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La nube negra que nos une

¿Y si las estatuas en Colombia fueran de algodón de azúcar?

Monumentos efímeros, para héroes que tienen vigencia de un día.

Yo sinceramente creo que los monumentos de esta ciudad, en vez de estar hechos de cobre, cemento u hormigón, deberían ser fabricados con algodón de azúcar o con masa para pastillaje. Lo digo sin ningún tipo de ironía, eso no solo pondría en sintonía la escultura con nuestra noción de olvido de la historia, sino que también, y en esto no me podrán contradecir, a todos nos saldría más barato; también sería muchísimo más didáctico y divertido.

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Imaginen poder bajar del pedestal a nuestro héroe nacional cada semana o cada mes, dependiendo de lo que su fama en los medios de comunicación dure. Por estos días, por ejemplo, podríamos poner, en lugar del señor Simón Bolívar, un busto de James Rodríguez con su camiseta nueva del Real Madrid. ¿No sería mucho más diciente? Imaginen, una corporación europea “compró” a otro ser humano, ¡eso hay que celebrarlo!, Nairito también hubiera tenido su lugar antes del mundial de fútbol y hasta habría campo para héroes callejeros como Calidoso; ¿si recuerdan quién era ese señor?

Y es que la cosa está saliendo cara. El otro día vi en el periódico que la grandilocuente y neobarroca estatua del almirante Padilla estaba en un total abandono por parte de la Armada Nacional, encargada de su mantenimiento. Al otro día, como endemoniados, estaban los militares en el Park Way con sus camiones y su inconfundible estilo para hacer las cosas. Cercaron la estatua con cinta de seguridad, cubrieron con paneles el perímetro y empezaron los trabajos de reconstrucción. Al principio no conecté el artículo del periódico con los trabajos, por lo que mi paranoia me llevó a pensar que seguramente al pobre Padilla le estaban instalando en sus ojos o en el “paquete” algún mecanismo de espionaje para tener bien vigilados a los “rojos” de La Soledad, luego cuando caí en cuenta de que era por culpa del artículo del periódico seguí pensando exactamente lo mismo.

Los trabajos no los han acabado, ahí siguen los soldados viniendo por turnos en los camiones llenos de más soldados somnolientos, ya llevan como 15 días en eso y parece que todavía les falta un poquito más. En eso se están gastando siempre su platica porque al pobre Almirante le habían arrancado un brazo, si no estoy mal el izquierdo,  seguro para venderlo por su peso en cobre y fumarse una bichita por ahí.

También me imagino que les saldrá caro lo de la reina Isabel y don Cristóbal Colón en la calle 26. Opaín, el operador privado del aeropuerto Eldorado, va a ser el encargado de “adoptar” ese monumento y dejarlo pulcro, libre de tanto grafiti de protesta y de barra de fútbol. Resulta bien diciente que una empresa con raíces europeas sea la encargada, no solo de darle la cara internacional a nuestra ciudad, sino también recordarnos, con antiséptica ironía el grandioso mito de la creación de nuestra cultura indoeuropea.

Háganme caso, arte público barato, simbólico y de calidad, no más cemento, no más cobre u hormigón, vámonos por lo efímero, por lo liviano, ¡vámonos por el algodón de azúcar!