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Música

​Fui a Concrete en París y esto fue lo que aprendí

En esta nueva serie varios colaboradores nos cuentan sus experiencias en distintos clubes del mundo para hacer un paralelo con la escena local y sus retos.

*En esta nueva serie, varios colaboradores nuestros visitarán los clubes con más presente en el circuito electrónico internacional para entender por qué son lo que son hoy en día, y de paso, traer esa información a Colombia. De esta manera, podremos realizar paralelos que quizá ayuden a entender mejor lo que hacemos y en qué podemos mejorar como escena.

Eran las 7 de la mañana de un domingo soleado en París, la hora que más había esperado de todo el fin de semana: Concrete abría sus puertas para iniciar un día de fiesta a cargo del sello [Trip](Galería fotográfica: la trinidad de трип). Para que entiendan mi emoción debemos devolvernos al 2010, año en el que medios como el New York Times aseguraban que la vida nocturna de la ciudad luz estaba muerta. Concrete nació un año después buscando fortalecer la escena electrónica de París. Este icónico barco, ubicado en el 69 Port De La Rapée, le devolvió a la ciudad la cultura del rave y logró que París de nuevo estuviera en el primer plano del circuito europeo, trayendo semana tras semana a reconocidos nombres del techno y el house, como Marcel Dettmann, Motor City Drum Ensemble, Hunee, etc.

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Mi noche del sábado se había alargado hasta el domingo y decidí coger un Uber con mis amigos para dirigirnos hacia Concrete. Llegamos justo al frente del Sena, donde en las calles las personas ya comenzaban su día, con sus pintas deportivas y sus mascotas a un lado. Nosotros, vestidos de negro y con cara de fiesta, no cuadrábamos en las calles parisinas a esa hora, y eso lo confirmaban las miradas de los peatones dominicales.

Bajamos las escaleras del puente hasta llegar al muelle y ahí empecé a ver otros compañeros 'vampiros' que ya hacían fila para entrar al barco; comencé a sentir que por fin encajaba en el ambiente. La gente en general era bastante joven, alrededor 23 años, y se veía un estilo 'alternativo europeo' (underground y minimalista pero a la vez estiloso) muy marcado. La mayoría estaban vestidos de negro con tennis Adidas blancos; una gran parte de los hombres (y algunas mujeres) tenían gorros o cachuchas para atrás y lo que eran tacones, mocasines, camisas o cualquier prenda medianamente elegante, era simplemente inexistente. Hicimos la fila que se movía lento y al principio no entendía por qué. Durante la media hora de espera, mientras la fila iba creciendo, pude ver que había otros que como nosotros venían a rematar, pero lo que más me sorprendió fue ver que había personas que habían madrugado para empezar su domingo de fiesta.

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Imagen vía Facebook.

Cuando llegamos a la entrada entendí cuál era la causa de la demora: la requisa. Nunca había visto tanta seguridad para entrar a un sitio a bailar; revisaban carteras, bolsillos (incluso esos diminutos en los que sólo caben monedas), cajas de cigarrillos, billeteras… en fin, todos los lugares en donde una persona pudiera esconder drogas. Aparte de este tema, no molestaron mucho más. No estamos hablando de un sitio como Berghain, donde cientos de personas son rechazadas todos los fines de semanas por razones desconocidas. La entrada a Concrete es mucho más tranquila e incluyente, ni la pinta ni el lugar de origen son factores decisivos para el filtro.

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Nunca había visto tanta seguridad para entrar a un sitio a bailar; revisaban carteras, bolsillos, cajas de cigarrillos, billeteras… en fin, todos los lugares en donde una persona pudiera esconder drogas.

Fuimos premiados por haber llegado temprano, sólo pagamos 10 Euros y no los 20 que hay que pagar después de las 10 a.m. Una vez culminó este largo proceso, por fin entramos a Concrete. Hay que aclarar que el barco es estático, pero esto no le quita la emoción de estar de fiesta dentro de uno. El sitio se divide en dos ambientes: en la cubierta se encuentra la parte chill, donde hay un woodfloor con un DJ booth rodeado de dos bares, un par de mesas y lugares para sentarse. En la cabina, el cuarto principal del barco, es donde la verdadera fiesta pasa, donde se pueden encontrar también los baños, un bar y el booth al final de la pista.

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La mañana transcurría y la cubierta se iba llenando poco a poco por parisinos que iniciaban su domingo bailando electrónica bajo el sol matutino. Las personas que se encontraban ahí era porque realmente lo habían planeado y en parche: nunca había visto tantos grupos de amigos en una fiesta y menos de electrónica, no había casi gente bailando sola por ahí, sino que todo el mundo pertenecía a un clan.

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Las horas de la mañana fueron pasando entre risas y tragos de alrededor 14 Euros (un precio muy razonable para París), intercambiando historias con las personas sentadas al lado y bailando en el woodfloor torpemente junto al resto de gente que llevaba, al igual que yo, más de 24 horas sin dormir. La energía del público era cada vez mayor y se sentía que la fiesta estaba tan solo empezando. No me di cuenta en que momento pero ya no le cabía una persona más a ese barco.

Había algo que me hacía sentir realmente especial y era darme cuenta que estaba de fiesta en la cubierta de un barco que se encontraba en pleno Sena, donde podía apreciar la vista de París mientras Exos y Deniro se tomaban el booth. Todos éramos observados con curiosidad por los barcos de turistas que pasaban junto a Concrete y por los caminantes del puente que paraban a saludar y a tomarnos fotos como si hiciéramos parte de un espectáculo. Era simplemente surreal. Fue ahí donde entendí la magia de la Concrete.

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Ya eran las 4 de la tarde y yo no podía creer que siguiera de pie bailando, pero sabía que no me quería ir, que quería seguir de fiesta. Decidí bajar a la cabina del barco, donde Nina Kraviz iniciaba su set. Es un cambio total de ambiente, donde el aire de la ciudad pasa a ser reemplazado por el calor de las masas bailando al interior y donde la vista de París dejó de rodearme para solo poder ser vista a través de las ventanas del barco.

Normalmente, en un club encontramos el dancefloor, el DJ por encima del público y detrás de él un backstage con unos pocos privilegiados. Me sorprendió ver que Concrete había, de cierta forma, democratizado la fiesta: no hay un vip, no hay un stage, el DJ está al nivel del público y la gente puede bailar no solo enfrente sino también a los lados del booth, lo que hace que se tenga un efecto más íntimo, como el de un Boiler Room, por ejemplo.

Me empecé a mezclar entre la multitud mientras la noche se tomaba la ciudad y la fiesta iba tomando forma de rave. Los parches que había visto en la cubierta cada vez se iban dispersando más y cada persona iba metiéndose en su propio video. El pavoneo se había acabado y ya a nadie le importaba quién estaba a su lado, la gente solamente se concentraba en bailar. Cuando llegó el turno de Nikita Zabelin, el sol cayó por completo, la fiesta estalló y el calor se apoderó del barco. Decidí ir al baño, ingenuamente pensando que podría escapar del calor, pero las filas eran extremadamente largas, no dejaban entrar líquidos (la fuerte política anti drogas llegaba hasta este punto) y el calor era casi el mismo. Las luces parisinas eran escasamente visibles a través de las ventanas empañadas.

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Bjarki inició su set a las 9 y para ese momento la fiesta estaba salida de control. La gente (incluyéndome) se dejó llevar y las convenciones sociales simplemente desaparecieron. El calor era tan denso que los hombres y algunas mujeres estaban sin camiseta, y las demostraciones de amor afloraban; era como si todos estuviéramos despidiéndonos del domingo de una manera muy física. De vez en cuando subía a la cubierta a tomar aire y en esos breves momentos de lucidez, cuando la ciudad se volvía a imponer ante mí, le daba gracias a mi cuerpo por haber resistido hasta el fin y poder rematar con el b2b de Nina Kraviz y Exos. Mi fin de semana terminó el lunes a las 2 de la mañana, después de haber pasado casi un día entero dentro de este barco. Gracias a estas 20 horas de fiesta pude entender el apogeo de este lugar y por qué la escena electrónica reciente de París no puede ser concebida sin hablar de Concrete.

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