FYI.

This story is over 5 years old.

Sexo

Fui a la Terapia Desnuda™

“La Terapia Desnuda”™ es una experiencia que combina elementos de la terapia de conversación positiva y centrada en la persona, terapia experimental y terapia de juego creativo, con el componente añadido de que el cliente y/o el terapeuta se desnudan...

“La Terapia Desnuda”™ es una experiencia que combina elementos de la terapia de conversación positiva y centrada en la persona, terapia experimental y terapia de juego creativo, con el componente añadido de que el cliente y/o el terapeuta se desnudan para facilitar ideas más honestas y únicas a través de la experiencia de la excitación".

-Sara White, la Terapeuta Desnuda™.

Sarah White, la Terapeuta Desnuda™. Foto por Francesco Sapienza.

Publicidad

Sufro de depresión.

Me tomó mucho tiempo poder admitirlo, y cuando finalmente lo hice, fue una lección de humildad. Pero también era increíblemente importante en términos de poder empezar a entender la enfermedad mental y qué tan putamente complicada es. Antes de aceptar mi propia depresión, había pensado que la depresión era algo que los otros usaban como una excusa; no podía entender que la gente no “escoge” estar deprimido, como la gente no escoge desarrollar esclerosis múltiple. Henry Rollins recientemente escribió un editorial para el LA Weekly llamado “A la mierda el suicidio”, y se publicó a raíz de la muerte de Robbin Williams, que es un perfecto ejemplo de la ignorancia y estigmatización que rodean la enfermedad mental en el país, (Hank ya pidió disculpas). La publicación de Rollins realmente me dio mucha rabia al principio, pero me tuve que recordar a mí mismo del hecho que hasta el momento en el que yo personalmente consideré el suicidio en serio, tenía la misma mentalidad que él. Lo que cambió mi perspectiva fue cuando releí la escritura abierta y transparente del comediante Rob Delaney sobre sus propias batallas con esta enfermedad mental frecuentemente malentendida; esa publicación en particular finalmente me persuadió a parar de ser imbécil y buscar una terapia.

Por casi un año, he estado en una terapia normal. Estoy extremadamente agradecido de que trabajo en la academia y que las últimas dos universidades donde he trabajado, han  tenido un programa de asistencia al empleado que permiten cierto número de sesiones que sean rentables para los profesores y el personal. La mayoría de la gente no tiene este tipo de beneficios, cosa que realmente es jodido, porque la salud mental es igual de importante, sino mucho más, que un chequeo de rutina o una limpieza bucal semestral. A través de la terapia, estoy aprendiendo los recursos que tengo para manejar mi depresión. Me estoy dando cuenta que he experimentado depresión severa múltiples veces en mi vida, aunque no hubiera podido haberlo admitido nunca en ese momento. Mi terapeuta en Richmond, Virgina, donde viví el otoño pasado fue muy instrumental en asistirme para poder salir de un pozo severamente profundo y oscuro. Ella fue una oyente increíble, 100 por ciento sex-positiva y me ayudó a confrontar mi desorden mental con mucha convicción.

Publicidad

“Pareja sonriente reconciliándose en una sesión de terapia en la oficina de la terapeuta” Derechos de autor – free stock image.

Ahora que vivo en Nueva York, he continuado con una terapia regular, aunque me siento considerablemente mejor de lo que me sentía el otoño pasado. Aunque no necesariamente sienta la “necesidad” antes de cualquier sesión de ir a la misma, siempre es bueno hacer un inventario de qué cosas tengo en la cabeza. La terapia normal, para aquellos suficientemente afortunados de poder acceder a ella, es como ir al gimnasio. Aunque estés en buen estado físico, sigues yendo para mantener ese estado. Eso puede significar una sonrisa muy fea –yo qué sé– no tengo idea de qué es ir al gimnasio.

Un poco tiempo después de haberme mudado a Nueva York, estaba en una noche de presentaciones durante la exhibición de Los Nuevos Románticos en Eyebeam para ver a mi buen amigo Ann Hirsh mostrar su nueva obra y para ver un toque del dúo ruidoso, MSHR. Luego de la pieza de Ann, que fue fenomenalmente incómoda, ella me introdujo a su amiga Leah Schrager. Schrager trabaja en varios medios, pero el proyecto que le ha ganado la mayor atención es fácilmente Sara White, la Terapeuta Desnuda™. Schrager ve a Sarah White como una ona, antes que como un personaje, y explica el concepto más a profundidad aquí.

Luego de haber investigado el proyecto y los textos de “Sarah” sobre los beneficios de una Terapia Desnuda™, obviamente estaba intrigado. En términos de arte contemporáneo, la hibridación de Schrager de varias prácticas incluyendo el arte escénico, prácticas sociales, en internet como contexto/interfaz, y una solicitud de audiencia participativa hace que su trabajo sea interesantemente difícil de definir de manera concreta. Frecuentemente, los intérpretes luchan para seducir a sus audiencias a participar. Es dolorosamente incómodo presenciar algo en vivo donde el autor literalmente está rogándole a miembros de su audiencia que hagan esto o lo otro. Lo que es fascinante es cómo Schrager ha explotado la mirada masculina para obtener participantes que están dispuestos a pagar su propio dinero para contribuir al desarrollo de su proyecto. Es un método evasivo, y francamente, tenso económicamente para poder aproximarse a su trabajo de interpretación, mientras evade una verdadera explotación individual, a través de mantener la valiosa anonimidad de sus participantes (estoy mirándote a ti, Laurel Nakedate).

Publicidad

Mientras que la ona de Sara White es físicamente hermosa, me atrajo la manera como ella describe la motivación del proyecto, realmente dirigiéndose con perfecta articulación a las paradojas que genuinamente siento cuando exhibo mi sexualidad de manera responsable y progresiva. Mi Facebook está lleno de reportes de amigas identificadas como femeninas, sobre el constante acoso que sienten en sus vidas diarias, y me hace (de pronto demasiado) consciente de mis interacciones con las mujeres que conozco.

Todos los clientes de Sarah son hombres, y en su página web dice que esto es algo que la enorgullece. Su enfoque le pone un énfasis a los beneficios de la excitación, un estado que ella argumenta, permite que uno pueda “sanar, descubrir, aprender y volverse más consciente de las cosas que uno de otra manera no puede ver, porque este es un estado único en la mente humana, como lo es el estado inconsciente del sueño”. La sección de preguntas frecuentes de su página web es bastante completa, y aquí hay una muestra de las preguntas que responde y que apuesto que te estás preguntando a ti mismo en este momento:

¿Te desnudas totalmente?

Sí, si así lo deseas.

¿Qué tan explicita te pones?

Eso depende de qué considere que es terapéuticamente relevante.

¿Me puedo desnudar yo durante mi sesión?

¿Me puedo masturbar durante mi sesión?

Foto por Francesco Sapienza.

En sus textos, ella señala que aunque un gran número de hombres han experimentado crisis y desórdenes mentales, muy  pocos de ellos buscan un tratamiento. Esto no es un resultado del estigma social que se le ha asignado a la terapia, ella continúa explicando, pero también porque “la terapia no entiende a los hombres”. Y aunque yo personalmente me he beneficiado mucho de la terapia, sí entiendo el punto que ella está haciendo. Antes de tragarme mi ego y admitir que necesitaba una ayuda, no me podía imaginar que hablar con un terapeuta me ayudaría en absolutamente nada.

Publicidad

La primera sesión de terapia que tuve fue una experiencia terrible, rozando con lo traumático; la terapeuta era perfectamente sexo negativa y, para ser francos, me hizo sentirme muy mierda cuando le dije sobre qué quería hablar con ella. Afortunadamente, me lo aguanté, y me forcé a mi mismo a tratar de nuevo con un nuevo terapeuta, el de Richmond, que terminó siendo fenomenal. Entonces soy, solamente capaz de basarme en mis propias experiencias, y no estoy del todo de acuerdo con que “la terapia no entiende a los hombres”, pero sí he conocido a terapeutas que me han hecho sentir terriblemente culpable de mí mismo como una persona sexual, principalmente como resultado de su aversión y desaprobación de las cosas que trataba de discutir.

Me encontré con Schrager recientemente y le mencioné que había leído sus textos (o más bien los de Sarah White) sobre la Terapia Desnuda™ y que me habían interesado, tanto en cuanto a lo que había dicho sobre la excitación y también en términos de ser un proyecto de arte escénico completamente extraño. Me alentó a pedir una cita en la página web de Sarah White, entonces lo hice. De ese punto en adelante, ya no me estaba comunicando con Schrager, sino exclusivamente con White, un papel que hace tan bien que más o menos se me olvidó que era una construcción artística.

Recibí un correo que incluía los términos y condiciones de la sesión, y también una serie de preguntas preliminares. Estas incluían una indagación sobre las razones por las cuales había acudido a la Terapia Desnuda™ (a lo que probablemente contesté con demasiada franqueza) y también me preguntaba qué era lo que quería que se pusiera durante la sesión. La ansiedad que sentí mientras escribía un correo diciéndole qué ponerse, se convirtió en excitación mientras pulsé “enviar”; antes de que hubiéramos tenido la primera sesión, ya me estaba sintiendo bastante caliente. Generalmente, White no permite que se grabe la sesión por parte del cliente, pero porque le dije que estaba planeando escribir sobre nuestra sesión en VICE, accedió a permitirme hacer capturas de pantalla periódicas, según progresaba la sesión.

Publicidad

Mira que tan lindo es Portland, Oregón. El porqué me mude a este basurero de Nueva York me sorprende.

En la fecha de mi sesión programada, estaba en mi primer día de vacaciones en Portland, Oregón. Me desperté temprano esa mañana, caminé por la ciudad un rato, visité muchos de mis lugares favoritos de cuando viví allí hace unos años. Sin embargo, sin importar a dónde fuera, no podía quitarme el sentimiento simultáneo de ansiedad y emoción sobre hacer la Terapia Desnuda™ esa tarde. Honestamente, estaba increíblemente nervioso de desnudarme en frente de una persona que es más o menos una perfecta desconocida, y estaba aún más nervioso sobre el monólogo incómodo inicial que la persona da sobre todo lo que está mal, de la primera vez que conoce a un terapeuta. También estaba muy caliente. Si no has experimentado este cóctel de emociones antes, te lo recomiendo.

Empezando la sesión de la Terapia Desnuda™.

A las 2:00 p.m., inicié sesión en Skype. White estaba conectada y me mandó un mensaje si estaba listo para empezar.Tomé una inhalación profunda, me senté y le contesté “claro” y un momento después me llamó. Contesté muy torpemente, y ella estaba sentada en su sofá, vestida impecablemente, mientras intercambiábamos comentarios amables. No siento que hablar en público sea, para mí angustioso aunque yo sea una persona muy ansiosa, generalmente no me siento de esa manera cuando estoy hablando con personas. Pero estaba tartamudeando y murmurando, y teniendo mucha dificultad actuando como una persona normal y finalmente dije: “Lo siento mucho; estoy muy nervioso en este momento”. White me preguntó por qué, mientras descruzaba las piernas y una avalancha de lo que sonaban como tonterías salieron de mi boca. Durante este cotorreo extraño que había comenzado después de haber sido incapaz de hablar unos momentos antes, ella se movía sutilmente en el sofá cada rato, y era fácil detectar que ella sabía exactamente lo que estaba haciendo con su cuerpo y como yo reaccionaría al estimulo visual. Fue medio extraño, pero completamente excitante.

Publicidad

Estoy teniendo mucha dificultad articulando porqué este estado particular de excitación era diferente que cuando estoy viendo porno o cuando estoy con alguien; pero, sí era diferente. Sarah se quitó la camisa y yo seguía balbuceando. En un par de minutos, probablemente dice lo que normalmente me tomaría la mitad de una primera sesión, simplemente porque me sentía extraño y caliente. Como cualquier otro terapeuta hubiera hecho, ella me permitió hablar todo lo que quería para poder sacar todos mis pensamientos iniciales, y luego me empezó a hacer preguntas sobre lo que le acababa de comunicar.

Hablamos sobre como casi exclusivamente salgo con chicas que he conocido en OkCupid o Tinder, porque siento que es agresivo o anormal, hablarle a una chica en un bar y tratar de comprarle un trago. Mientras White se paró para quitarse la camisa, me dijo que me podía quitar la ropa si quería. Torpemente, me quité la camisa. Mientras hice esto, me dijo que, por lo que podía ver, yo no era ni repulsivo ni agresivo y que probablemente tenía el suficiente sentido como para darme cuenta si una chica estaba interesada en mí o no, en el caso que decidiera acercarme a ellas y hablarles.

En el transcurso de la sesión de una hora, empecé a dejar bajar la guardia y me sentía exponencialmente más cómodo. Aunque estábamos discutiendo cosas serias que tengo regularmente en la cabeza, no podía dejar de pensar que toda la situación fue tranquilizantemente divertida. Para el punto en el que los dos estábamos completamente desnudos, sentirse penoso o extraño de hablar sobre algún tema del que yo quisiera hablar, parecía demasiado ridículo. En lugar de sentirme ansioso de estar desnudo en frente de alguien que escasamente conozco, me permití sentirme excitado y desinhibido.

En una terapia normal, cuando me siento completamente relajado, puedo ahora ver que probablemente exhibo un lenguaje corporal algo cerrado, las piernas o los brazos cruzados, a menudo mirando algo lejano en el espacio, en vez de conectarme con la mirada del terapeuta. Pero estar desnudo eventualmente me permitió bajar la guardia y el hecho de que White también estaba completamente desnuda (periódicamente parándose para caminar de manera seductora) me hizo sentirme completamente presente en el momento en el que acepté que todo el punto era tratar de excitarme.

Para el final de la sesión, me sentía putamente increíble. Hablar sobre las ansiedades relacionadas con el sexo y las relaciones, las mismas ansiedades que la mayoría de nosotros sentimos, mientras uno se siente sexualmente excitado con alguien más, tiene mucho sentido. En una sola sesión, muchas de las cosas que había tenido demasiada pena de hablar con cualquier otra persona, salieron y se manejaron de manera efectiva. Todavía continúo asistiendo a sesiones de terapia regulares, mientras todavía tengo el privilegio de hacerlo, ya que no voy a ignorar lo afortunado que soy de tener este beneficio. De pronto la Terapia Desnuda™ no es para todo el mundo, pero si eres alguien que ha estado luchando con cualquier tema relacionado al sexo que yo haya mencionado en este texto, yo te alentaría a que contactaras a Sarah White. Tiene razón cuando dice que la excitación es un estado único, y me alegro mucho de haber tenido la oportunidad de ver como se puede canalizar de una manera que no sea estrictamente relacionada con la intimidad física tradicional.

Ah, y sí, me masturbé.

Sean J. Patrick Carney es un comediante concreto, un artista visual y un escritor con base en Brooklyn. Es el director y fundador de Social Malpractice Publishing y, desde el 2012, ha sido un miembro de los Investigadores GWC, un equipo de investigación colaborativo sobre lo paranormal. Carney ha enseñado en la Pacific Northwest College of Art, the Virginia Commonwealth University, the Bruce High Quality Foundation University, and New York University. Síguelo en Twitter.