Preguntamos a la gente por sus anécdotas más vergonzosas sobre la masturbación

FYI.

This story is over 5 years old.

onanismo

Preguntamos a la gente por sus anécdotas más vergonzosas sobre la masturbación

“No quería escribir ‘zumo de jalapeño en vagina’ por no manchar mi historial de búsquedas”

Cuando desglosas la masturbación en sus elementos básicos —privacidad, algo de inspiración, un poco de trabajo manual y con suerte una limpieza rápida—, obviamente no hay nada de lo que avergonzarse. Pero para los adolescentes que todavía están descubriendo este arte, cada intento genera una posibilidad de hacer el más absoluto ridículo o incluso de acabar haciéndose daño.

Por el bien de la comunidad, VICE pidió a varios onanistas declarados que compartieran sus anécdotas sobre masturbación más embarazosas. Porque, te consideres o no un experto en darle al manubrio, tocar la zambomba o el eufemismo que prefieras, probablemente en tus inicios tú tampoco fueras un profesional de la masturbación.

Publicidad

Johnny, 24

Iba conduciendo desde Calgary a Edmonton; la noche anterior habíamos montado un fiestón, y tenía una resaca bestial. Iba con la ventana bajada, la música a toda pastilla y hacía todo lo posible por mantenerme despierto, pero estaba tan cansado que corría el riesgo de quedarme dormido y estamparme con el coche.

Pensé, ¿Qué puedo hacer para mantenerme despierto? Y entonces tuve una idea. Se me ocurrió que haciéndome una paja me despejaría un poco. Me propuse hacerlo bien y lentamente, que me llevara tanto tiempo como fuera necesario. Empecé, e iba bien porque durante un buen rato conseguí que ninguno de los conductores que pasaban por la lado se dieran cuenta. Pero en un momento dado perdí el control de la situación (le estaba dando fuerte) y se me puso al lado un camión, demasiado cerca, así que aceleré para adelantarlo y que no me viera.

camión

Foto de Rennet Stowe vía Flickr

Él también aceleró, manteniendo el ritmo, y al final me vio, porque lo siguiente que supe fue que empezó a dar bocinazos. Después de eso, me lo guardé [el pene] en su sitio y me entró la risa. Pero no había acabado, así que cuando el camión desapareció, me lo saqué otra vez e intenté proseguir, pero no pude acabar. Y eso fue lo peor de todo: tenía los huevos a punto de estallar. Lo bueno fue que conseguí llegar vivo a Edmonton, así que tampoco fue tan grave [ Risas].

Kendra, 28

Mi amiga y yo, cuando teníamos quizá 13 o 14 años, solíamos preparar fiestas para masturbarnos. No con un montón de gente ni nada; solo éramos nosotras y nos contábamos la una a la otra fantasías elaboradas y exageradas, y después, bueno, hacíamos lo nuestro. Nos gustaba mucho el teatro, así que una de nuestras fantasías favoritas era una en la que el Fantasma de la ópera bajaba desde las almenas del castillo y nos proponía sexo (¡del modo más dulce posible!). Y después, por supuesto, se arrancaba la máscara y tenía la cara del chico que nos gustara en ese momento.

Bueno, pues una vez estábamos en una de nuestras "fiestas" después de ver Orgullo y prejuicio, y estábamos completamente locas por Mr. Darcy. ¿Cómo no estarlo? Y así, en la habitación de mi amiga, nos empezamos a tocar. Debería decir también que sus padres son muy religiosos, algo exagerado. Ese día su madre volvió pronto del trabajo, y de repente estaba justo en la puerta, a punto de entrar. En cuanto llegó saltamos de la cama, pero era obvio lo que habíamos estado haciendo porque las dos estábamos sudando. No nos habíamos quitado la ropa, gracias a Dios, pero bueno. Sabíamos que lo sabía, pero obviamente no era algo de lo que quisiéramos hablar, porque su familia ve el sexo con muy malos ojos.

Publicidad

Ese incidente no nos impidió continuar nuestras fiestas. Quiero decir, me he estado masturbando desde que era pequña. Solía follarme los muebles y todo. Es algo que simplemente he necesitado siempre.

Dom, 25

Cuando tenía 10 o 11 años, mi hermano mayor se trajo un montón de amigos a dormir a casa. Supongo que a esa edad la gente comienza a hablar sobre temas de sexo, hace bromas sexuales y cosas así, así que me escondí en las esquinas de la habitación cuando les oí hablando sobre masturbarse. Uno de ellos dijo algo así como, "Ah, ¿te masturbarás después?", e hizo el gesto de masturbarse, con el puño cerrado delante de la entrepierna. No sabía cómo masturbarme, así que vi el gesto y pensé, ¡Vaya, es así cómo se hace!

Esa noche me fui a la cama; no se me ponía dura porque tenía 10 años y a esa edad no se te empalma mucho, pero aun así cerré el puño y empecé a darme golpes en el pene flácido con el puño cerrado. La masturbación me pareció algo muy doloroso, así que pasé de masturbarme durante dos años. Pensé, Esto no es para mí.

Pimiento Picante Jalapeño

Foto de Marc Roberts vía Flickr

Margaret, 24

Era un domingo lluvioso y estaba preparando chili. El chili me gusta sabroso y picante, así que corté todas las verduras e ingredientes, muchos jalapeños, y lo metí todo en una olla. Me lavé las manos bien (o eso pensaba yo) y me senté a ver Pasarela a la fama un rato mientras el chili se hacía. En una pausa del programa pensé, Estoy un poco aburrida, medio dormida y en chándal, ¿y si me toco? Después de un par de minutos, empecé a subir el ritmo. Estaba a punto de entrar dentro y me di cuenta de que me había comenzado a escocer la vagina. Me quedé como, Hmm, ¿qué debe ser? Lo ignoré un rato, pero después me empezó a doler MUCHO, como si tuviera fuego ahí abajo. De repente me preocupé. Después me di cuenta de que probablemente tendría algo de jugo de los jalapeño en los dedos, así que lógicamente busqué un remedio en Google. Escribí algo parecido a "cómo parar picor jugo jalapeño piel".

No quería poner "jugo de jalapeño en vagina" porque me mancharía el historial de búsquedas. De todos modos, Wikihow sugería echar un poco de leche fría en la "zona afectada", así que llené un tazón de leche desnatada, me senté en el baño, me recosté y me la empapé. Fue una experiencia extraña, pero me alivió el sufrimiento. Y después de eso me duché y me comí un buen plato de chili, que estaba delicioso.

Publicidad

Anouk, 30

Solía hacer de canguro para una familia rica que vivía en una mansión en la que el baño tenía una alfombra gruesa muy chula sobre la que me gustaba tumbarme y masturbarme después de que los niños se hubieran dormido. Dejaba la puerta entreabierta para poder oírlos si me llamaban. Pero una vez, el perro (que se llamaba Buddy) entró mientras me masturbaba. Odiaba a ese maldito perro; era un bichón frisé, lo más feo que existe. En cualquier caso, quizá Buddy se puso cachondo o algo al verme masturbándome en la alfombra, porque empezó a tirarse mi pierna. Fue horroroso, me cortó el rollo completamente. Y desde ese día, cada vez que el perro venía a saludarme en casa, se tiraba mi pierna. No importaba qué estuviera haciendo —lavar los platos, limpiar, lo que fuera—, iba por mí. Me daba vergüenza porque sentía que los padres lo sabían, ¿entiendes? O sea, sabían que me masturbaba en su casa porque de repente me había convertido en un ídolo sexual para su perro.

American Pie Adam Sandler calcetín masturbación

Fotograma de la película American Pie

Theo, 25

Pues bien, en mi adolescencia lo de masturbarse con un calcetín era muy popular. Geométricamente, la idea tenía sentido, pero supongo que no me había parado a pensar qué hacer con él después. Tendría unos 14 años, estaba en la habitación haciendo mis cosas, y decidí probar el método. Fue una revelación porque realmente no manché nada. Pero tenía el calcetín. No lo podía poner en el cesto de la ropa sucia porque mi madre era quien hacía la colada, lo encontraría y sabría que era un hombrecito haciendo cosas de hombrecitos. Lo mismo pasaba con la basura, porque supongo que en ese momento me imaginaba a mi madre como una comadreja desconfiada que revisaba todos los desperdicios de la casa.

La parte de detrás de casa daba a un bosque, y decidí que ese era el sitio ideal para deshacerme del calcetín. Fui hasta el final del jardín y lo lancé. Era invierno y los árboles no tenían hojas. El calcetín se quedó enredado en la rama de un abedul bastante alto. Estoy hablando de más de 9 metros. Y ahí estuvo durante meses, ondeando como una brillante bandera blanca de la vergüenza, hasta que las tormentas de verano llegaron y salió volando. Mi madre también se dio cuenta. Estuvo preguntando a todos los de la casa que quién sabía qué pasaba con ese calcetín. Mi estrategia fue la de negarlo todo.

igue a Mica en Twitter.