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Tecnología

Los carteles mexicanos ahora hacen secuestros virtuales

Las redes sociales se han vuelto un insumo y la oficina de prensa de las organizaciones criminales en México y el mundo.

Los secuestros virtuales en la Ciudad de México no son nada nuevo, pero las redes sociales lo están llevando a un nuevo nivel. Foto vía usuario de Flickr Design for Health.

El 27 de noviembre 2007 una serie de llamadas telefónicas hicieron que una sesión del congreso en la Ciudad de México tuviera que clausurarse antes de lo previsto. La cámara baja del congreso estaba en sesión cuando alrededor de la 1 p.m., un miembro del partido del entonces presidente Felipe Calderón, recibió una llamada de alguien que alegaba tenía a sus hijos de rehenes. No mucho después, otro miembro del partido recibió una llamada similar y escuchó una voz femenina gritar “¡mamá!” en el fondo, mientras un hombre demandaba una transferencia monetaria. Varios otros senadores recibieron sus propias llamadas, uno de ellos se desmayó y resolvió transferir los $20.000 dólares que la voz al otro extremo le estaba pidiendo –la misma voz que sus colegas escucharían más adelante–. Eventualmente, el presidente de la cámara baja cerró la sesión culpando al jabón de limpieza que se había utilizado en el tapete aquél día y el cual estaba "incomodando" a los senadores.

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Resulta que los niños de hecho no estaban siendo retenidos como rehenes, pero el incidente fue muy notorio en México ya que solamente tenía como objetivo al grupo de legisladores mientras estaban discutiendo temas gubernamentales. “Secuestros virtuales”, como son conocidos los casos de rehenes falsos, se han vuelto un lugar común en México por más de una década. En el caso del 2007, las autoridades luego concluyeron que el que había hecho la llamada había estado adentro del congreso porque había proporcionado detalles específicos sobre las apariencias y actos de sus objetivos. Ya con el 2014 haciéndole competencia a la cifra de secuestrados del año pasado en México de 1.698, la amenaza de una abducción permanece muy real para las personas que están viviendo en México. Y la proliferación de las redes sociales ha armado a los criminales con nuevas herramientas que hacen que sus declaraciones sean mucho más creíbles ante las víctimas potenciales, de manera que una llamada tradicional no podría hacer. En julio, la Policía de la Ciudad de México para la Prevención de Cibercrímenes emitió una alerta: el número de extorsiones vía la aplicación popular de mensajes WhatsApp había incrementado dramáticamente. La agencia delineó unos consejos para protegerse, los cuales incluían abstenerse de postear sus números telefónicos en redes sociales y mantener sus perfiles en privado.

Para poder llevar a cabo un secuestro virtual vía WhatsApp, un criminal no tiene que hacer mucho esfuerzo. Este obtiene el número telefónico de una persona – a mayoría de las veces a través de un perfil público en Facebook– y empieza a investigar al objetivo. Puede seleccionar un amigo o un familiar y fácilmente bajarse fotos y coleccionar información acerca de los lugares que más frecuenta. Esa información es utilizada para convencer al objetivo que el criminal ya tiene a la persona de rehén o que fácilmente le puede hacer daño si no recibe el monto solicitado. No tiene que gastar tiempo observando al objetivo, ni siquiera gastando los minutos de su celular (que siguen siendo bastante caros en México), solo necesita acceso a internet y un pequeño plan de datos. Puede mandar decenas de mensajes de texto similares a diferentes personas en unos pocos minutos.

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Entonces la manera como nos comunicamos cambia, abarcando nuevos medios que emergen para satisfacer necesidades postmodernas, los criminales están encontrando nuevas maneras de explotarlos de todas las maneras posibles. En México, tanto criminales insignificantes, como organizaciones sofisticadas de carteles han aprendido a usar estas tecnologías para sus propios fines. Algunos argumentan que el Gobierno se ha demorado en ponerse al día, mientras que otros argumentan que los oficiales han capitalizado estas mismas plataformas para poder empujar sus propias agendas. Mientras tanto, los ciudadanos –que saben que no son nadie para luchar contra los cartel– son constantes en una misión: mantenerse informados entre sí y al mundo afuera de México, sobre la realidad que está sucediendo en su país.

Según Carl Pike, asistente especial en la Administración para el Control de Drogas (DEA) y la División de Operaciones Especiales en México, dice que la gente tiende a estereotipar –y subestimar– a los carteles de la droga mexicanos. “Casi los equiparan con las películas viejas de mafias, por alguna razón creen que las organizaciones criminases no evolucionan y que no son modernas”, me dice. “No es así. Especialmente cuando hablas de los carteles mexicanos, son igual de especializados a cualquier corporación o Gobierno en el mundo en términos de las herramientas que utilizan. Entonces cuando los niños están hablando por WhatsApp o cualquier que sea la última forma de comunicación, es con eso con lo que los carteles van a trabajar”.

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En el 2010, cuando la violencia de la guerra contra las drogas se volvió especialmente desenfrenada y la prensa mexicana estaba siendo amordazada por los ataques y asesinatos frecuentes, los ciudadanos empezaron a dirigirse a páginas como El Blog Del Narco para encontrar lo que realmente estaba sucediendo. Testigos anónimos de crímenes violentos y hasta de cuerpos abandonados empezaron a contar sus relatos, algunas veces con evidencias de foto y video, al  fundador de la página, que subía los artículos indiscriminadamente. El blog empezó a recibir un [gran seguimiento](http://gran seguimiento), tanto dentro como fuera del país.

Y los carteles se dieron cuenta.

Empezaron a mandar fotos y videos gráficos, algunas veces con amenazas. Los cuerpos destruidos que dejaban en las calles en una ciudad, ahora se podían ver en cualquier parte del país, y los mensajes que escribían en enormes pancartas y colgaban en lugares públicos –conocidos como narcomantas– empezaron a llegar a un público mucho más grande. Los carteles querían que el pueblo mexicano pudiera ver de qué eran capaces, para que los grupos rivales se quedaran en su propio territorio y los ciudadanos pensaran dos veces antes de apoyar un insurgente. En efecto, páginas como El Blog del Narco sirvieron como máquinas de propaganda gratis para los carteles.

Residentes frustrados del pueblo fronterizo donde los Zetas y el Cartel del Golfo estaban empezando a hacer una guerra brutal por territorio y empezaron a comunicarse por Twitter para llenar el vacío de información que les había dejado el Gobierno y la prensa muda. Los hashtags se volvieron un elemento clave para poder reportar los crímenes en esas ciudades. Eventualmente los ciudadanos crearon un conjunto de acrónimos para poder denotar lo que veían. Por ejemplo SDR significa “situación de riesgo”; CO significa “crimen organizado”; y FA significa Fuerzas Armadas.

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Los carteles también se dirigieron a las redes sociales para conseguir información y no siempre les gustaba lo que veían. En septiembre del 2011, los residentes horrorizados de Nuevo Laredo encontraron dos cadáveres colgados de un puente peatonal, acompañados de un cartel que leía “esto le va a pasar a los soplones de internet” y mencionaron a El Blog del Narco y dos foros populares para denunciar a los carteles, Frontera Al Rojo Vivo. Los dos cuerpos mostraron señales de tortura y a la mujer la habían destripado. (La fundadora de El Blog del Narco luego le diría a la prensa que la pareja había sido contribuidores en su blog). Dos semanas después, el cuerpo de un reportero torturado y desmembrado se dejó caer en una avenida congestionada de Nuevo Laredo con un mouse, un teclado y con audífonos –junto con una nota que decía que había muerto por escribir en redes sociales–.

“Cuando los carteles intimidan a los medios, no los están intimidando para que paren de reportar sus acciones; están tratando de obligarlos a que reporten sobre lo que ellos quieren que reporten”, dice Tristan Reed, un analista de seguridad mexicano en una firma de inteligencia global basada en Austin llamada Srtatfor. “No se trata de restarle importancia a la violencia en México. Nunca lo fue   –o de otra manera no estarían subiendo videos de ejecuciones en YouTube o desechando 35 cuerpos en una autopista importante –. Se trata de controlar la información”.

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Los miembros de los carteles tomaron los asuntos en sus propias manos y empezaron a publicar en internet para esparcir su mensaje. Comenzaron a publicar videos de torturas y ejecuciones en YouTube. Estos se hacen más que todo para intimidar, pero sus campañas por los medios también incluyen ejemplos de los carteles “buenos” y las gratificaciones que trae la vida de narcos.

El Cartel del Golfo ha circulado una serie de videos de sus miembros distribuyendo bienes de consumo en áreas empobrecidas bajo su control. En uno de los videos, los miembros les dan tortas a los niños. En otro, le dan comida gratis a una comunidad y en un tercero, les dan elementos de ayuda a las víctimas que sufren por las tormentas tropicales que afectaron a México el otoño pasado.

En Facebook y en Twitter, los miembros del crimen organizado regularmente suben fotos de sus armas bañadas en oro, carros lujosos, gatos exóticos y lujosos estilos de vida. El uso de redes sociales como medio de propaganda puede ser una de las razones para la disminución de las narcomantas en México. Una investigación por el periódico mexicano El Universal encontró que un promedio de 1.7 narcomantas aparecieron diariamente del 2006 al 2012, y solo una se reportaba cada cinco días del 2012 al 2014. Eso puede significar que las campañas de miedo de los carteles a través de redes sociales sí han tenido un impacto.

Nuevos medios también le han permitido a los miembros del crimen organizado mexicano mantener el contacto entre ellos. Diversificar sus medios de comunicación es algo esencial para que si un canal es interceptado por la policía, el negocio puede continuar. Usan email, radios de Nextel, teléfonos desechables, redes sociales y aplicaciones de mensajes. La DEA recientemente encontró que el grupo de distribución del sur de California estaba moviendo éxtasis regularmente utilizando consolas de Xbox para comunicarse.

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“¿Quién hubiera pensado que podías lograr que en un Xbox, con cualquier juego, y después de entrar a la sala de juegos, puedes estar sentado en Miami, Florida y tener una conversación con alguien en Bogotá, Colombia?” se pregunta Carl Pike de la DEA. “Ese fue uno de los momentos que más me abrió los ojos”.

La DEA actualmente está investigando cómo los criminales están utilizando Snapchat, que ofrece varios beneficios a miembros del crimen organizado que quieran compartir información condenatoria importante –o mandar una amenaza rápida a una víctima que no podrá mostrarle a las autoridades antes de que desaparezca–. Y según los ciberpolicías de la Ciudad de México que emitieron la alerta de WhatsApp, dicen que por lo menos algunos que contactan, de hecho sí pagan.

“Para que sí pueda ser una estafa exitosa, los culpables tienen que armar un teatro; tienen que intimidar a su objetivo” dice Reed. “Entre más información sepan, más realista va a parecer su amenaza a su objetivo”. Cuando alguien publica algo en Facebook que por ejemplo está viajando, la persona se vuelve un objetivo fácil. “si podemos mantenerlo aislado de que pueda llamar a su familia,  porque quién sabe, están viajando en Cancún, y poderle decir que han sido secuestrados”.

Este método de focalizar tanto a la víctima como a su familia –en vez de solamente amenazar a la familia sin nunca interactuar con la persona supuestamente secuestrada– se ha vuelto algo cada vez más común. En diciembre del 2013, los extorsionistas forzaron a una mujer guatemalteca en Playa del Carmen de viajar a Cancún, donde tres otras víctimas de secuestro virtual ya estaban esperando en dos habitaciones de hotel bajo amenazas. Los culpables, que según los reportes de los medios, estaban llamado desde la prisión Tamaulipas, forzaron a la mujer a hacerles su trabajo por un proxy y recolectar más información sobre las otras víctimas. A principios de ese mes, criminales virtuales secuestraron a un hombre norteamericano que estaba en Cozumel para una competencia de Ironman.

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“Las redes sociales realmente han ayudado mucho a los secuestros virtuales, les ha proporcionado una riqueza informativa que los extorsionistas necesitan” dice Reed. “La investigación sobre tu objetivo es crítico para un extorsionista o un secuestrador y plataformas como Facebook o Twitter tienen toda la información que necesitan en un solo lugar”.

Muchos secuestros virtuales son ejecutados por hombres o mujeres que están sentados en prisiones mexicanas, mientras otras se llevan a cabo por criminales de bajo nivel en las calles. Pero ese dinero eventualmente se filtra a los carteles, dice Reed, porque los extorsionistas usualmente le pertenecen a las pandillas que tienen ataduras con organizaciones criminales más amplias.

“El tráfico de drogas todavía es el pan y la mantequilla para el crimen organizado en México, pero la colección de otras actividades constituye una porción sustancial de las ganancias” dice. “Cosas como la extorsión y los secuestros son críticos para que los carteles continúen operando”.

 “El surgimiento de las redes sociales ha ayudado a las organizaciones criminales a hacer cumplir sus demandas, pero también le puede proveer a las autoridades con información valiosa. Cuando el líder más alto del cartel de Sinaloa “El Mayo” el hijo de Zambada, Serafín, fue arrestado el año pasado, los medios de comunicación reportaron que el joven Zambada había publicado regularmente detalles de su estilo de vida lujoso en Twitter que le ayudaron a las autoridades a rastrearlo. Similarmente, José Rodrigo Arechiga-Gamboa, que era parte de la unidad de ejecución del mismo cartel y que se conoce como “Chino Ántrax” fue localizado en parte por su actividad frecuente en línea.

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Guadalupe Correa Cabrera, una profesora en la universidad de Texas-Brownsville que estudia crimen organizado en México, dice que las agencias gubernamentales mexicanas utilizan las redes sociales para su ventaja, pero no necesariamente la utilizan para rastrear criminales.

“La agenda del Estado no es necesariamente toda blanca y limpia, debería serlo, pero no lo es” dice. “Muchas veces hay mucha desinformación o mensajes conflictivos y hay agendas que se supone que desvían la información de ciertas cosas para poder manipular la opinión pública”. Eso se vuelve muy aparente cuando tratar de hacerle curaduría a la información en ciertas plataformas.

 En un próximo estudio, Correa-Cabrera y sus colegas van a argumentar que despues de años de hacerle un seguimiento a las redes sociales como Valor por Tamaulipas, han encontrado elementos que sugieren la participación del Estado para justificar la acción pública, específicamente la legitimización del Gobierno federal y su estrategia de seguridad nacional, la cual involucra la militarización del país. Correa-Cabrera y @MrCruzStar, uno de los reporteros civiles más conocidos en Tamaulipas, creen que muchos de los usuarios que publican en su página, tienen conexiones con el ejército mexicano y quieren perpetuar las amenazas de los carteles para justificar la presencia militar creciente.

Correa-Cabrera ha estado siguiendo de cerca a los ciudadanos que reportan desde el Estado fronterizo Tamaulipas, donde hashtags como #Reynosafollow (refiriéndose a la ciudad de Reynosa)  han sido exitosos en crear un lugar donde los ciudadanos pueden ir para obtener información verídica y en tiempo real de la violencia y del crimen. Ella dice que a través de todas las plataformas, los ciudadanos han sido pioneros en la utilización de redes sociales para informarse entre ellos sobre la situación en México, y los narcos y el Gobierno los siguieron. Los últimos dos tienen muchos más recursos y por ende pueden publicar sus mensajes de manera mucho mas exitosa que los ciudadanos.

Sin inmutarse, los mexicanos continúan yendo hacia las plataformas de redes sociales para informarse, y no solo sobre la violencia. Con la atención reorientada hacia las políticas del presidente Enrique Peña Nieto sobre energía, telecomunicaciones, y reformas a la educación, la administración ha aplicado una política de silencio sobre el crimen y la violencia. Las autoridades mexicanas son cada vez más descaradas en sus intentos de controlar la información que sale al público, haciendo que los medios alternativos sean más importantes que nunca.

Cuando el Gobierno estatal de Sinaloa pasó una nueva ley en agosto que efectivamente prohibía a los periodistas reportar sobre el crimen, la reacción violenta a través de las redes sociales era en parte responsable de la derogación legal. Y cuando el congreso mexicano consideró una reforma a los paquetes de las telecomunicaciones a principios de este año, una campaña por redes sociales se volvió viral y alentó al senado a remover o a modificar de alguna manera las provisiones problemáticas de la legislación.

La ley original hubiera sido un golpe duro ante la naturalidad de internet y le hubiera permitido a las autoridades bloquear recepciones de celular de los individos en áreas enteras, como por ejemplo, el lugar de una protesta. La ley actual, que fue firmada en julio, requiere que las compañías telefónicas mantengan un récord de todas las actividades de los usuarios por dos años, y le permite a las autoridades tener acceso a esos datos sin necesitar una orden de la corte. En un país con corrupción rampante entre la policía local, los ciudadanos están preocupados de estar vigilados y tener represalias por sus comentarios o por denunciar abusos a las autoridades.

“El anonimato que les da las redes sociales continua siendo un gran escudo ante la censura”, dice Correa-Cabrera. “Recientemente, el Gobierno mexicano ha tenido una capacidad mucho más grande de censurar a los medios, los periódicos, por ejemplo, están de punta en la línea editorial, que fue muy diferente en la administración pasada: las críticas son muy limitadas. Entonces las redes sociales siguen siendo una plataforma importante para los ciudadanos para expresar cómo se sienten y no solamente pare denunciar la violencia, sino también para proveer análisis y para expresar la opinión pública de una manera mucho más honesta y libre en el momento por el cual pasa el país”.