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El verdadero precio de José Bautista, o de cómo ponerle precio a la chingonería

José Bautista se convirtió en una estrella recientemente, y es consciente de su valor en el "Rey de los deportes". Sin embargo, reclamar lo que es justo no es sencillo en la MLB.
Photo by Dan Hamilton-USA TODAY Sports

José Bautista es un chingón. El es tipo rudo que inhala rábano picante, que avienta bates por todos lados, que decapita pelotas de beisbol y que te hace orinar un poco en tus pantalones cuando se te queda viendo. El lunes pasado, Bautista se dirigió a la prensa en Dunedin, Florida. El tema fue su inminente agencia libre. La extensión de contrato que firmó en febrero de 2011, a mitad de su explosión tardía rumbo al estrellato, expira esta temporada, lo cual significa que Bautista será agente libre por primera vez a la edad de 36 años. Bautista, portando una gorra de los Blue Jays y una playera que decía "Mi hogar es Toronto", estuvo contra la pared mientras le llovían preguntas.

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Una de las preguntas indagó que Bautista podría considerar tomar cualquier acuerdo que se le ofreciera, y encajar dócilmente en el presupuesto de los Blue Jays. Pero antes de que la pregunta terminara, Bautista sacudió la cabeza, "no". Con solo ese gesto, derrumbó toda posibilidad mientras sostenía contacto visual.

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"Sé cuál es mi valor", dijo Bautista. "Creo que el beisbol tiene una gran manera de medir el valor de cada jugador, y es solo ver cuánto están dispuestos a compartir con cada uno. Entiendo el negocio. No creo en todo eso del presupuesto y los salarios, son…No creo en nada de eso." Bautista cree en los presupuestos y salarios de la misma forma que los niños creen en Santa Claus o los partidos de derecha creen en el cambio climático. ¿Presupuesto? ¿Limites de gastos? ¿Qué?

Un reportero más lo indagó, "¿Crees que los descuentos…" Bautista lo detuvo abruptamente. "Eso no existe." Una pregunta más momentos después: "¿Estás dispuesto a negociar esta temporada, José?" Bautista sacudió la cabeza. "No lo estoy" —pausó por un segundo, lo necesario para engañarte que había concluido— "no estoy dispuesto a negociar ni siquiera ahora mismo. No creo que debería haber platicas. Creo que he demostrado de lo que soy capaz. Me han preguntado '¿qué se necesita?' y les he dado una respuesta."

Cuando alguien dice que no vas a valer 30 millones a los 41 años. –Foto por Peter G. Aiken-USA TODAY Sports

Así es como precisamente una negociación debería ser entre la parte que tiene todos los bienes y la que tiene todo el dinero. Fichar a Bautista no es diferente a entrar a una tienda de abarrotes y comprar unos chícharos. No puedes llegar y preguntarle al que te despacha que te dé un descuento porque eres un cliente frecuente y además porque no traes mucho dinero. No, lo siento, el precio está ahí. Si quieres los chícharos, vas a tener que comprarlos por el mismo precio. En palabras de Bautista, "Esto no es una negociación. Les dije lo que quiero, estén de acuerdo o no." Compra los malditos chícharos o te largas.

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Por supuesto, Bautista recibió algunas críticas por su comentario. Fue crudo y honesto, algo que nunca es visto de buena manera. Pudo haber dicho que le encantaría quedarse en Toronto y terminar su carrera ahí porque es una hermosa ciudad con gente hermosa y que sería un honor vestir el uniforme del equipo si le permitieran quedarse. En lugar de eso, Bautista trató a la prensa y a los fans como adultos. ¿Recuerdan ese bat flip? Ajá, no fue gratuito.

La semana pasada, Bautista no dio una cifra a la prensa, ¿por qué habría de hacerlo? Sin embargo, si creemos a los reportes, Bautista solicitó a los Jays —no, un segundo, exigió a los Jays— un plazo mayor a cinco años y más de 150 millones de dólares. La respuesta esperada a todo esto es que está loco. Bautista cumplirá 36 años la próxima temporada. Para cuando su contrato de cinco años culmine, tendrá 40. No hay forma de que valga 30 millones a esa edad.

A excepción de dos cosas. La primera, Bautista no se equivoca acerca de su valor. Tal vez veas los salarios de los beisbolistas y pienses que están completamente fuera de control, y después ver lo que exige Bautista y pensar que está loco. Comparado con un maestro o un bombero, en efecto es algo descabellado. Comparado con lo que la Major League Baseball se embolsa anualmente, y el porcentaje de ganancias que van destinados a los jugadores, no lo es.

De hecho, si nos basamos en esas medidas, los beisbolistas están mal pagados. En 2014, los jugadores recibieron menos del 40 por ciento de la cifra récord total de ganancias de 9 mil millones de dólares generada por la MLB. Así que cuando Bautista dice que sabe su valor, no miente. También sabe cuánto se embolsan los dueños a sus costillas. Pagar 30 millones al año es nada, pero va más allá de la lógica. Bautista lo sabe porque ha demostrado valer más, en promedio, en las últimas seis temporadas.

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Para ser honestos, es un tipo que vale mucho. —Foto por Peter G. Aiken-USA TODAY Sports

Recientemente a Bryce Harper se le preguntó, cuando se convierta en agente libre en tres temporadas, si podría llegar a ser el primer jugador en firmar un contrato por 400 millones. Harper respondió, "No me vendan por tan poco." Él también lo sabe. Todo jugador lo sabe. Entre más equipos entiendan lo que vale una victoria, más valdrán aquellos jugadores responsables de los triunfos. O, al menos, deberían.

Los Jays tienen un dilema. Pueden ceder ante la exigencia de Bautista y, por lo tanto, establecer un precedente que encuentren para nada deseable. O pueden rechazar a Bautista con la esperanza de que una vez en el mercado de transferencias se dé cuenta que el mundo del beisbol tampoco cree que valga 30 millones por temporada como cuarentón. Pero para ese punto, habrá puentes quemados, e incluso si los precios bajan, la probabilidad de que regrese a Toronto es poca.

Lo que significa que, incluso antes de que el campamento de primavera haya arrancado, Bautista le ha hecho a su equipo lo que generalmente le hace a los pitchers contrarios. Los ha puesto en un lugar incómodo con dos opciones poco viables. Los Jays tienen para escoger entre lanzarle a Bautista o hacerlo caminar a primera. Como en todo juego, solo hay dos extremos, nada en medio, o conectas un strike o una bola. Por lo general, así no es como las negociaciones funcionan —son más un tipo de conversación para determinar lo que es la zona de golpeo, e incluso qué es un strike, y qué te da como resultado definirlo de esa forma—.

Este no es el juego de Bautista. Páguenle lo que sabe que vale, o se va. Es todo. "Esto no es una negociación", dijo Bautista, con la mirada fija. "Les dije lo que quiero. O concuerdan conmigo o…" Su voz dejó de escucharse. No requirió terminar la oración. Recuerden, es un chingón. Lo demás se solucionará por sí mismo.