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charlas ociosas

Facebook, literatura, deporte y Chompos: una entrevista con Carolina Sanín

Entrevistamos a la escritora a propósito de su nuevo libro... Y algunas cosas más.

Tal vez hace cinco años hubiera sido pertinente hacerle una aclaración a los lectores sobre la identidad de Carolina Sanín. Reconocida, sí, pero en círculos: de lectores de su columna en El Espectador o en Arcadia, de estudiantes de literatura que afirman su excelencia docente, de interesados en sus libros, que van del terror –– Los niños–– al humor –– Yosoyu––. Hoy no es necesario. Lo curioso con Carolina, con esa Carolina que hoy es nacionalmente conocida, es que mucha de su fama viene de Facebook, o al menos gira alrededor de esa red social.

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Sus posts salieron citados en revistas y periódicos, luego de que tuviera una confrontación larga con el extinto grupo Chompos y cursos ásperos reloaded ––que habitaba en Facebook–– y cuyos memes, algunos, eran hechos por estudiantes de la Universidad de los Andes. Por Facebook nos enteramos de que la universidad decidió retirarla de su cargo como profesora de planta. Ahí también nos enteramos de su tutela en contra de la institución. Ahí también de que el juez le dio la razón. Y de que, luego de la orden de reintegrarla, decidió renunciar.

Carolina lanzó un libro,  Alto rendimiento, que se trata de un compilado de los reportes falsos que hizo en Río de Janeiro, Brasil, donde habría cubierto los Juegos. Y más: participó en una competencia de clavados; su perra, Dalia, se volvió la mascota oficial; anduvo en reuniones con atletas muertos; se le dio ir a dormir a las caballerizas; escribió un conmovedor relato del oro de Caterine Ibargüen.

Los reportes, sí, aparecieron primero en Facebook y después se convirtieron en libro, quebrando de paso ese olvido al que están destinadas las cosas que uno escribe ahí : está ilustrado por Manuel Kalmanovitz y contiene una entrevista adicional con una reportera brasileña (cuyas iniciales son SC).

Para esta entrevista, como todas las que concede, pidió las preguntas por escrito y, también, que las respuestas suyas se reprodujeran textualmente.

Eso es lo que aquí tienen.

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Yo creo que tu personalidad pública se conoce en gran medida gracias a tu cuenta y tus estatus, que a veces son polémicos. ¿Cómo sientes que una buena parte de la sociedad te conozca exclusivamente por eso?

Mis publicaciones de Facebook son la expresión de un personaje, o, tal vez, de varios personajes. Eso no significa que lo que diga allí sea mentira, ni que no lo piense, sino que lo pienso con ciertas partes de mí, en ciertos momentos. La suma de mis publicaciones de Facebook no equivale a la totalidad de lo que hago ni de lo que soy; de hecho, equivale a una porción más o menos pequeña y superficial.

El miércoles pusiste un post que decía que tu actividad en Facebook había disminuído. Tal vez, decías, era un efecto colateral de no dictar clase. ¿Ya no te veremos más por ahí?

Desde que me despidieron de Los Andes por textos que había publicado en mi muro  siento desánimo y desconfianza en Facebook. Me di cuenta de que el muro es también un paredón. Por otra parte, la comunidad real del salón de clase y la comunidad virtual generaban una dinámica juntas, y esa dinámica se perdió. A lo mejor recupero el ánimo y la confianza y la comunidad. Por ahora, estoy aburrida.

¿Tú crees que has construido en Facebook un personaje más popular que el que escribe libros o da clases? ¿Cómo es ese personaje?

Evidente y predeciblemente, es más la gente que entra en Facebook y lee una ocurrencia de unas pocas líneas que la que compra un libro y lo lee, o la que se matricula en un pregrado en la universidad para asistir a una clase. El personaje de Facebook es epigramático, o a veces aforístico, por el medio en el que se expresa.

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¿Por qué te surgió la idea de que tus estatus ––los de los reportes de los Olímpicos de Río–– se convirtieran en un libro?

Escribí y publiqué los reportes de los Juegos Olímpicos durante un par de semanas, todos los días, mientras los Juegos transcurrían. Me gustó hacerlo así, pero la ventaja de Facebook, que es la inmediatez, trae aparejada una desventaja —o así me lo pareció—, que es la fugacidad. Recogí los reportes en un libro para que se conservaran y para que se pudieran leer juntos. También los recogí para que pudieran leerse después de los acontecimientos que los inspiraron, con distancia, de un segundo modo.

Hablemos de deporte, que en últimas de eso se trata. ¿Es el deporte la verdad? ¿Es la representación de lo justo?

Todo lo que hacemos es la representación de nuestra naturaleza y de nuestra verdad. En los deportes desplegamos la forma de nuestro cuerpo y demostramos sus diferentes destrezas; hacemos patente, en el plano físico, qué es un ser humano y, por analogía, mostramos qué es un ser humano en otros planos y qué hace en todas las situaciones de su vida. ¿Cuál es tu deportista favorito? O, si no tienes uno, cuál crees que expresa mejor la forma misma de su oficio.

Mi deportista favorito es Muhammad Ali.

En el libro usas mucho la expresión "alto rendimiento". La expresión también es el título. Dime qué significa para ti.

Es una expresión que solemos oír en referencia al deporte. ¿Qué significará exactamente? Tal vez sugiere que se fuerza el cuerpo y la mente para que hagan todo lo que son capaces de hacer. O que se los hace contener lo máximo que pueden contener. Sugiere intensidad, velocidad, abundancia. Está el sustantivo "rendimiento", que alude a un producto, aunque el deporte no produzca nada distinto de sí mismo. Y está el adjetivo "alto", que no es lo mismo que "gran" pues sugiere no solo una superioridad sino una elevación. Es una expresión extraña.

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¿El patriotismo ––que sale mencionado varias veces con algo de ironía–– es algo malo por sí mismo?

Es tonto el nacionalismo, ese sentimiento por el que alguien considera que haber nacido en un país lo hace mejor y que su deber de fidelidad consiste en no ser crítico con ese país. Además, es necesariamente excluyente, ofensivo y limitante. Otra cosa es el amor a una tierra, a la idea de una casa sin techo compartida: a un suelo y un paisaje. En ese sentido, yo soy patriota (aunque la raíz patriarcal del término no me convenza). En el libro no solo se habla irónicamente del patriotismo, sino también con exaltación sincera.

El libro, en mi opinión, parece escrito por una persona inocente, está escrito con un lenguaje específico, de alguien que ve algo por primera vez y lo narra con curiosidad, ¿quién es esa narradora?

Es un personaje en parte inocente, en parte burlón, en parte malévolo, en parte sobrecogido, en parte astuto, en parte confundido, en parte torpe, en parte desilusionado, en parte tierno, en parte esperanzado, en parte Sancho Panza.

Dalia, tu perra, aparece en las crónicas como la nueva mascota oficial de los Olímpicos de Río. Tengo entendido que también es la protagonista de un libro para niños. Hablas con mucho cariño de ella. ¿Cuándo en tu vida arrancó ese amor por los animales, esa causa que defiendes de no hacerles daño?

Dalia es mi mejor amiga y aparece en varios textos que he escrito. A través de nuestra amistad se despertó mi consciencia con respecto a los derechos de los animales y mi convicción antiespecista.

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Un aparte de Alto rendimiento dice que un día te llevaron a la "Recámara del Futuro", en donde el Comité Olímpico Internacional aceptaba que los Juegos Olímpicos habían tenido una política sexual conservadora. ¿Cómo podría, en el deporte, eliminarse esa política?

Podría eliminarse la restricción que hace que en algunos deportes compitan solamente mujeres, como es el caso de la gimnasia rítmica y del nado sincronizado. Podría haber competencias de relevos mixtos.

En tu lío con Chompos mencionabas la falta de buen humor que hay en Colombia. En el libro el humor es transversal, el libro hace reír. ¿Qué es el buen humor para ti? ¿En qué consiste?

Consiste en observar un objeto con intensidad y atención, y en tratarlo con piedad y desapego.

Decías hace poco que la tutela que ganaste en contra de la Universidad de los Andes era un mensaje sobre los derechos. Sobre tener derechos. Creo que eso iba para tus colegas. A los estudiantes de Chompos, ¿qué mensaje podrías mandarles?

Que sean más exigentes consigo mismos y con su inteligencia, y obtendrán placeres mucho mayores que el del odio.

¿Qué vas a hacer ahora que no trabajas en los Andes?
No trabajar en Los Andes, para empezar.

(Risas. Solo mías).