodean. "Lo natural sería que se mueran antes los padres que los hijos. Cuando la situación es al revés resulta una experiencia tremendamente dolorosa para los padres", asegura.

En las facultades no se habla de los paliativos y la especialidad no está reconocida a nivel oficial

Uno de los principales miedos de estas personas que descubren que su final está cerca es el hecho de ser una carga para sus familiares. El doctor González Barboteo explica que a sus pacientes les preocupa hacer sufrir a su familia y que el proceso hacia la muerte sea doloroso.

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"Trabajar en paliativos te permite valorar la vida desde la fragilidad y la finitud que tenemos como seres humanos". Valores como la familia o la amistad son ahora mucho más relevantes para el médico del Duran y Reynals que otros aspectos como el éxito o el dinero.

Un problema técnico

El día a día de Ana Zamora pasa también por estar cerca de la muerte. Es enfermera y está especializada en cuidados paliativos en el Equipo de Soporte de Atención Domiciliaria de Huesca. Lo más duro de convivir con esa realidad para ella es la falta de recursos que hay en España y las desigualdades que existen en el sistema sanitario. "Hace falta mucha formación, en las facultades no se habla de los paliativos y la especialidad no está reconocida a nivel oficial", explica.

Los equipos de cuidados paliativos acompañan a las personas durante el trayecto final de la vida. Ana dice que para el profesional que está allí con ellos es una tarea muy agradecida. Su trabajo consiste en que en esta última parte los pacientes estén cómodos, sin síntomas y sufran lo menos posible. Según cuenta, tanto los pacientes como las familias lo agradecen profundamente.

"Me acuerdo de muchos pacientes por distintas circunstancias", asegura Ana. "Una de mis primeras pacientes era una chica joven y la recuerdo muchas veces. También me acuerdo de otra paciente también joven que marcó como un punto de inflexión en mi trayectoria profesional porque justo me acababa de incorporar por baja de maternidad y después de tener a mi hija ha cambiado también mi forma de concebir la muerte", afirma.

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Muchos de ellos se hacen preguntas trascendentales cuando ven cerca la muerte. La mayoría de esas preguntas no tienen respuesta

Estos profesionales no solo atienden los síntomas físicos del enfermo sino también trabajan a nivel emocional y espiritual con el mismo paciente y su familia. "Muchos de ellos se hacen preguntas trascendentales cuando ven cerca la muerte. La mayoría de esas preguntas no tienen respuesta, pero es importante saber escuchar para que quizás ellos mismos avancen en la búsqueda de esas respuestas", dice la enfermera de paliativos.

La muerte se ha convertido en tabú

Unas preguntas que no te planteas hasta que la tienes cerca. Epicuro ya decía que la muerte es una gran jerarquizadora de proyectos. "Si la tienes presente cada día ya sabrás qué hay que hacer en cada momento", nos dice Begoña Román, profesora de la Facultad de Filosofía de la UB, especialista en bioética.

La propia educación con la finitud sería algo que deberíamos plantearnos: "Vivimos en una época muy eufórica para la ciencia y si alguien se muere es que es negligencia médica", dice la profesora. "Deberíamos recuperar la relación natural con la muerte. Somos seres caducos y hay que estar preparado para entender que la vida es buena pero se acaba".

Todo lo que le decimos a una persona sobre su muerte tiene que ser verdadero

La "tabuización" de la muerte, según Román, es algo nuevo en una sociedad y no ocultar la enfermedad ni la muerte a los niños es importante para introducir el tema en la vida cotidiana.

Respetar la intimidad de la persona terminal para que viva el proceso de muerte que él quiere es muy importante en el final de la vida. "Todo lo que le decimos a una persona sobre su muerte tiene que ser verdadero, pero no tenemos que decir nada si él no lo quiere saber. Las mentiras piadosas no son la solución. Las dosis de verdad adecuada a su ritmo serían lo ideal. Pensar que hoy puede ser nuestro último día claramente nos beneficiaría a todos". Y es que, al fin, "prepararse para vivir bien es también prepararse para morir bien", concluye Begoña Román.