Dimitar Berbatov: ¿Artista, genio, fracasado?
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Dimitar Berbatov: ¿Artista, genio, fracasado?

¿Cómo recordará el futbol a Dimitar Berbatov? ¿Cómo un artista, un genio o un fracaso? Quizá las tres descripciones sean necesarias para resumir al gran búlgaro.

Es una tarde templada y agradable en el Stade Louis II. El sol comienza a ocultarse en el horizonte. Cinco minutos después del arranque del primer tiempo en el derbi de Cote D'Azur, João Moutinho adelanta el balón y lo guía hábilmente para superar a la defensa del Nice. La pelota se topa de frente con Dimitar Berbatov cerca de la línea de meta; la "mata" y vacila durante un fugaz momento como si levantara una copa de vino para celebrar su grandeza. Acto siguiente, una jugada en conjunto que culmina con un tiro bombeado de trámite sobre el impotente David Ospina. Esfuerzo mínimo, elegancia al por mayor. Un gol digno para seguir alimentando su percepción estandarizada.

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Criticar su ejecución implica nada menos que consultar un diccionario de sinónimos. Indolente. Letárgico. Apático. Lánguido. Desinteresado.

El método de Berbatov es lo que es. Holgazán. Nunca pudo haber añadido un esfuerzo a su pasión para realizar toques tan diestros; simplemente no era su estilo. Hacerlo implicaría traicionar su arte. Es lo que lo define. Sudar para trabajar nunca es elegante. Punto. "Nunca me verán correr por toda la cancha. Existe un dicho en Bulgaria que dice que la calidad no requiere mucho esfuerzo". Así era Berbatov, como él mismo lo dijo.

Pocos jugadores dividen opiniones como Dimitar. Él alimenta el fuego de la contradicción, lo incita.

Solía pasearse despreocupado en la entrañas del territorio contrario mientras otros retrocedían desesperadamente para regresar a sus posiciones. Berbatov posee un carácter reticente e introvertido envuelto en un porte de seguridad y compostura. Dimitar transmite tranquilidad, pero no debemos caer en el error de creer que carece de pasión. Te hace creer que no posee preocupación alguna. Sabe cómo engañarnos.

Berba ridiculiza a sus vecinos del norte de Londres // EPA/Andy Rain

Dimitar Ivanov Berbatov nació en enero de 1981 en la región cultural de Blagoevgrad, Bulgaria, 100 kilómetros al sur de la capital nacional Sofía. De niño, idolatraba al gran delantero del AC Milan, Marco van Basten, para después tomar la decisión de ser hincha del club con sede en Lombardy. La temporada 1995-96 de la Premier League vio surgir a otro ídolo para el adolescente Berbatov. "Era y sigue siendo Alan Shearer, él y Marco van Basten. Shearer fue mi héroe, anotaba goles de todos ángulos, golpeaba a los demás con los codos, luchaba por el balón. Desde luego, su celebración, cuando alzaba su mano, era simplemente hermosa", comentó para la BBC. Berbatov recibió de sus padres una playera del Newcastle United en su cumpleaños 18; fue un regalo que apreció tanto que inclusive dormía con él.

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La metáfora de Berbatov como artista es casi demasiado fuerte para ignorar. El arte sacudió al búlgaro a temprana edad, casi tanto como el futbol, y pasaba una cantidad considerable de tiempo pintando murales de sus íconos del futbol en el techo de su cuarto. Los pasatiempos desempeñan un papel importante en nuestras vidas, y el entusiasmo de la pintura y los dibujos no ha dejado al jugador de 35 años.

Luego de demostrar su talento en el equipo juvenil del OFC Pirin Blagoevgrad —el equipo de la ciudad de Berbatov, famoso por generar jóvenes talento—, Berba fue descubierto y fichado por el entrenador del CSKA Sofía, Dimitar Penev, el famoso entrenador que llevó a Bulgaria a la semifinal de la Copa del Mundo de 1994. Se dice que el CSKA "pagó" unos cuantos balones de futbol a cambio de los servicios del delantero.

La primera prueba de Berbatov en el futbol europeo se dio ante uno de sus clubes de la infancia, Newcastle United, en 1999. Perdió el partido, pero resultó ser una temporada trascendente, ya que anotaría 16 goles en 34 partidos con su club y selección.

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Berbatov fue leal al club y su apego emocional firme. Pero después de una sola actuación deplorable en contra del archirrival PFC Levski Sofía, la hermosa y magnífica relación se deterioró rápidamente. Berbatov se enfrascó en una disputa ineludible con los fans. Cuando tus propios seguidores se ponen en tu contra, las circunstancias pueden ser difíciles de tolerar. "Estaba devastado", su madre, Margarita, comentó para The Financial Times. "Su teléfono sonaba pero no quería hablar con nadie. Fue quizá el peor momento de su carrera".

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Una de las anécdotas no tan conocidas pero, sin duda, fenomenales del período de Berbatov con el CSKA fue su traumática experiencia de secuestro por la mafia búlgara. La historia cuenta que Berbatov fue raptado por varios hombres que pertenecían al grupo de mafiosos de Georgi lliev para obligarlo a fichar por su club, Levski Kyustendil. De alguna manera, Berbatov pudo contactar a su padre, Ivan, quien se movilizó desesperadamente para interceder. "Fue una experiencia horrorosa que ya quedó atrás. Fueron tiempos difíciles", dijo Berbatov para The Times.

En enero de 2001, Berbatov tomó la decisión de mudarse a un nivel mayor en la ventana de transferencias; el Bayer Leverkusen adquirió sus servicios por una módica cantidad de 2.5 millones de euros. Jugaría su primera final de Champions League tan sólo 18 meses después, concluyendo la temporada más dolorosa en la historia reciente del club. El Leverkusen tuvo que conformarse con el segundo lugar en liga y copa, además de la traumática derrota a manos del Real Madrid en el Hampden Park cortesía de "La" volea de Zinedine Zidane.

Berba muestra una probadita a su futuro club // PA Images

68 goles, 32 asistencias, 10,944 minutos en Bundesliga. Los goles tardaron en llegar, pero cuando lo hicieron llegaron de a montones. Berbatov no pudo hacerse de ningún trofeo a lo largo de su estancia en Alemania pero se había convertido rápidamente en una de las estrellas más preciadas de la escena europea. Su arrogancia y compostura frente al arco, su técnica depurada, su trabajo con los pies y su sentido del espacio atrajeron las miradas de la élite del continente.

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Rafa Benítez llamó a su puerta en enero de 2005, pero el español se retractó luego del empate del Leverkusen ante el Liverpool en octavos de final de la Champions League. "Conocíamos a Berbatov antes de enfrentarlos en 2005, me había percatado de él desde que yo estaba en Valencia. Era un jugador que observamos de cerca", explicó Benítez para The Mirror. "Todos conocemos su calidad y lo queríamos en nuestro equipo, pero sucedió el empate con Liverpool y no pudimos contratarlo. Es una pena, pero teníamos que darle vuelta a la página".

Inmutado por su falsa transferencia a Inglaterra, Berbatov llegó al norte de Londres un año después. Sus dos temporadas con el Tottenham demostraron ser el peldaño para llegar a un club más ilustre. Berbatov fue el goleador de los Spurs en ambas temporadas pero, desafortunadamente para el club y su presidente Daniel Levy, Berba no podía ser atado.

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Fue en Old Trafford que la maestría de Berbatov alcanzó su nivel más alto, y añadió una dosis impredecible a la tercia Ronaldo-Rooney-Tévez. ¿Era el nuevo Cantona? No, no precisamente, pero ambos tenían la capacidad de dejarte con la boca abierta; ambos eran artistas a su manera.

En la campaña 2010-11, el doceavo año de su carrera, Berbatov anotó 20 goles en liga, compartió la Bota de Oro con Carlos Tévez y se ganó un lugar en el Equipo del Año PFA. Su contribución impulsó al United a la marca histórica de 19 títulos de liga. Berbatov compensaba su naturaleza despiadada con una satisfacción para crear: garantizaba seguridad, controlaba el balón en espacios reducidos, atraía defensas para abrir espacios, y proveía el pase de la estocada final.

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Su momento en la cúspide fue breve, y las cosas comenzaron a decaer después de su exclusión de la final de Champions en el 2010-11. La temporada siguiente tuvo que aguantar un papel más doloroso: el de la banca, y sólo lograría jugar 21 partidos, es decir, la mitad de participaciones de la temporada pasada. Su transferencia era inminente y, como muchos antes que él, tuvo una tensa relación con Sir Alex Ferguson.

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"Quizá debí marcharme cuando [Ferguson] me dejó fuera del equipo para disputar la final de Champions League. Sé que es el entrenador pero había perdido, hasta cierto punto, mi respeto por la forma que me trató. No tendré problema jugando en contra del United ya que no sería la primera vez. Me despedí de la gente que se lo mereció, pero no pude despedirme de Ferguson".

Sólo nos queda preguntarnos qué tanto habría logrado Berbatov. Por supuesto, contar los trofeos de un jugador no es la única forma para determinar su éxito. Pero alguien tan preciso, tan meticuloso, tan talentoso como Berbatov debería tener más trofeos adornando su vitrina.

La carrera del búlgaro ha sido juzgada acorde, ha sido constantemente racional. Desde sus humildes orígenes en Pirin hasta su actuación con el Leverkusen, su paso por el Manchester United, y culminando en el Fullham. ¿Qué hay de Mónaco? Ningún jugador parece más apropiado para una narrativa tan glamorosa. Y, por último, en el equipo que muy probablemente bajara la cortina de su carrera, PAOK Thessaloniki.

Dimitar Bervatov; artista, holgazán, genio, fracasado. ¿Cómo lo recordará the beautiful game? Sentenciado a la eterna e insuficiente apreciación, el mundo del futbol quizá nunca valore el brillo heterodoxo de Berbatov. Pero cuando nos acordemos del búlgaro, hagámoslo como a él le habría gustado: "Siempre suelo pensar que mis goles son goles hermosos. Así quiero anotarlos; goles hermosos".

@Daniel8Lee for @TheFootballPink

Este artículo se publicó originalmente por The Football Pink. Puedes leer más historias aquí y suscribirte a su revista impresa o digital.