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Música

El Tinder de la música: Drake tuvo un billón de escuchas y puede que eso no importe

¿Cuál es la relevancia real de los lanzamientos exclusivos para las plataformas de streaming?
Imagen principal: Frank Gunn/Canadian Press

En 2016, no hubo artista que vendiera más que Drake. Cuando salió su esperado disco Views en abril, vendió en sus primeras 24 horas 632,000 copias digitales del álbum a través de iTunes. Cinco días después logró llegar al millón de ventas en la misma plataforma, así como 250 millones de plays en Apple Music y llegó a convertirse en el primer lanzamiento en superar el billón de streams en dicho servicio. No había otra manera de escuchar Views si no era a través de la plataforma de Apple (o por medios ilegales) ya que este disco fue una exclusiva durante varios meses. Esto fue producto del trato que Drake firmó en 2015 con Apple por 19 millones de dólares para tener material en exclusiva del rapero canadiense.

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Rápidamente las exclusivas en servicios de streaming se han convertido en la mejor manera de asegurar que un disco se vuelva un suceso cultural a nivel mundial. En 2016, algunos de los lanzamientos exclusivos en Apple Music o Tidal fueron Lemonade de Beyoncé, Blonde de Frank Ocean, Life Of Pablo de Kanye West y Coloring Book de Chance The Rapper. Todos estos llegaron primero a alguna de las dos plataformas antes de estar disponibles en cualquier otro lugar. Es una de las apuestas más grandes de la industria musical por inaugurar una nueva era, comparable con Netflix que se ha destacado por sus series originales de TV.

O eso pareciera. Después de años de descontento, Frank Ocean entregó a su disquera Def Jam (parte de Universal Music Group) un trabajo llamado Endless, un video álbum en el que se le ve trabajando en un proyecto de carpintería; con Endless, Ocean concluía sus obligaciones estipuladas en su contrato, y así, al otro día, lanzó su esperado álbum Blonde independientemente, de manera exclusiva con Apple. Ante estos hechos, Lucian Grainge, CEO de UMG, ordenó que los tratos exclusivos con las plataformas de streaming terminarían, provocando un quiebre importante entre una de las tres grandes disqueras transnacionales y las plataformas de streaming.

Las exclusivas pueden parecer un poco contradictorias a la naturaleza del streaming; después de todo, el principal atractivo de lanzar un disco a través de internet es que está disponible en todo el mundo a cualquier hora. Al limitar su disponibilidad, los artistas pierden a mucho público pasivo, llamando solamente a sus más asiduos a considerar pagar por un servicio para escuchar música antes que nadie. Adicionalmente, en 2016 las plataformas de streaming se convirtieron en la manera predilecta de escuchar música para el público norteamericano al ser inmediata y de poco esfuerzo. El crítico Jon Pareles inclusive las llama "Tinder de la música".

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Para los servicios de streaming, tener una exclusividad les da un plus al público que quiero algo antes que nadie, mientras que los artistas se benefician con tratos como el de Drake (tal vez no tan millonarios, inclusive Apple han dicho que la suma que le pagaron no llegó a tanto dinero) que durante años después de la llegada y declive de Napster dejaron de percibir y buscaron a través de presentaciones en vivo y venta de mercancía.

Otro beneficio que la industria ha obtenido de manera colateral es desarrollar la carrera de artistas que generan hits pero tal vez no lleguen a ser figuras monumentales. Es el caso del dúo de EDM The Chainsmokers, quienes han tenido mucho éxito sin haber lanzado un sólo álbum. De esta manera, las disqueras pueden tener artistas que generen una ganancia en un punto medio, como digamos, los Thompson Twins o Hootie and the Blowfish lo lograron en sus respectivas décadas; cosa que desapareció al comenzar el nuevo milenio. En el 2000, o eras una mega estrella o una figura indie con poco alcance masivo.

Las exclusivas pretenden convertir a una sola plataforma en la número uno, no sólo la más usada sino la única en la que todos los escuchas lleguen a consumir música; donde se hagan gustos y se consuma todo lo que ofrece la industria. El streaming ha crecido exponencialmente aunque sigue lejos de convertirse en un negocio rentable. El líder actual del mercado, Spotify, reportó un 70 por ciento de crecimiento en ganancias anuales; sin embargo, no ha llegado a acordar nuevos tratos de licencias de música con las tres transnacionales para disponer de sus catálogos, las cuales representan entre 81 y 83 por ciento de sus costos.

Aunque el hecho que una de las tres disqueras más grandes del planeta se haya pronunciado en contra de las exclusivas, este plan está lejos de quedar como asunto del pasado. Apenas hace unos días se anunció que la compañía telefónica estadounidense Sprint ha comprado el 33 por ciento de Tidal, prometiendo contenido exclusivo para sus clientes. Resulta lógico tratar de canalizar esta práctica a los teléfonos móviles, ya que estos se han convertido en la manera en la que la mayoría de las personas escuchan música, reemplazando al iPod. Por otro lado, en México aún está por salir el primer gran álbum de manera exclusiva para alguna plataforma.

¿Y esto qué representa para los escuchas? Hasta el momento, no ha habido un gran éxodo de un servicio a otro por exclusivas. Según un estudio conducido por Music Watch (la cual reúne y analiza datos de consumo de música), los clientes dicen buscar de un servicio de streaming (en este orden): control, calidad, poder utilizarlo en el automóvil, integración de radio AM/FM (!) y exclusivas. Al no poder cambiar su esquema de pagos ni eliminar opciones de suscripciones gratuitas, el reto del streaming es darle más control al escucha al mismo tiempo que ofrecerle algo que nadie más podría sin convertirse en un monopolio o quebrar a la industria.