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Comida

El destino de la libido de la humanidad depende de la salud de las ostras

La vida oceánica alrededor del mundo está luchando para adaptarse a las aguas que son 30 porciento más ácidas de lo que eran en el siglo XIX
Photo via Flickr user Jeffrey Bary

Ah, el progreso. Desde hace dos siglos con la llegada de la Revolución Industrial, el mundo se ha llenado de avances tecnológicos de innovación increíbles, como por ejemplo: la máquina a vapor, el tren o el bunker banana. Pero ha habido otra cosa, mucho menos deseable que ha llenado a nuestro mundo en los pasados doscientos años: dos trillones de toneladas de dióxido de carbono es el resultado de todos los gases de fósiles que hemos quemado para darle energía a nuestros esfuerzos herculeanos. Un cuarto de ese gas ha sido absorbido por los océanos de la Tierra y la resultante acidificación del agua salada está amenazando a uno de los afrodisíacos más importantes de la humanidad: las ostras.

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La vida oceánica alrededor del mundo está luchando para adaptarse a las aguas que son 30 por ciento más ácidas de lo que eran en el siglo XIX, pero las especies que están en mayor riesgo son los mariscos como las ostras, almejas y mejillones. Estos sabrosos invertebrados forman sus conchas con carbonato de calcio, un mineral que abunda en los océanos y de los cuales los iones no están disponibles. Los mariscos bebés se quedan pequeños y vulnerables porque no logran construir sus conchas, causando su muerte de forma masiva.

Es un problema con el que Bill Dewey de las granjas de mariscos Taylor en el estado de Washington, está muy familiarizado. La granja familiar es la más grande del país y ha criado almejas, mejillones y ostras desde 1890. Pero alrededor de 2006, Dewey dijo, las larvas de ostras de la granja, las que para sobrevivir y crecer deben empezar a formar su concha dentro de los primeros dos días, empezaron a morir en una forma que al principio parecía inexplicable.

"Fue entonces cuando las cosas empezaron a cambiar," dijo. "Y no estábamos seguros del por qué. Al principio pensamos que era un problema relacionado con las bacterias y tomamos los pasos necesarios para enfrentar eso. No funcionó."

Al año siguiente Dewey dijo, los problemas de producción sólo empeoraron, la temporada de 2008-2009 fue catastrófica, un 75 por ciento de las larvas de la granja, que crecen en tanques con temperatura controlada y se alimentan de algas cultivadas, se murieron antes de que formaran sus conchas. Y este problema no se limitó a las granjas de Taylor: por todas la costa del Pacífico Noroeste, en donde el cultivo de mariscos es tradicional y una parte vital de la economía local, porque provee más de 3000 trabajos y crea más de $3 millones en ganancias anuales. Las larvas de los mariscos estaban empezando a morir de forma abismal. Una granja de Washington Goose Point Oysters gastó $1 millón para mover sus operaciones a Hilo, Hawaii temiendo un colapso total del negocio, si las condiciones de cultivo en la costa oeste continuaban en declive.

La peor parte de la crisis, dijo Dewey fue la falta de una explicación clara acerca de la muerte de las ostras. La duda no se aclaró hasta que la Administración Nacional de Océano y Atmósfera, un brazo del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, fue al noroeste para averiguar qué era lo que mataba a las ostras. Usaron $500.000 del dinero federal, ANOA visitó las granjas de mariscos incluyendo Taylor e instaló un equipo sofisticado de monitoreo del agua. Allí fue cuando salió a la luz el culpable, era la acidificación de los océanos como resultado de las emisiones de carbono.