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Cultură

¿Por qué Dios, por qué?: la ciencia tras el dolor de dientes

El más insoportable de todos los dolores.

Tengo dolor de dientes. Es un dolor familiar que vuelve cada dos meses sin razón aparente (no hay desencadenantes directos; es obviamente una carie). Cuando llegó por primera vez, en una época donde no tenía dinero, el dolor creció durante una tarde cualquiera. Era una presión dentro mi cara, pero también una presión sensorial, como si el dolor fuera una substancia moviéndose dentro de mi cuerpo, opacando cualquier otra sensación o pensamiento, una inundación de fango rojo lleno de troncos rotos y rocas y ganas de gritar. Una agonía primitiva.

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Pero a la mañana siguiente, el dolor ya no estaba. Esa noche fue larga e involucró enjuagues regulares con Jack Daniels y la aplicación de paños húmedos con pastillas de Benadryl disueltas. Lloré y puede que en algún momento incluso haya gritado porque, demonios, no hay nada peor que el dolor de dientes. Y ahora está de vuelta, pero bajo control gracias a una prescripción fuerte de Advil.

¿Por qué el dolor de dientes es tan miserable? He superado quemaduras en tercer grado, media docena de huesos rotos y una sucesión de auto cirugías, incluyendo cosas horribles en las uñas de los pies. La respuesta corta son los nervios, por supuesto: la evolución no fue tacaña con las conexiones nerviosas, particularmente cuando se refiere al rostro y su cercanía con el cerebro.

La boca y la quijada están enganchadas directamente al nervio trigémino, que es uno de los varios nervios craneales: nervios que están conectados directamente al cerebro en vez de a la espina dorsal. Entonces los dientes están unidos a un tipo de circuito mucho más corto. Pero no es tan así.

Además de eso, los dientes solo sienten dolor. No hay otra forma de sensación en ellos. Si un nervio está expuesto en esa zona, todo es dolor. El frío es dolor. Lo tibio es dolor. Lo húmedo es dolor. El tacto es dolor. No hay nada más y es una sensación única en el cuerpo humano. La piel, por ejemplo, es perfectamente capaz de comunicar "tibio" sin infligir tortura, así como la lengua conoce lo "dulce" sin la necesidad de causar esta sensación parecida a un latido termonuclear. Y estos nervios están a un salto de distancia del nervio trigémino, el que está asociado a una variedad de dolor neurológico crónico (neuralgia) que viene en oleadas tan severas que lleva a sus víctimas al suicidio.

Pero eso no es todo. Los dientes son unos organismos pequeños y extraños. Bajo ese duro caparazón hay una masa de células estructurales, vasos sanguíneos, tejido conectivo, células inmunes y, al final, nervios. Es muy extraño que existan estas masas vivas, atrapadas en pequeñas fortalezas de calcio cristalizado. El resultado es que los dientes no se hinchan. Si te golpeas el tobillo seguramente se hinchará, pero los dientes no se dan este lujo. El centro orgánico de un diente no tiene a dónde ir, salvo por un pequeño agujero (un poro realmente) que está en la base de su raíz.

Entonces pueden pasar miles de cosas como resultado de un trauma, como la creación de abscesos y la acumulación de tejido necrótico (muerto). Los dientes mueren, pero lo que muere no se va; sólo queda ahí y se transforma en algo asqueroso.

La moraleja de esta historia es no ser como yo, porque nada de los anterior es pasajero. Empeora, a veces mucho. Vayan al odontólogo.