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káiser de michoacán

El hijo pródigo volvió a casa: Rafael Márquez es el arma contra 64 años de abstinencia

El 2do. mejor jugador mexicano de la historia, está en su hogar.
Foto: Mexsport

Si Hugo Sánchez es el máximo futbolista en la historia de México y en Pumas se vanaglorían por enaltecerlo, sin temor a equivocarnos, Rafael Márquez está apenas un escalón abajo del 'Pentapichichi', por lo que su amado Atlas, hoy puede presumir que su 'Kaiser' volvió a casa.

Hace muchos años, cuando estaba en lo más alto de su carrera y brillaba con el FC Barcelona, 'Rafita' había avisado que cuando fuera el instante de poner final a su brillante trayectoria como jugador, se iría enfundado con la casaca rojinegro. Hoy, en medio de la nostalgia, Márquez firma con el Atlas.

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El michoacano es junto a Juan Pablo Rodríguez, sobreviviente de la última final que Atlas disputó, aquella inolvidable serie contra Toluca en el Verano de 1999 que los Diablos ganaron desde los once pasos. El 'Kaiser' estuvo en aquella ocasión, a punto de romper 48 años de sequía por parte de los Rojinegros sin alzar un campeonato.

Tras aquella final, era inevitable que el mexicano partiera a Europa. La era Márquez estaba por comenzar, casi 10 años después que acabó la etapa de Hugo Sánchez en el Real Madrid. Rafa estaba destinado a ser el representante de México en una época en la que el jugador azteca prácticamente no cruzaba el charco para ir a otras latitudes.

En México nos sorprendíamos por la cantidad de dólares que el Mónaco había pagado para llevarse al 'Kaiser'. En contraste con la era de luz del zagueron en el Principado, comenzaba la etapa de oscuridad en Guadalajara. Mientras Rafael Márquez peleaba por campeonatos en un equipo que logró levantar el título en la Ligue 1 y avanzar a Champions League, el Atlas arrancaba una dura batalla por no descender.

Los Rojinegros encontraron a grandes futbolistas, varios extranjeros y uno que otro canterano de gran nivel, pero nunca a alguien de la calidad de Rafael Márquez para liderar esa defensa.

El '4' jugó su primer mundial, y cuando vivía en un mar de rumores, apareció el Barcelona para quitárselo al Mónaco y llevarlo a vivir su segunda etapa de oro al frente del holandés Frank Rijkaard y acompañar a futbolistas de la talla de Samuel Eto'o, Deco y por supuesto, Ronaldinho. Entre esa camada, encontró su primera Champions League, jugó su segundo Mundial y marcó su primer gol ahí. Vivió el nacimiento y pronta consolidación de un tal Lionel Messi y de un personaje llamado Josep Guardiola. Volvió a ganar una Champions y volvió a jugar su tercer Mundial.

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Tras Sudáfrica, cuando aún se encontraba en buena edad pero luego de ser constante presa de las lesiones, comenzó su declive. Era el instante de agarrar un gran contrato en la MLS, y después de un corto tiempo, pegar un salto de vuelta rumbo al Atlas.

Mientras, la Furia seguía en las mismas. Con directivos mediocres, sumidos en problemas económicos, jugando con un estilo apagado y viviendo a la sombra de su eterno rival, Chivas. No parecía ser un buen momento para jugar en los Rojinegros, pero en ese inter, la voz de Márquez volvió a aparecer: "Me quiero retirar en el Atlas".

Rafa no vivió una buena etapa en el New York Red Bull. Las lesiones y baja de juego hacía presagiar el principio del final en su carrera. Y ahí, en el momento de abandonar la MLS, surgió el instante, llegó el momento. Volver para retirarse.

Pero, a Márquez lo despreciaron desde Colomos. Lo evidenciaron y lo cruzaron con frases que lo único que lograron fue alejarlo de su casa. Dolido, aceptó volver a México con el León donde demostró que futbol tenía, y de sobra. Liderazgo, jamás le faltó, y las ganas de ser campeón, nunca se le acabaron. Lo hizo, lo logró, lo consiguió, y le alcanzó para volver a un intento de triunfar en Europa tras jugar el Mundial de Brasil, el cuarto de su carrera.

Atlas no podía seguir viviendo así. Para finales de 2014, alcanzaba ya 63 años sin ser campeón, sumido en las crisis que ya avisamos. Era el momento de dar un golpe serio de timón, un cambio contrastante para su fiel y necesitada afición. Era el instante de buscar un nuevo camino de la mano de un dueño que le diera la seriedad, y el dinero, para afrontar retos que fueran más allá de pelear el descenso.

A los Rojinegros los compró TV Azteca mientras Rafa batallaba en el Hellas Verona. Mientras más avanzaban los días, los meses y los cumpleaños de uno y del otro, más se refrendaba la promesa de volverse a encontrar.

Foto: En el área chica

Y como todo tiene fecha de caducidad en esta vida, el momento se dio. Rafael Márquez emprenderá por segunda vez el viaje a casa, solo que en esta ocasión, lo hará al seno de su hogar, a la tierra que lo vio nacer y ser lo que es. En una relación de ganar-ganar, el defensa quiere acabar sus días con sus amados colores tatuados a su pecho, con una despedida digna y con la valentía de enseñar cuánto futbol tiene aún en esos maltrechos músculos; Atlas, encontrar la luz que un tipo como Rafa da, impregnarse de su mística ganadora, subirse a la cúspide de su liderazgo, tenerlo como maestro en el aula del juego.

Si la relación fructifica, el escaparate ideal será ver a Rafael Márquez retirarse con el título de campeón agarrado con las dos manos, como se debe, mientras lleva puesta la playera del Atlas. Nada sería más grande para acabar esa brillante carrera.