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El culto

El Culto: Andrey Arshavin

Hoy en día, las grandes actuaciones de Arshavin se mencionan en la misma conversación de los últimos partidos flojos con el Arsenal, un triste contraste que añade a su perfil de genio incomprendido y no realizado.
Illustration by Dan Evans

El miembro de esta semana en "El Culto" es un futbolista con un plano de pensamiento diferente al de sus compañeros, pero perdió la habilidad para expresar su genialidad. Puedes leer las demás entregas aquí.

Grado de Culto: Erudito del campo

"Mi paso por Londres fue algo bueno en mi carrera. Hubo momentos buenos y no tan buenos". Aunque en un principio nos da la impresión de ser una declaración pacífica, entre más la analizamos podemos darnos cuenta de la luz que arroja sobre la profundidad de la mente de Andrey Arshavin. Para muchos futbolistas, jugar cuatro años en el Arsenal –144 partidos y 31 goles– representaría un logro mayor en sus carreras, repleto de amenos recuerdos, y la fuente de satisfacción personal y orgullo profesional. Para Arshavin, su paso por este club fue algo bueno pero tampoco algo que le emocionara demasiado. Le agradaba vivir en Londres, seguro, pero el futbol en esta parte del mundo resultó un poco inconveniente al final, así que decidió empacar sus cosas y regresar a casa.

Incluso en sus mejor forma, algo nos decía que Arshavin no estaba en la misma frecuencia que sus compañeros futbolistas. Estaba en otro plano de pensamiento –no necesariamente mayor, sino de otro mundo, lejano–. Mientras el resto se divertía en las mesas VIP de bares prestigiosos de Londres o viajando los fines de semana a Dubai, Arshavin pasa el tiempo frente a su computadora participando en extrañas rondas de preguntas y respuestas en su página web oficial que ha dejado de existir. Es probable que le pagara a alguien para transcribir las respuestas, pero lo rescatable es que invertía tiempo para responder preguntas sobre el colapso de la Unión Soviética, su miedo a los dentistas, su desprecio por el futbol femenil, y su cariño por los osos.

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Era evidente que Arshavin poseía habilidades cerebrales y intelectuales, lo cual tampoco es de extrañarse. De niño solía jugar damas inglesas y también un poco de ajedrez; en una entrevista de 2009 para The Telegraph, Arshavin atribuyó su pensamiento lógico al ajedrez. También podemos asumir que sus habilidades críticas de pensamiento se vieron temporalmente suspendidas cuando supuestamente declaró que a las mujeres no se les debería permitir manejar, entre otros comentarios. "En mi opinión, las mujeres y los hombres son dos criaturas completamente diferentes".

Para cuando el pequeño ruso llegó a Inglaterra, ya contaba con una licenciatura en moda por la Universidad Estatal de Tecnología y Diseño de San Petersburgo. Incluso tiene un libro publicado en Rusia titulado 555 Questions and Answers on Women, Money, Politics and Football, el cual no nos apetece leer del todo, dados sus comentarios fuera de lugar y generalizaciones. Algunas pistas de su mentalidad sobre el terreno de juego pueden encontrarse en su opinión sobre la educación secundaria, recopilada por The Daily Mail el mismo año de su fichaje por el Arsenal: "Mis amigos y yo decidimos darle una oportunidad al instituto de tecnología y diseño, porque había muchas chicas y estudiar no resultaba tan difícil".

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Aunque Arshavin era un genio con el balón a sus pies, picar piedra nunca fue su fuerte. En un buen día, cuando el resto del equipo estaba en su mejor forma, Arshavin se comportaba como un atacante diletante con elegancia en el primer toque y olfato para el gol. En un mal día, lucía perdido existencial y espiritualmente en el Arsenal, merodeando sobre las bandas mientras el equipo sufría una derrota innecesaria ante Sunderland, Wigan o Blackburn Rovers. En repetidas ocasiones se le veía jugando con una gran desconexión espacial entre él y el resto de la plantilla que empeoraba por su notable falta de movimiento y evidente rechazo para retroceder y atacar sucesivamente.

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Para ser justos con Arshavin, el ruso fue parte de un conjunto claramente limitado. Las falacias defensivas de sus compañeros exacerbaban sus propios errores, y en sus primeras dos temporadas compartió la cancha con jugadores como Denilson, Alex Song, y Nicklas Bendtner, futbolistas que no contaban con la reputación de ser dinámicos. También surgió el debate de su posición, ya que Arsene Wenger insistió ponerlo como carrilero a pesar de su evidente falta de juego. En sus años de gloria con el Zenit de St. Petersburgo, Arshavin jugaba como un segundo delantero o mediocampista ofensivo, pero en el Arsenal lo acomodaron en las bandas, lo cual no le gustó una vez que comenzó a tener problemas con su estado físico y ritmo.

Arshavin comenzó a tener problemas con su peso, al mismo tiempo que perdió motivación y nivel luego de haber sido considerado un jugador revelación en su primera temporada y media en el norte de Londres. Aunque los problemas con su estado físico quizá hayan tenido que ver algo con su edad –tenía casi 28 años cuando se unió al club–, los seguidores se percataron que algo más profundo y problemático ocurría. Las historias y fotografías de los vestidores pintaron a Arshavin como un personaje de comedia que pasaba el rato contando chistes que sus compañeros nunca entendieron o apreciaron del todo.

En este sentido parecía como si hubiera algún tipo de disonancia psicológica con Arshavin. Era el payaso de la clase y al mismo tiempo el solitario; esta serie de estados incómodos comenzó a desgastar gradualmente su nivel de juego. Ya sea que Arshavin haya carecido de la inteligencia emocional necesaria para crear vínculos con sus compañeros –como algunos de sus comentarios sugieren– o tenido problemas para superar las barreras culturales, sociales o lingüísticas en los vestidores, todo señalaba que existía una barrera mental que le impedía mostrar lo mejor de sus habilidades. En 2013, después de regresar al Zenit, Arshavin afirmó que estuvo muy cerca de caer en depresión, luego de pasar sus últimas dos temporadas en la banca del Arsenal, pero que pudo sobreponerse "porque soy fuerte mentalmente".

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Aunque podríamos añadir la salud mental a la lista de temas para los que Arshavin ha dedicado comentarios anticuados, el hecho que el ruso se haya desencantado cada vez más en Inglaterra es una manera de explicar su declive enigmático. Hay muchos que se adhieren a la conclusión de que Arshavin careció de esfuerzo y dedicación, pero la verdad es que nunca podremos explicar qué provocó su mala racha y final caída. Algunos ex compañeros lo recuerdan calurosamente, tal es el caso de Emmanuel Frimpong, quien en una entrevista para Sports.ru en 2014 contó que en una ocasión Wenger le pidió a Arshavin correr más pero el ruso le contestó "Yo no corro".

Cuando Arshavin llegó al Arsenal fue el primer gran fichaje en varios años después de que el club se mudara al Emirates. Su incorporación fue una señal de la poca libertad presupuestal del club y, ya que la deuda del estadio estaba en buenas manos, Arsene Wenger obtuvo los recursos para hacer magia en las ventana de transferencias. Desafortunadamente por alguna razón, la magia se esfumó de Arshavin y dejó el club en 2013 con una versión pálida del futbolistas que había llegado cuatro años antes. Muy similar a Wenger, Arshavin fue un erudito del campo cuyo talento estaba destinado a desvanecerse.

Punto de Entrada: ¡Cuatro!

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No importa qué tan decepcionante resulte el período de Arshavin en el norte de Londres cuando se le ve en general, su impacto en aquella primera temporada y media fue glorioso. Fue fichado después de su magnífica actuación en la Eurocopa de 2008, cuando comandó a la selección de Rusia que capturó la imaginación de todos y llegó hasta las semifinales. Sumado a las filas del Arsenal poco tiempo después de que Roman Pavlyuchenko fichara con el Tottenham, Arshavin tuvo un arranque mucho más rápido en el norte de Londres que su compatriota. Puso el pase de gol para Kolo Touré en la victoria sobre el West Brom, anotó desde un ángulo poco convencional contra el Blackburn, y después de otra anotación contra el Wigan, Arshavin mostró el potencial verdadero su talento en una noche dramática en Anfield.

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Dicho partido es la epítome del Arsenal de aquel entonces, ya que a pesar de los cuatro goles maravillosos de Arshavin el partido terminó en un empate poco probable. Sin embargo, los puntos desperdiciados no restaron la calidad de su partido, y se creyó que podría llevar al club a otro nivel. Arshavin encontró espacios donde no los había, concretó las jugadas espectacularmente, y jugó con un excelente cuadro del Liverpool que se perdería por nada el campeonato. Jugadores de la calidad de Jamie Carragher, Javier Mascherano, y Álvaro Arbeloa no pudieron pararlo.

Este partido fue probablemente el punto máximo de la estancia de Arshavin en la Premier League, lo cual dice mucho de su trayectoria profesional. Mantuvo su nivel aproximadamente dos meses, y a partir de ahí su nivel comenzó a decaer. Hoy en día sus cuatro goles contra el Liverpool se mencionan muchas veces en la misma conversación de los últimos partidos flojos de Arshavin con el Arsenal, un triste contraste que añade a su perfil de genio incomprendido y no realizado. ¿Cuándo fue que Arshavin perdió su habilidad para expresarse y por qué? La respuesta sigue siendo un acertijo al cual le hacen falta muchas piezas.

El Momento: Arsenal vs. Barcelona, febrero 2011

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Una de esas piezas es la intervención de Arshavin en 2011 contra el Barcelona para ganar el partido. Para cuando el Arsenal se enfrentaba a los blaugrana en la primera ronda de los octavos de la Champions League, el nivel de Arshavin empezaba a disminuir. Para haber jugado 52 veces en una temporada, sus estadísticas seguían siendo respetables, y de alguna forma disfrazaban el lenguaje corporal de aburrimiento cada vez más evidente en las gradas. De igual forma, su eufórico gol contra en Barça disfrazó su declive general, luego de que el ruso culminara un magnífico contragolpe.

De la misma forma que el fichaje de Arshavin se consideró un punto crucial en el Arsenal, el gol del ruso se tomó como una señal al derrotar al que en ese entonces era el mejor equipo del continente. En un período de un mes, los Gunners cayeron eliminados de las cuatros competiciones, primero en el Camp Nou, después en la final de la League Cup, en la Premier y en la FA Cup ante el Manchester United. Aunque Arshavin no fue menos culpable que el resto, su nivel de juego fue un síntoma más de las dolencias del equipo.

Palabras Finales:

"Necesito sentirme emocionado para jugar. La emoción me hace querer más. Debo demostrar en cada partido que sigo siendo fuerte". – Andrey Arshavin en entrevista para The Telegraph en 2009. En algún punto, la emoción desapareció.

Texto: @W_F_Magee // Ilustración: @Dan_Draws