Pan duro con jamón y ron: el turismo en el tiempo de Cuba
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Pan duro con jamón y ron: el turismo en el tiempo de Cuba

"Cuba es para viajar, no para vivir", dijo. "Tenemos una ración de cinco huevos al mes, una pieza de pan por día, y una pierna de pollo cada 45 días".
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"¡Maaaaaammmey!" El canto del vendedor de mamey fue la banda sonora de mis primeros momentos en Cuba. La carne naranja quemada del mamey, que tiene una consistencia que es un cruce entre la del aguacate y el camote, se come mejor mientras caminas por las calles de La Habana.

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Mi primera mañana en Cuba, comí pan duro y jamón con gente local en la esquina cerca de la casa de mi familia. La joven que me sirvió el desayuno tenía uñas de color rosa fuerte, y se disculpó por el pan duro al ofrecerme un trago de ron. Una mesera en el restaurante se sentó en una mesa cercana fumando un cigarrillo y bebiendo ron.

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Al pasear por el Malecón una noche, me encontré con Noel, de 27 años, campeón de boxeo de peso welter. Estaba sentado allí con toda su familia. Caminé por ahí y admiré su cabello, y luego pensé en decirle que me gustaba su cabello, y luego regresé a hacerlo. Me presentó a toda su familia, me ofreció ron, y luego me pidió que esperara mientras corría a casa por sus fotos de boxeo. Me mostró una foto de él en la nieve en Rusia, de él en Alemania, de él en su gimnasio de entrenamiento. Su primo Alberto me compró cacahuetes. La luna estaba llena y tan pesada y cerca de la Tierra como nunca la había visto.

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El taxi iluminado en el interior tocando la canción de reggaeton

Hasta que se seque el Malecón

que se tocaba todo el tiempo en cada hogar y auto en Cuba.

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La ropa frente al departamento de Noel y su familia. La luz en La Habana es incomparable.

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Los carniceros posan con su carne.

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Esta abuela, con un ojo café y el otro azul, estaba sentada en un banco en la Habana Vieja con su corona de hibisco. Cuando se inclinó para recoger un enorme puro, le tomé una foto. Luego me tendió su mano. Busqué en mi bolso y le di un peso cubano convertible (CUC) en la mano, el equivalente a $1.45 dólares. No había visto mendigos en La Habana, y nadie me había pedido dinero (aunque las mujeres me habían pedido maquillaje y los niños me habían pedido chicle). Me miró bruscamente y dijo: "Quiero euros". Y luego, para aclarar su punto, sacó una moneda de 2 euros de su bolsillo.

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Los primeros aperitivos que encontré en la calle fueron estos chiviricos, masa frita cubierta de azúcar. En general, fue difícil encontrar comida callejera o aperitivos y la mayoría de las tiendas de la esquina o bien tenían estantes vacíos o estantes apilados con salsa de tomate y agua embotellada. Por lo general, la mujer en la caja registradora me preguntaba si tenía lápiz labial, rimel o delineador de ojos que pudiera darle. Una vez una cajera me pidió mis zapatos.

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Caminando por una calle concurrida en La Habana, me asomé a una ventana abierta y fui recibida por una casi rubia tiñéndose el cabello en casa. Me encanta la forma en la que pudimos interactuar en el espacio doméstico y en el público y el hecho de que quería que le tomara una foto, pero no posó ni cambió su expresión en absoluto.

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En un país donde siempre falta algo (agua, pan, mantequilla) la gente disfruta del exceso donde pueden. Este exceso también incluye un afecto intenso por el azúcar que a veces vierten en tazas de café hasta que llega a la mitad. "Incluso hace unos años era difícil conseguir esmalte de uñas aquí", dijo esta mujer mientras me mostraba el arte de sus uñas.

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Me senté en la parte trasera de los taxis vintage con ramos de flores cubiertos de brillo, con puros, con cerveza, con amigos hechos y perdidos en el espacio de unos pocos minutos, con el corazón en la mano, con un puro en la mano, con brillo en mi cara mientras apoyaba la mejilla en las flores.

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Un vendedor ambulante de aperitivos entregando sus mercancías.

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Noel, el boxeador, me invitó a su gimnasio de boxeo, el Gimnasio de Boxeo Rafael Trejo, donde lo vi saltar la cuerda y entrenar con otros boxeadores como se ve en esta foto. "Puedo viajar a Rusia y a Alemania para combates de boxeo, pero no tengo un Lamborghini ni zapatos agradables ni un gran reloj", dijo cuando habla de los pros y contras de ser un atleta en Cuba. Grandes vallas publicitarias de la Habana dicen "Deportes para todos, la revolución triunfa". Cada niño en Cuba puede estudiar un deporte en la escuela, y conocí a muchos boxeadores jóvenes, esgrimistas y cinturones negros de karate.

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Me encontré con este dúo, que llamé Superman y el fumador, después de que se bajaron de una motocicleta con un sidecar, un medio de transporte muy común en Cuba. "¿Nos puedes enviar la foto?", me preguntaron. "¿Tienen Facebook?", quería saber. "¿Qué es Facebook?", preguntaron.

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La juventud revolucionaria se bañaba con luz electrónica en Cienfuegos, Cuba. El gobierno de Raúl Castro ha vuelto el uso "social y público" de Internet una prioridad, y ha instalado puntos de acceso Wi-Fi en los parques y esquinas de alto tráfico en varias ciudades cubanas. Jóvenes empresarios se sientan con computadoras en el parque y le venden Internet por minuto a los que pasan. Por la noche, el parque en Cienfuegos es iluminado por los diminutos puntos de luz brillante creados por los celulares.

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Los cubanos celebran el Año Nuevo con un asado de cerdo, y los ven vivos y muertos (A menudo los crían en el patio trasero de la casa). Vi a este cerdo caminar por la calle y luego lo oí gritar, mientras lo desangraban. Los cerdos luchan mucho y fue difícil ver esto, pero me sentí mejor de comer un cerdo cuya vida conocía y de cuya muerte había sido testiga en lugar de comer carne producida comercialmente en los EE.UU.

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Otra familia en la misma calle en el proceso de lavado y afeitado de otro cerdo para su fiesta de Año Nuevo.

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"Me gustaría viajar a los confines de la tierra contigo", gritó desde la esquina. Me detuve y le pregunté: "¿Por qué te tatuaste labios en el cuello?" Y señaló su cuello y dijo: "¡Dame un beso!" El coqueteo cubano es una embriagadora mezcla de novela romántica y gestos cómicos, y yo no supe que hacer más que reír y pedirle una foto. Su nombre era Jean Claudet, y estaba parado en la esquina con dos amigos, José Luis y Ronan. Me preguntaron si les podía imprimir una copia de la foto. Cuando les pregunté si podía enviárselas a través de Facebook, Jean Claudet respondió, "Facebook, no hay tiempo para eso. Hay muchas cosas que hacer en la calle".

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Graffiti en La Habana.

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"Cuba es para viajar, no para vivir", dijo. "Tenemos una ración de cinco huevos al mes, una pieza de pan por día, y una pierna de pollo cada 45 días".