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Música

Aceptémoslo, las canciones para la paz apestan

Es hora de hacer un himno que nos ponga a bailar y de verdad nos una. No otra canción empalagosa y pretenciosa que nos mande a dormir.

Ojo, no es que estemos en contra de la paz ni nada de eso. Pero sí nos preocupa que este momento histórico no tenga una banda sonora digna de su importancia. Un playlist de canciones que nos haga decir: ¡Carajo la posibilidad de terminar 50 años de guerra está más cerca que nunca¡ Necesitamos un tema para cantar al unísono y no lo tenemos. Lo necesitamos para celebrar durante días, para brincar y bailar sin mente. Necesitamos una canción alegre, guapachosa que se pueda poner en diciembre y en las fiesta patronales. Que conjugue todas estas décadas de conflicto al tiempo que nos de el alivio y el jolgorio del final de la guerra.

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¿Pero qué tenemos?…

Puras baladas empalagosas cantadas con coros de niños. Letras cursis aburridas y genéricas. Temas soñolientos que duermen hasta el más hiperactivo ¿Quién dijo que la música para la paz tiene que ser tan estéril?

No amigas y amigos, basta ya de esos temas melosos. Es hora de crear himnos nuevos, es el momento de la fiesta, de la reconciliación, de la alegría. De tomarse de las manos, no para moverlas en el aire como unos pendejos hipnotizados y aletargados que perdieron las ganas de vivir, sino para sacar a bailar al que esté al lado, sin importar quién carajos sea.

Por eso tenemos esta lista de temas malos, feos y aburridos que hablan de la paz, para que sepan cómo no se debe hacer un himno para la paz.

“We Are The World” – USA For Africa (Un montón de gente con mucha plata)

No hay peor canción sobre la paz y la unidad que esta. “We Are The World” fue la respuesta gringa a Live Aid, un megaconcierto organizado por artistas británicos en el 84 para recaudar dinero y ayuda para Etiopia. En el 85 Michael Jackson y Lionel Richie unieron a sus amigos y grabaron este tema para hacer lo mismo. Recaudar plata e enriquecer sus egos artísticos. La cosa fue un éxito porque se consiguió mucho billete con ambas iniciativas. El problema es que no quedó muy claro como se distribuyó esa plata. O sea, de que llegó a África llegó, pero una parte se gastó en comida, el objetivo inicial, y la otra acabó en los bolsillos de uno que otro funcionario corrupto y otra sirvió para comprar armas para las guerras venideras que todavía azotan gran parte del continente. Buena esa.

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“Que canten los niños” – José Luis Perales

La idea de José Luis Perales es genial. Las principales victimas de todos los conflictos siempre son los niños que se ven en medio del fuego cruzado de un montón de adultos que pelean entre si por cosas que nadie entiende del todo bien. Pero hombre, ¿tenías que hacer una canción tan monótona?, ¿cuál es el sentido de repetir 80 veces el mismo verso una y otra vez?. No José, te pedimos creatividad

caramba.

“¿Por qué no ser amigos?” – Hombres G

Hagan de cuenta que Barney y sus amigos forman una bandita de rock para tocar en la izada de bandera del colegio. Algo así es la canción de Hombres G, cuyo mensaje de amistad y tolerancia es bueno, pero esa actitud de “rockerito rebelde” si se ve bastante patética.

“Paz y amor” – Gisela

Gisela solo te vamos a decir una cosa: El objetivo de hacer una canción de paz es lograr que la gente se una y se sienta feliz, no que se vomite.

“Color Esperanza” – Diego Torres

Muy chévere la batucada, las trompeticas y toda la cosa, pero ¿cuál es el color esperanza? De qué carajos habla este man.

“Lo niños queremos la paz” – 3+2

3+2 fue uno de esos grupos de pre adolescentes que salieron de un reality, y por alguna razón siempre que ponen a un niño a hablar de temas serios, lo obligan a usar vocecitas como de llanto y con ritmitos lentos. Con eso básicamente dicen que el canto de ese infante no tiene importancia y simplemente es algo “tierno”. Un show que minimiza la capacidad crítica de los niños. Muy mal.

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Amaral – “Rosa de la paz”

En serio ¿no habíamos reseñado ya esta canción? Es que suena igual que las demás ¿o no?

“Paz, paz, paz” – Juanes

Obvio, Juanes no podía faltar.