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Una 'hacker de la memoria' nos explica cómo implantar memorias falsas en las personas

Convencer a la gente de que hizo cosas que nunca ocurrieron es increíblemente fácil. A esto se dedica la psicóloga Julia Shaw.
Imagen: Chet Tilokani

Tendemos a pensar que las memorias son pequeñas cápsulas del tiempo perfectas; registros importantes de eventos pasados que nos afectan, que nos hicieron lo que somos y que son completamente inamovibles. Pero en realidad, son todo lo contrario. Hace unos días me reuní con Julia Shaw, una psicóloga criminológica canadiense que se especializa en la ciencia de la memoria. "Soy una hacker de la memoria", me dijo. "Uso la ciencia de la memoria para hacerte pensar que hiciste cosas que nunca ocurrieron".

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Resulta que implantar una memoria falsa es algo increíblemente fácil de hacer.

Shaw, quien ahora vive en Londres, estuvo en Toronto para promocionar su nuevo libro, The Memory Illusion ("La ilusión de la memoria"). En este, explica cómo se pueden insertar deliberadamente memorias falsas en la cabeza de la gente.

"Una memoria es una red de células cerebrales", me dijo Shaw. Esa red, que atraviesa diferentes regiones del cerebro, se reconfigura constantemente. Es una función importante que permite que los seres humanos aprendamos nuevas cosas y resolvamos problemas. Pero por eso mismo puede "ser manipulada", continuó. "Cada vez que cuentas una historia, cambias la memoria". Tal vez agregando nuevos detalles, añadiendo elementos que en realidad escuchaste de alguien más o creando conexiones nuevas y posiblemente imprecisas o falsas.

Por ejemplo, según Shaw, si crees que recuerdas algo que pasó antes de que tuvieras dos años y medio, eso seguro es una memoria falsa. Antes esa edad, nuestros cerebros no están lo suficientemente desarrollados para almacenar memorias; es un fenómeno llamado amnesia infantil. Tienes ese recuerdo temprano porque "te mostraron una foto, o viste una imagen, o tal vez porque tus padres te contaron una historia", explicó. "Es algo que puedes internalizar fácilmente".

Creo que la realidad es simple percepción.

El hecho de que las memorias sean tan moldeables tiene implicaciones importantes, entre otras cosas, para el sistema de justicia criminal. Ese es el enfoque de la mayoría del trabajo de Shaw. "En el laboratorio, a través de hackear la memoria, convenzo a la gente de que cometió crímenes que nunca ocurrieron", dijo Shaw, que también es profesora e investigadora en el Departamento de Derecho y Ciencias Sociales del London South Bank University. "Lo hago para demostrar que el proceso de interrogación puede distorsionar la memoria de una forma constante".

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Para implantar una memoria falsa "hay que intentar confundir la imaginación de la persona con su recuerdo", señaló. "Es eso: hacer que se imaginen varias veces que algo pasó".

Ella empieza diciéndole al individuo que cometió un crimen y luego afirma tener información sobre este. Por ejemplo, le dice lo siguiente: "Tus padres me dijeron que, cuando tenías 14 años robaste algo y que la policía estuvo involucrada". Luego le cuenta que contactó a sus padres y le da detalles sobre la conversación. "Y así me crees. Sabes que contacté a tus padres y tú confías en ellos", explicó. Eso le da credibilidad.

Shaw sigue con la idea y le añade capas y detalles: la edad de la persona, dónde creció, el nombre de su mejor amigo de infancia. Hace que imaginen una y otra vez los crímenes, incluso cuando nunca pasaron. Según ella, en el transcurso de un par de semanas, tal vez menos, "se vuelve difícil diferenciar entre la imaginación y el recuerdo". "Al final, es fácil pensar que eso realmente ocurrió".

Julia Shaw con su nuevo libro, The Memory Illusion. 

Evidentemente, las memorias falsas tienen consecuencias desastrosas dentro del sistema de justicia criminal; individuos inocentes pueden terminar en la cárcel injustamente. Pero, según Shaw, también ayudan a aclarar las llamadas "memorias imposibles". (Como cuando alguien asegura recordar que fue abducido por aliens). Después de descartar enfermedades mentales o cualquier otra explicación, "es posible que algunos tengan memorias falsas", dijo. "Lo han imaginado varias veces o se trata de algo que alguien les sugirió. O lo vieron en una película, y luego lo soñaron", y empiezan a creer que es cierto.

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Pero entonces, ¿cuándo seremos capaces de hacer lo opuesto a implantar una memoria falsa? ¿a borrar de nuestras mentes una real, que posiblemente es dolorosa e indeseada?

Cuando le pregunté esto a Shaw, hizo inmediatamente la relación con Eternal Sunshine of the Spotless Mind. Como las memorias están hechas de redes que están distribuidas a lo largo de nuestro cerebro, no es ni será posible —al menos en el futuro cercano— eliminar por completo un recuerdo. Según ella, lo que sí es más probable es que podamos remover la pieza más importante de ese recuerdo: la emoción que viene atada a él.


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Por medio de la optogenética (una técnica que usa luz para activar y desactivar varias partes del cerebro), los científicos pueden borrar el miedo asociado a malos recuerdos en ratas. Esto todavía no se ha hecho en humanos, por supuesto. (Las técnicas de optogenética actualmente implican hacer un hueco en el cráneo de la rata). Pero es una pista de lo que podría ser posible.

Así que si nuestras memorias son tan fáciles de manipular y están en constante cambio, si podemos agregar algunos detalles y olvidar otros, ¿hay algo de lo que recordemos que sea un verdadero registro del pasado?

"Creo que la realidad es simple percepción. Y es una experiencia completamente personal. El mundo que conoces sólo existe para ti, [para ti] en este momento. Todos los días te levantas como una persona distinta", con un cerebro y un conjunto de memorias diferentes para guiarte.

"Me gusta decir que, esencialmente, todas las memorias son falsas", dijo Shaw. "Son un poco falsas o completamente falsas. Hay experiencias enteras que nunca ocurrieron".

Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard, nuestra plataforma de tecnología.